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Asombros científicos para los cubanos en 2010

El desarrollo de servicios y tecnologías capaces de incentivar la producción de alimentos, ofrecer prestaciones de salud más eficientes y elevar la calidad de vida de la población inspiró los mejores logros de la ciencia cubana el pasado año

Autores:

Abdul Nasser Thabet
Marianela Martín González

La búsqueda de soluciones a los principales problemas que atraviesan la vida económica y social de los cubanos marcó el paso de las investigaciones científicas y la innovación tecnológica durante el 2010.

El desarrollo de nuevos productos, servicios y tecnologías capaces de incentivar la producción de alimentos, ofrecer servicios de salud eficientes y elevar la calidad de vida de la población inspiró las mejores creaciones criollas el pasado año.

El Doctor Vito Quevedo, director de Ciencia, Tecnología e Innovación, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), al momento de valorar los logros científicos más relevantes del 2010, prefirió sugerir una muestra representativa del cúmulo de soluciones aportadas en ese período. La trilogía propuesta refleja la preocupación de la comunidad científica por la realidad que le circunda.

Vigilia por la vida

Las unidades de cuidados intensivos fueron concebidas y creadas ante la imperiosa necesidad de mantener en constante monitoreo a pacientes con patologías de riesgo vital.

Mediante la observación y el registro continuo de los parámetros fisiológicos se comenzó a valorar el estado de los pacientes, su evolución y la repercusión de la terapéutica en su hemodinámica.

Por ello el monitoreo de los signos vitales resulta imprescindible para el trabajo del personal médico, y chequear constantemente las condiciones fisiológicas de cada persona permite hacer mejores valoraciones y tomar decisiones más acertadas en su tratamiento y diagnóstico.

Sin embargo, en ocasiones se hace demasiado difícil vigilar las constantes vitales de varios pacientes a la vez. Ante este dilema surgieron hace años las centrales de monitoreo. Cuba, a tono con el desarrollo de la medicina en el mundo y el adelanto tecnológico y humano de su sistema de salud, creó una central capaz de registrar el estado de hasta 16 pacientes en solo dos pantallas.

La Central de monitoreo Galaxy Plus es un sistema centralizado de monitoreo netamente cubano, destinado a detectar y prevenir estados críticos agudos en pacientes sometidos a observación continua en salas de cuidados intensivos.

Es un producto concebido, diseñado y producido exclusivamente por el Instituto Central de Investigación Digital (ICID). En la idea y acabado del sistema trabajó un equipo multidisciplinario, bajo la guía de Margarita Mulet, jefa del proyecto.

El Galaxy provee información acerca de quienes estén conectados a la Central a través de monitores de parámetros fisiológicos Doctus VI. Los Doctus son equipos médicos diseñados para seguir los signos vitales, mayormente parámetros básicos no invasivos, que son la medida de constantes vitales de los tejidos.

Se consideran como principales parámetros fisiológicos: las frecuencia cardíaca y respiratoria, la presión arterial, la temperatura periférica, y también se incluye actualmente la saturación de oxígeno mediante pulsioximetría.

«Hay diversas situaciones en las que el ser humano pierde el control de los mecanismos que mantienen la vida. Un caso típico es cuando a una persona se le suministra anestesia. Entonces hay que suprimirle todas las funciones de control. Eso se puede lograr de forma satisfactoria cuando un equipo provee al médico la información fisiológica que ha sido suprimida para entonces controlar artificialmente la vida de la persona.

«En cuidados intensivos los pacientes politraumatizados, o con enfermedades graves, están en condiciones de recibir apoyo vital. Ahí es donde intervienen los monitores Doctus y el Galaxy, pues el sistema aúna la información de varios pacientes, facilitando el cuidado y control de cada uno de ellos», explicó el doctor Alberto Martínez Sardiña, investigador asesor del ICID.

El Galaxy permite la supervisión simultánea por parte del personal médico y paramédico, de cuatro,ocho y hasta 16 pacientes asociados a monitores de cabecera Doctus VI conectados a una red híbrida (cableada e inalámbrica).

«Entre sus funciones principales destacan la visualización simultánea en una pantalla de las curvas y valores de parámetros fisiológicos de los pacientes; almacenamiento y visualización de eventos de arritmias, tendencias gráficas y tabulares, así como un control centralizado de alarmas audibles y visuales de todos los pacientes conectados al sistema. Permite además un reporte impreso de los datos de cada paciente», reveló Mulet.

Las áreas más frecuentes de uso de las centrales de monitoreo y los monitores de cabecera son las salas de cuidados intensivos; sin embargo, también son aplicables a otras áreas, como salas de cuidados cardíacos, salas de cuidados intermedios y salas de neonatos. Además, se emplean en salones postoperatorios y en todo tipo de salas de urgencia.

Las prestaciones que brinda una central no pueden crear los datos que no sean suministrados por los monitores. Por eso el control no sustituye al monitoreo de cabecera.

Lo más frecuente es visualizar en ella las curvas de cada paciente y los valores de los signos vitales. Para ello el Galaxy cuenta con un sistema de señales de alarmas visibles y audibles de los monitores de cabecera conectados a la red, que se disparan en caso de urgencias.

La información es multipaciente, o sea, visualización simultánea de todas las camas en una pantalla con la información básica. Las tendencias y los eventos de arritmias almacenados son transferidos a la estación central junto a todos los valores medidos para su visualización.

Además, el Galaxy posibilita la selección de cinco vistas de grupo. Dependiendo de la configuración en la estación central, se tendrá la visualización de cuatro a ocho canales en el monitor primario e igual número en el secundario, con un máximo de cuatro curvas por canal, destacó el ingeniero en Telecomunicaciones Mario García Valdés, jefe del Departamento de Sistemas Digitales II del ICID.

El sistema es de fácil manejo, por lo que las vistas de grupo pueden cambiarse de forma rápida con solo un clic en el panel de botones de la barra de menús.

La Central de Monitoreo Galaxy Plus se encuentra instalada en la Sala de Cuidados Coronarios del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, con los monitores de parámetros fisiológicos Doctus VI, desde el 4 de septiembre del 2009.

«La ventaja que nos ofrece el Galaxy es que toda la información está centralizada. Eso es extremadamente bueno, porque no tenemos que trasladarnos a cada cubículo o cama para estar al tanto del estado de cada paciente. Antiguamente no era así, pues el equipo tenía poco alcance, y a pocos metros ya no le llegaba la señal», sostuvo Yuleika Madan Prado, jefa de Enfermería de la Sala de Cuidados Coronarios del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular.

«Además, ofrece otras opciones, como incorporar los datos del paciente, fecha de ingreso, peso corporal, medicación que se le suministra. Posibilita también el estudio comparativo entre parámetros de pacientes diferentes, contribuyendo a un diagnóstico más rápido y por consiguiente a salvar un número mayor de vidas».

Para García Valdés, el Galaxy puede competir en calidad con las tecnologías más avanzadas del mundo. Su eficiencia ya ha sido probada y avalada por el Sistema de Control Estatal de Equipos Médicos.

«En la práctica los resultados son excelentes, por lo que los especialistas están muy satisfechos con su funcionamiento y las facilidades y ventajas que aporta.

Este tipo de equipo médico asociado a pacientes es un producto muy costoso y de alta demanda. Si se pretende concentrar la información de varios monitores en un sistema se tiene que crear una central exclusivamente para cada tipo de monitor. En Cuba ya teníamos los equipos Doctus desde 1998, y contar ahora con este como sistema que aúna la información de hasta 16 equipos es un paso importantísimo, no solo porque ahorramos mucho dinero en materia de sustitución de importaciones, sino también por el impacto que esto supone en todas las esferas del país», concluyó.

Cebar sin depender del barco

La crianza del cerdo tal como es conocido en la actualidad se remonta a unos 5 000 años. En tiempos de griegos y romanos se le consideraba el animal de abasto por excelencia, por lo fácil que resultaba mantenerlo y por ser aprovechable casi totalmente.

Aunque no le falten detractores, y existan regiones del mundo donde por razones religiosas no se consume, la carne de cerdo es una de las más saludables, pues genéticamente contiene grasa dorsal, algo que no ocurre en otras especies, en las cuales el tejido adiposo se impregna al muscular. Muchos cortes del cerdo, como lomo y chuletas, son tan o más magros (libres de grasa) que el pollo, el cordero o la res.

Para los cubanos la carne de cerdo es inherente a su cultura culinaria. Forma parte de la alimentación de no pocas familias de la Isla. Además de alimentarlas, gracias a su comercialización se han resuelto disímiles problemas de la economía doméstica.

Según especialistas, el 70 por ciento del costo de una tonelada de carne de cerdo corresponde a la alimentación que se emplea para cebar a estos animales. Internacionalmente la dieta aplicada a esta especie se basa en cereales, como el maíz y la soya, productos que en el caso de Cuba se importan, por ser insuficientes los volúmenes de cosecha reportados nacionalmente.

La crianza porcina con alimentos logrados en el país es un anhelo que data de muchos años. Implementar un sistema productivo que se distinga por la reconversión de las tecnologías especializadas —dependientes de altos niveles de insumos importados— en tecnologías y procesos más sostenibles, ha sido prioridad de varias instituciones cubanas, lideradas por el Instituto de Investigaciones Porcinas (IIP), del Ministerio de la Agricultura.

En 2010 la Dirección de Ciencia, Tecnología e Innovación del CITMA consideró el seguimiento de esta estrategia entre las muestras más representativas de los resultados de la ciencia en el referido período, por la repercusión que puede tener en la alimentación popular.

La Doctora en Ciencias Veterinarias Carmen María Mederos Cuervo, directora de Investigaciones del IIP, resume esta experiencia como una variante de tecnología de alimentación porcina, basada en potencialidades locales.

Con evidentes dudas al respecto, le ripostamos diciendo que tradicionalmente nuestros campesinos han criado sus cerdos utilizando lo que tienen a su alcance: el sancocho, entre otras variantes. ¿Acaso no son esas potencialidades locales? Sonríe y nos pregunta cuánto tiempo demoran en lograr un cerdo con el peso adecuado para el sacrificio.

Explica entonces que para cebar un cerdo sin tecnología se requiere entre ocho meses o un año. «En cambio nuestro sistema va encaminado a producir con eficiencia cerdos con peso adecuado para sacrificar —entre 90 y 95 kilogramos— en un período que oscila entre 120 y 140 días».

Mederos señala que en nuestro país, desde el año 1997, se generalizó el sistema de producción porcina cooperativo-campesino, el cual se sustenta en contratos mutuamente beneficiosos con las empresas porcinas provinciales y sus direcciones municipales.

«Es una herramienta efectiva para la extensión y generalización de los conocimientos en el sistema de producción porcina cooperativo-campesino. Para apoyar ese programa contamos con un libro que se utiliza como herramienta socializadora de los conocimientos. Entre los tópicos del texto figuran los cultivos promisorios en condiciones tropicales como las de Cuba».

Tecnologías y procedimientos para la crianza porcina con alimentos nacionales, título de este volumen, es una herramienta de extensión y transferencia de las tecnologías y los procedimientos para la crianza porcina con alimentos nacionales en el sistema productivo cooperativo-campesino.

«Se elaboró a partir de la experiencia acumulada en Cuba por diferentes instituciones y productores porcinos del sector cooperativo (cooperativas de créditos y servicios, cooperativas de producción agropecuaria y unidades básicas de producción cooperativa). Pretende divulgar de manera sencilla y técnica los conocimientos indispensables para lograr una producción porcina eficiente. Contempla los recursos que pueden producirse y acopiarse a partir de subproductos y residuos agroindustriales a escala local».

La elaboración de alimento a partir de la caña de azúcar, yuca, boniato, sorgo, soya, girasol y otras leguminosas, así como empleando forrajes derivados de la caña de azúcar, yuca, plátanos, palmiche, árboles, arbustos y leguminosas forrajeras son algunas de las sugerencias de este programa.

Según la Doctora Mederos Cuervo, este trabajo, en el cual participan cerca de 12 000 productores de 160 municipios, contribuyó, entre 2008 y 2009, a incrementar en un 14,3 por ciento la producción y utilización de alimentos locales en el sistema de producción porcina cooperativo-campesino, lo que posibilitó sustituir como mínimo el 30 por ciento de los granos importados.

«Los especialistas y productores consideran que la metodología y las herramientas empleadas han sido efectivas. Se requiere dar continuidad a este proceso para garantizar la adopción y generalización de los conocimientos. Con la aplicación correcta de estas técnicas podremos contribuir al cumplimiento de las metas propuestas para el período 2010–2015, orientadas al incremento de la sustitución de las importaciones de alimentos, hasta un 50 por ciento, para la producción porcina», finalizó la Doctora Mederos.

Rayos solares para congelar

Desarrollar en el país congeladores horizontales que empleen energía solar fotovoltaica, eficiente y ecológica fue asignatura pendiente hasta el año pasado, cuando el Instituto de Refrigeración y Climatización (IRC), del Ministerio de la Industria Sideromecánica desarrolló el primer prototipo de un freezer solar.

Con este logro, reconocido entre los más relevantes de la ciencia en el 2010, se aplica el uso de fuentes de energía renovables para garantizar la conservación de productos en los centros escolares y de salud ubicados en zonas rurales donde aún no existe suministro de energía eléctrica.

Desde el año 2001, el IRC trabaja en el desarrollo e introducción de la tecnología de aprovechamiento de la energía solar fotovoltaica en equipos de refrigeración como son los bebederos, refrigeradores y congeladores.

Según explicó el ingeniero Guillermo Cartaya Alemañy, uno de los especialistas que participó en la obtención de este equipo, la novedad del freezer solar logrado el año anterior radica en que los aparatos de refrigeración en sistemas internacionales utilizan equipos estándar, y el empleado en este caso es de alta eficiencia.

«Este equipo que también puede beneficiar a instalaciones hoteleras en zonas apartadas, o lugares donde no existe disponibilidad de energía eléctrica, proporciona una solución económica, sobre todo desde el punto de vista energético, ya que no dependen del suministro eléctrico para su funcionamiento», precisa Cartaya.

El especialista advierte que tanto la producción, los ensayos de fiabilidad, el montaje y el control de calidad a este tipo de congeladores horizontales son acciones novedosas dentro del panorama científico-técnico del país.

«Este año haremos la serie 0, que significa la primera producción, la cual contempla una decena de frezzers solares. Hasta ahora hay solo un prototipo en explotación y se encuentra instalado en el Hotel Comodoro, en la capital».

Otro de los conocedores de esta tecnología, el ingeniero José Rojo Rodríguez, aclara nuestra duda sobre el funcionamiento del freezer solar en condiciones adversas, dígase lluvias prolongadas o ciclones, cuando el sol no se divisa.

«Aunque el sol se vaya, va a existir un nivel de ganancia de captación de energía solar. Si la situación se prolonga durante días, entonces el equipo se descarga. Estamos hablando de un equipo muy eficiente, pero no es la panacea del siglo».

Rojo señala que el equipo trabaja con 24 volts, sin embargo, el compresor lo hace con 12. Posee un control automático que regula la energía.

La ingeniera Olga Esquivel Román, directora del IRC, al referirse a este logro de la ciencia, estima que el centro ganó en cultura técnica con estos sistemas donde se aprovechan los rayos solares.

«Con los trabajos realizados se permitió conocer el mejor uso de los rayos solares y la autonomía de los equipos en horas de la noche».

El impacto económico del frizzer solar es que permite ahorrar 700 kilowatts/hora al año por cada equipo similar que trabaje con energía eléctrica. El coste del prototipo ronda los 1 200 pesos convertibles, pero en la medida en que este se introduzca en la producción se abaratarán los costos, entre otras razones, porque los componentes que necesita se comprarán de manera mayorista.

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