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Una institución que revolucionó la ciencia cubana

Durante 50 años, el Centro Nacional de Investigaciones Científicas ha sido gestor de prestigiosas instituciones que desarrollaron la ciencia cubana con resultados comparables con los del Primer Mundo

Autor:

Mayte María Jiménez

Incorporar el ciclo cerrado como esquema de trabajo, de manera que la investigación, el desarrollo, la producción y posterior comercialización de un producto estén presentes en el proceso de concepción de cada nuevo proyecto, es y ha sido una premisa para el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC), una institución que podría asegurarse que revolucionó la ciencia cubana.

Así lo aseguró a JR su directora, la Doctora Blanca Rosa Hung, al describir el impacto del CNIC como gestor de centros de investigación de reconocido prestigio, entre estos el de Sanidad Agropecuaria, el de Inmunoensayo, el de Ingeniería Genética y Biotecnología, y el de Neurociencias de Cuba.

La Doctora Blanca Rosa Hung, directora del CNIC. Foto: Roberto Suárez

Inaugurado el 1ro. de julio de 1965, como proyecto visionario de Fidel en su ideal de construir un futuro de hombres de ciencia, el CNIC ha protagonizado páginas sobresalientes en el desarrollo de la ciencia nacional, aseguró Hung.

—¿Cuáles podría sintetizar como las principales líneas científicas del CNIC?

—Hemos apostado por el desarrollo de investigaciones avanzadas en Ciencias Agropecuarias y de los Alimentos, Microscopía Electrónica, Química Analítica, Neurociencias, y Tecnologías de tratamiento de residuales para la protección del Medio Ambiente.

—¿Investigaciones, productos líderes y nuevas formulaciones de impacto en la salud humana?

—Si bien nuestro producto insignia sigue siendo el policosanol, más conocido como PPG, se han alcanzado importantes avances en la obtención de suplementos nutricionales, con efectos antiosteoporóticos y gastroprotectores, como el Prevenox y el Abexol.

«Ahora tenemos un nuevo producto para el tratamiento de la hiperplasia prostática benigna, aún en fase de escalado productivo, que será un importante apoyo en el tratamiento de ese padecimiento.

«La dirección de enfermedades infecciosas está culminando también ensayos clínicos fase 2, relacionados con un candidato vacunal contra el cólera, un proyecto desarrollado de conjunto con el Instituto Finlay y el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí.

«Nuestra dirección de Medio Ambiente ha desarrollado a su vez múltiples servicios en materia de tratamiento de residuales, protección de materiales y estudios de la agresividad atmosférica, entre los que se destacan los ejecutados para la Zona Especial de Desarrollo Mariel».

—¿Cómo valora el desarrollo científico a lo largo de medio siglo: qué han ganado y qué han perdido?

—Durante cinco décadas de existencia, el CNIC ha contribuido a elevar los índices de salud y calidad de vida del pueblo cubano, con resultados a disposición de toda la población. La comercialización de los productos de la investigación logra financiar sus gastos y hacer importantes aportes a la economía del país.

«El liderazgo a nivel nacional e internacional del CNIC es notable en ramas como la obtención de productos naturales, vacunas, medio ambiente, diagnóstico microbiológico, y empleo del ozono en biomedicina y tratamientos industriales. Es una de las instituciones cubanas con mayor número de patentes y artículos publicados en prestigiosas revistas científicas».

—¿Cómo ha sido el papel del CNIC en la formación de nuevas generaciones de científicos?

—Esta ha sido siempre una de las fortalezas de nuestro centro. Más de 30 000 especialistas se han capacitado en los departamentos y laboratorios del CNIC, y 389 de ellos obtuvieron el grado de Doctor en Ciencias. Muchos de los especialistas formados en nuestra institución han llegado a ser prestigiosos líderes científicos del país, y es muy común encontrarlos en centros de investigación o centros de producción, sobre todo de la industria farmacéutica.

—¿Cómo se potencia el trabajo de creación y permanencia de los jóvenes con los ingresos?

—Convidar a las jóvenes generaciones de científicos, desarrollar su sentido de pertenencia con el Centro y garantizar su permanencia exige una atención sistemática. La estrategia tiene que tener en cuenta no solo el aumento del incentivo económico, sino también la mejora de las condiciones de trabajo, y poder crear climas propicios a la generación de ideas y debates constructivos, para la formación continua de la reserva científica.

«Estamos hablando de un desafío que enfrenta no solo el CNIC, sino muchas instituciones de investigación a nivel nacional e internacional. En un contexto caracterizado por crisis económicas, desmotivación de los jóvenes por las carreras científicas, migración hacia otros países u otros sectores con mayor atractivo económico, resulta complejo potenciar el desarrollo de nuevas generaciones de científicos.

«No obstante, la política del centro para fortalecer el sentido de pertenencia de las nuevas generaciones implica la incorporación de jóvenes a cargos claves dentro de la organización, y estamos promoviendo una mayor participación de ellos en los consejos científicos y en la discusión de las proyecciones estratégicas de la institución».

—Otros desafíos…

—La mayoría de los obstáculos en el desarrollo del quehacer científico del CNIC está relacionada con la obsolescencia del equipamiento. El hecho de ser una institución científica con 50 años hace que cualquier modificación exija inversiones cuantiosas y muy complejas.

«Aun así el principal reto está en la concepción de nuevos proyectos que, más allá de las limitaciones existentes, sean capaces de generar productos novedosos y generalizables en la práctica social».

—¿Cómo evalúa la inserción del CNIC en la OSDE Biocubafarma?

—Ha sido muy positiva. Potencia su desarrollo como empresa y le permite beneficiarse de las políticas que el país está trazando para la industria biotecnológica y farmacéutica. Ello exige altos estándares de calidad en todos los procesos que desarrollamos, unido al compromiso de trabajadores, dirigentes y líderes científicos con el cumplimiento de los objetivos que se traza la institución.

—¿Qué rol corresponde a instituciones como el CNIC en medio del proceso de actualización que experimenta Cuba?

—Tenemos el reto de ser capaces de ofrecer soluciones a los problemas de salud del país, y a la vez contribuir de manera sostenible al desarrollo económico del mismo, generando ingresos a partir de nuestras exportaciones con el máximo de eficiencia. Todo ello sin afectar el medio ambiente. Un futuro de hombres de ciencia, de hombres de pensamiento, fue el sueño de Fidel en 1960. Creo que llegar a alcanzar ese objetivo seguirá siendo nuestra principal motivación.

Dardos en la diana

Momentos importantes del CNIC fueron el inicio de las investigaciones para la eliminación de la epidemia de fiebre porcina africana, la participación en los experimentos Hatuey, durante el primer viaje de un cubano al cosmos, y los estudios para la expedición al Polo Norte.

Se destaca también el estudio y caracterización de fracciones de aceite de cera de caña en 1970, que permitió la obtención de fármacos de origen natural contra enfermedades de alta prevalencia. Un momento cumbre fue el registro del policosanol (PPG), como medicamento reductor del colesterol, producto que obtuviera la Medalla de Oro de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual en 1996, y que aún hoy continúa siendo el producto líder.

La experiencia alcanzada en el desarrollo de equipos de alta tecnología permitió a los científicos crear las bases del Sistema Ultramicroanalítico (SUMA), para el pesquisaje masivo de malformaciones congénitas, que tanto contribuyó a la reducción de la mortalidad infantil en Cuba.

El desarrollo de los primeros electroencefalógrafos y electromiógrafos automatizados cubanos; un corazón artificial; el primer electroaudiómetro objetivo en el mundo, también se cuentan entre sus logros.

A ello se suman equipos generadores de ozono con fines médicos, industriales y domésticos; el desarrollo de marcadores moleculares para el mejoramiento genético y la resistencia de las plantas, y la constitución de las bases de las primeras investigaciones biotecnológicas en el país.

Además, la concepción de equipos para el Diagnóstico Rápido Microbiológico (Diramic), tecnología que alcanzaría la segunda Medalla de Oro de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual obtenida por el Centro, en 2007.

Estudios del CNIC han permitido determinar la agresividad corrosiva en ambientes insulares y la protección de estructuras.

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