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Hagamos una Internet intergaláctica

Cuba fue visitada recientemente por uno de los fundadores de la red de redes, Vinton Cerf, quien a sus 73 años de edad conserva una visión de larga distancia para esta tecnología

Autor:

Yurisander Guevara

Hace unas semanas uno de los padres fundadores de Internet visitó Cuba por vez primera. Conocido popularmente como Vinton Cerf, este hombre es considerado uno de los precursores de las ciencias computacionales, especialmente de la red de redes.

Todo un visionario del mundo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, Vinton «Vint» Gray Cerf, de 73 años de edad, presentó una conferencia magistral a los asistentes a la 16 Convención y Feria Internacional Informática 2016, en la que realizó un recorrido por su historia personal y dio a conocer sus visiones de cara al futuro.

Cerf se mostró muy complacido de estar en Cuba y conocer a nuestro país, algo que remarcó al inicio de su conferencia, cuyos puntos clave compartimos con los lectores de Juventud Rebelde.

Un protocolo que cambió al mundo

El científico rememoró los primeros momentos de Arpanet, red de computadoras creada por encargo del Departamento de Estado de Estados Unidos para utilizarla con fines académicos, institucionales y militares, y que fuera la espina dorsal de Internet hasta su transferencia definitiva al protocolo TCP/IP en 1990.

El Protocolo de Control de Transmisión y el Protocolo de Internet conforman el llamado TCP/IP, por sus siglas en inglés. Es un sistema de transmisión de datos por el cual se considera a Cerf como uno de los padres de Internet, acompañado de su otro creador, Robert Kahn. Ambos trabajaron en su desarrollo desde finales de los años 60 del pasado siglo hasta 1982. Luego les tomaría otros ocho años convertirlo en una tecnología estándar.

Y es que el nacimiento de Internet, en definitiva, perseguía el fin de conectar entre sí, y a cualquier distancia, a dispositivos capaces de transmitir datos, voz o video, sin importar su sistema operativo o prestaciones.

En ese período de pruebas, según mostró Cerf a los presentes en el Palacio de Convenciones de La Habana, lograron construir equipos conmutadores de paquetes de datos —los cuales eran del tamaño de un refrigerador—, que se usaron para probar la comunicación móvil de radio con el envío de datos, voz y video. Cerf calificó las velocidades de transmisión logradas en esa época como «aceptables», y explicó que oscilaron entre cien mil y 400 000 bits por segundo (lo cual equivale a un rango entre 12,5 hasta 50 kilobytes por segundo).

«Lo que hoy se ha convertido en cotidiano para la transmisión de datos, hace 30 años era una idea que comenzamos a probar. No pudimos obtener mucho en el momento porque no había la capacidad suficiente, pero fue bastante para comenzar a desarrollar el concepto de Internet», indicó Cerf.

En este sentido el también Vicepresidente de Google mostró uno de los más importantes experimentos en la historia de las telecomunicaciones. Fue el 22 de noviembre de 1977, explicó, cuando se probaron tres redes diferentes: Arpanet, otra red satelital de paquetes, y una red móvil de radio instalada en el área de la bahía de San Francisco, Estados Unidos.

Desde este último lugar, prosiguió, se comenzaron a enviar paquetes a través de las diferentes redes, los cuales atravesaron más de cien mil millas (unos 160 000 kilómetros), alrededor del mundo y llegaron a su destino en unos pocos segundos. Fue el «nacimiento» del protocolo TCP/IP y, con este, la expansión definitiva de Internet.

Hoy, dijo, Internet opera con centenares de miles de redes y es imposible conocer su «tamaño» en cuanto a equipos conectados. La razón principal es que los paquetes de datos son distribuidos por los enrutadores, dispositivos que se encargan de hacerlos llegar a su destino.

Y esa es la clave del éxito de Internet, valoró Cerf: ser una red totalmente descentralizada, un sistema distribuido cuyo «único» mecanismo de control es la asignación de rangos de direcciones IP y la administración de la zona raíz del Sistema de Nombres de Dominio (DNS, por sus siglas en inglés), funciones que realiza la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (Icaan), que radica en Estados Unidos.

Esta visión de Cerf sobre Internet coincide con la posición oficial de muchas autoridades estadounidenses con respecto a la gobernanza de la red de redes, la cual se basa en tecnicismos y trata de evitar cualquier discusión sobre un marco regulatorio internacional a través de organismos como la ONU.

Recordemos que Washington anunció en 2014 que pasaría el control de la Icaan a manos de «todos», con una filosofía «multi-stakeholder», término en inglés que se refiere a los intereses de muchos sobre algo en específico, en este caso Internet.

Empero, en la misma Europa y en América Latina la visión norteamericana ha sido cuestionada. Un artículo publicado el pasado marzo en el diario Le Monde mostró denuncias por parte de Francia, la que afirmó que «EE. UU. retoma con una mano lo que suelta con la otra», en referencia al rol desproporcionado que tendrá en la Icaan el sector privado a través de compañías poderosísimas, como Google, Apple, Facebook y Amazon.

Francia recordó además que el dominio .fr estaría bajo las leyes de Estados Unidos, más específicamente del estado de California, donde radica la Icaan. «La configuración del .fr —argumentaron autoridades galas— requiere del autorizo estadounidense». A ello agregó una nota: no solo del dominio .fr, sino de todos los nombres y dominios, pues la Icaan, aunque publicite un traspaso de mando, se mantiene en el mismo lugar de siempre.

Al infinito… y más allá

Vint Cerf estima que en la actualidad a Internet están conectados entre diez 000 millones y 15 000 millones de dispositivos, entre estos 7 000 millones de celulares. La cifra quintuplica, no obstante, el número de personas conectadas globalmente: poco más de tres mil millones.

El estadounidense considera que la red de redes ha sido exitosa por estar diseñada para trascender a cualquier tecnología. En Internet, afirma, no hace falta permiso para innovar, ya que los conmutadores que transportan los paquetes de datos operan como un trabajador del servicio postal: no saben lo que contienen, solo se encargan de entregarlos a sus destinatarios. Es por eso, manifestó, que cuando se inventa un nuevo producto, no hay que cambiar la red.

Internet es, también, un ente en crecimiento y podría trascender las fronteras conocidas por la humanidad.

Cerf cree que se debe comenzar a pensar en poner a la red de redes más allá de la órbita del planeta. Por eso trabaja desde 1998 con el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA para llevar la conectividad «al infinito y más allá».

Concretamente, el objetivo es construir «la nave espacial de cien años», la cual sería capaz de dejar la Tierra y llegar a otra estrella en un siglo. Con la tecnología actual, destacó, demoraríamos 65 000 años en lograrlo. Incluso si lo hacemos, agregó, enviar una señal a esa nave tomaría miles de millones de años en ir y regresar.

Por eso, confesó, se han enfocado en crear una «red interplanetaria» con las naves que se han lanzado al espacio recientemente. Si esta red crece, subrayó Cerf, podemos usarla como sensor para detectar una señal óptica desde Alpha Centauri, o Próxima Centauri. «Yo no voy a ver nada de esto, pero es increíble ser parte de un proyecto que es ingeniería en serio, no ciencia ficción, y te das cuenta de que estás hablando de llegar a otras estrellas y hacer que la señal llegue de vuelta. Es más entretenido, incluso, de lo que fue crear Internet».

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