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Economía ecológica, el camino seguro

El equilibrio entre crecimiento económico, sostenibilidad ambiental y equidad social es el centro de atención de la Economía Ecológica (EE), una ciencia independiente cuyos instrumentos son utilizados por un grupo de profesionales de la Universidad de Cienfuegos, con el fin de proponer medidas encaminadas a proteger los recursos naturales disponibles

Autor:

Glenda Boza Ibarra

Un grupo multidisciplinario de especialistas evalúa desde Cienfuegos cuánto se pueden explotar los recursos materiales y energéticos sin causar alteración a los ecosistemas. El trabajo fue merecedor del Premio Anual de la Academia de Ciencias de Cuba

La economía no siempre ha considerado los límites de los recursos naturales. De esa forma, en pocas ocasiones se plantea un enfoque ecológico que tome en cuenta cuánto se pueden explotar los recursos materiales y energéticos sin causar alteración de los ecosistemas.

El equilibrio entre crecimiento económico, sostenibilidad ambiental y equidad social es el centro de atención de la Economía Ecológica (EE), una ciencia independiente cuyos instrumentos son utilizados por un grupo de profesionales de la Universidad de Cienfuegos, con el fin de proponer medidas encaminadas a proteger los recursos naturales disponibles.

Con colaboradores en los centros de enseñanza superior de Villa Clara, Sancti Spíritus y la Universidad de San Carlos de Guatemala, y estudios realizados desde hace 15 años, estos especialistas proponen con su trabajo —merecedor del Premio Anual de la Academia de Ciencias de Cuba— prácticas ecoeficientes en sistemas, procesos, productos y servicios en Cuba y otros países de la región latinoamericana.

Eduardo López Bastida, al frente de las investigaciones, señala que estas prácticas «son herramientas que evalúan y permiten proponer medidas encaminadas a disminuir ese efecto negativo sobre la Tierra y aumentar la calidad de vida de las personas dentro de las posibilidades reales del país, sin convertirnos en una sociedad consumista.

«Desarrollamos indicadores que desgraciadamente casi nadie conoce, como la huella ecológica, ciclos de vida, procedimientos para lograr matrices energéticas sostenibles, planes de producciones más limpias, normas de gestión ambiental y energética adaptadas a contextos específicos, y programas para manejo integral de zonas costeras, agrícolas e industriales», apunta.

Pudiera parecer entonces a simple vista que se trata de conocimientos teóricos sin resultados concretos. Sin embargo, la correcta aplicación de esos instrumentos no solo beneficia la economía y la naturaleza, sino además la calidad de vida de las comunidades.

«Estas investigaciones han llegado a más de 50 000 actores sociales (dirigentes de Gobierno y empresas, profesores, entidades, organismos) para fomentar en ellos actitudes, aptitudes y destrezas que provoquen un cambio de paradigma en la forma de analizar la relación naturaleza-humanidad, y alcanzar el desarrollo sostenible que requieren los tiempos de hoy».

Según el profesor López Bastida, en la actualidad para hablar de economía medioambiental muchas veces es preciso traducir en números y datos los perjuicios a la naturaleza.

Así de inconscientes con la madre natura somos los seres humanos. Por ello, López Bastida ejemplifica cómo en la microeconomía, con sus resultados, «han intervenido en más de 60 empresas, donde se han detectado potenciales considerables de ahorro de energía, agua, materias primas y materias primas tóxicas; de disminución de las cargas contaminantes a la atmósfera, agua y suelos, y de aprovechamiento de los residuales».

De manera general han ayudado en la toma de decisiones de importantes planes, como los manejos integrados de la bahía de Cienfuegos y sus cuencas aledañas, y la playa de Varadero; en políticas y estrategias de energía sostenible y las fuentes renovables de energía en Cuba y Guatemala, o en definiciones de estrategias de sostenibilidad en los ministerios de Industria, Energía y Minas, Educación Superior, Turismo y Agricultura, entre otros.

El también Doctor en Ciencias explica que no podemos aspirar a que cada cubano tenga un carro, pero sí a que haya un transporte eficiente y eficaz, porque el camino del consumismo es insostenible.

«La sociedad cubana ha cambiado y a algunos jóvenes les interesa, por ejemplo, tener el último modelo de celular, aunque no sepan ni puedan hacer nada con muchas de sus prestaciones», explicó.

La investigación del Grupo de Economía Ecológica y Producciones más Limpias, con casi 200 colaboradores, centra de esa forma su atención en el equilibrio entre crecimiento económico, sostenibilidad ambiental y equidad social.

Actualmente, la Tierra tarda 17 meses en regenerar los recursos utilizados en un año, de ahí la importancia de vincular tales indicadores a los procesos de cada país.

Mientras a muchos podría no importarles el futuro del planeta, por no avizorar en el tiempo la escasez de sus recursos, a otros les preocupa el mundo que quedará para su descendencia. Estudios como estos permiten entonces saber cuánto utilizamos y cuánto tenemos que utilizar.

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