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Fraudes telefónicos (II y final)

Mensajes de texto fraudulentos, que pretenden confundir y engañar a los usuarios, son otra de las tretas que utilizan los comisores de delitos para estafar a los operadores de telecomunicaciones en Cuba y en el mundo

Autor:

Amaury E. del Valle

Una gran cantidad de opiniones ha suscitado la publicación de la primera parte de este material, como lo evidencian los múltiples comentarios llegados a la redacción de Juventud Rebelde por vía electrónica o a través de nuestra página web www.juventudrebelde.cu.

Entre las principales preocupaciones, además de los precios de los diferentes servicios, el tema del fraude ha sido recurrente, en especial porque todavía no existe una clara comprensión de los daños económicos que ocasiona a la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, Etecsa, así como a la economía del país.

Por ello, además de las medidas encaminadas a evitar este tipo de estafas, también se impone una mayor cultura de los usuarios sobre las distintas modalidades de defraudación que existen en las telecomunicaciones, porque en no pocas ocasiones los comisores de esas infracciones se aprovechan de la ingenuidad de los poseedores de servicios telefónicos y sus necesidades económicas. El teléfono debe ser de uso estrictamente personal.

Así, los usuarios pueden ser sancionados con la pérdida del servicio y/o el pago de indemnizaciones a la empresa a causa de delitos en los cuales fueron usados por desconocimiento, los que a la postre constituyen agresiones contra la economía nacional.

Fraude internacional

Además de las diferentes modalidades de delitos enunciadas en el primer trabajo de esta serie, existen otras como el fraude internacional de ganancias compartidas, más conocido por sus siglas en inglés como fraude ISRF.

Este tipo de acciones no incluye la participación de defraudadores en Cuba, pero sí afecta directamente a los clientes de Servicios Móviles.

Esta modalidad de fraude se ha visto con mucha frecuencia en los últimos tiempos en Cuba, pues muchos usuarios de telefonía móvil han recibido mensajes de texto anunciándoles que han ganado un viaje, o simplemente alentándolos a llamar de forma urgente a un número en el exterior.

Se instrumenta el fraude de ganancias compartidas al establecer en determinado país una plataforma que oferta un servicio de valor agregado, como noticias de interés, por el cual los clientes están dispuestos a pagar costos superiores al establecido para las llamadas. Por tanto, su propietario y también la empresa de telecomunicaciones que lo soporta, obtienen beneficios compartidos, generados por el tráfico hacia la plataforma implementada.

Para elevar las ganancias, el servicio puede ser extendido a terceros países, todo lo cual es lícito, siempre que el usuario conscientemente realice la llamada con el propósito de obtener la información de valor agregado que se ofrece y que puede ser de temas diversos.

El fraude comienza a partir del uso de artimañas para lograr un tráfico inflado de llamadas hacia esa plataforma, al engañar o manipular a los clientes de servicios móviles, con alertas falsas, promesas de un viaje o de ganar determinado premio, y que por inocencia, ingenuidad o curiosidad los llevan a realizar llamadas a la plataforma.

En el más conocido de los engaños, los clientes reciben un  SMS spam con información sobre un presunto premio que acaba de recibir y que para hacerlo efectivo debe realizar una llamada a determinado destino internacional.

Así engrosan la suma de minutos hacia la plataforma creada, Plataforma de valor agregado (del Inglés PRS, Premium Rate Service), y son víctimas del fraude.

En estos casos, generalmente al efectuar la llamada responde un servicio FAX o una contestadora que trata de robar tiempo a su víctima, para mantenerlo interesado hasta consumir su saldo.

Como resultado de esta acción el cliente consume el saldo disponible y se siente timado, y la empresa de telecomunicaciones poco puede hacer, pues es el mismo poseedor del servicio el que desgraciadamente es responsable.

Además, este tipo de estafas también puede ser utilizada de forma malintencionada para otros fines que nada tienen que ver con la actividad comercial.

Dial up

Existen otras formas de lograr llamadas hacia números PRS en los que, de forma inconsciente, pueden ejecutarse las llamadas, como los llamados Dial Up.

En estos casos se trata de códigos ocultos en aplicaciones que son instaladas en el teléfono, sin que el usuario sepa exactamente lo que estas hacen a sus espaldas.

Así, por ejemplo, muchas veces el teléfono al ejecutar alguna de estas aplicaciones puede hacer una llamada silenciosa a un destino internacional, o en otros casos intentar conectarse a servicios web para descargar determinadas actualizaciones, todo lo cual le consume saldo.

En estos casos influye mucho el desconocimiento y la poca cultura de los usuarios con respecto al uso de aplicaciones, ya que ignoran su verdadera procedencia o lo que hacen a sus espaldas.

Con la apertura del servicio de correo electrónico Nauta en los móviles y con la existencia de múltiples redes inalámbricas a las cuales pueden conectarse los móviles, los poseedores de ellos están más expuestos a esos fraudes si no saben operar correctamente el teléfono.

La forma más común que tiene Etecsa de impedir las afectaciones, es a través del bloqueo de números PRS para evitar las llamadas de sus clientes, aunque esta acción no siempre es sencilla. Los PRS son compartidos de forma preventiva por las operadoras del mundo, ya que cualquiera de ellas puede ser afectada por este fraude internacional.

Además, como Cuba pertenece a la Organización Internacional de Fraude FIINA (de las siglas en inglés Forum International Ilegal Network Access), esto le facilita coordinar acciones con otras teleoperadoras con las cuales tiene relaciones e intercambiar experiencias sobre las mejores prácticas en el enfrentamiento al fraude en las telecomunicaciones.

La cultura necesaria

No obstante, sigue siendo la cultura de los usuarios la que impedirá que otras personas, con tal de obtener ganancias de forma fraudulenta, los involucren en acciones delictivas y terminen siendo sancionados con la pérdida del servicio e incluso con el pago de indemnizaciones por los daños causados; o sean víctimas de los estafadores.

Más allá de las justificaciones sobre el costo de los servicios, tras las cuales algunos pretenden enmascararse para cometer delitos económicos, debe imponerse en el uso de las telecomunicaciones la ética y el orden necesario para que estas sigan obteniendo recursos que, a la postre, son invertidos en el país y sirven también para seguir acercando cada vez más estos servicios a la población.

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