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El mercado del mañana, ¿sin empleados?

Cámaras, sensores, aplicaciones móviles y robots parlantes comienzan a instalarse en lugares tan comunes como los mercados. ¿Logrará la tecnología cambiar la forma en que interactuamos con estos espacios cotidianos?

Autor:

Yurisander Guevara

Entras. Seleccionas el producto que deseas y te marchas.

Así de simple es ir de compras a Amazon Go, la primera tienda de la compañía estadounidense que hace unos días abrió sus puertas en Seattle desprovista de cajas registradoras y casi sin empleados.

Jeff Bezos, presidente ejecutivo de Amazon, ha declarado que esta tienda busca reducir los costes laborales, y ello pasa, en primer lugar, por deshacerse de los dependientes.

Para ello Amazon ha puesto en práctica la inteligencia artificial a partir de un complejo entresijo tecnológico en el establecimiento.

Una aplicación para todo

Quienes decidan ir a la tienda de Amazon Go a comprar algo, solo necesitan tener activa una cuenta de esta compañía que esté vinculada a una aplicación de teléfono móvil creada para tal efecto.

Dicha aplicación es escaneada al entrar el cliente en la tienda, y con ello se activa un seguimiento de lo que hace a través de múltiples cámaras y sensores.

A este tipo de tecnología se le conoce en inglés como Just Walk Out, y lo que hace es registrar las compras de los clientes de forma virtual. Su despliegue permite operar un local comercial casi sin empleados. En el caso de la tienda —que es de pequeño formato y únicamente  vende comida rápida y bebidas—, solo cuenta con un dependiente cerca de los productos alcohólicos para verificar que quien vaya a adquirirlos sea mayor de edad.

Para desarrollar ese sistema de reconocimiento Amazon instaló en el techo de la tienda decenas de cámaras dispuestas en varios ángulos, con lo cual evita dejar puntos ciegos, indica The Seattle Times. Dichas cámaras se complementan con otras que detectan la profundidad del entorno, y con sensores que reconocen el peso exacto de cada producto. Toda esa información es procesada por una computadora central.

Señala el sitio Xataka que, a pesar de tener instaladas cámaras por todos lados, la tienda no cuenta con un sistema de reconocimiento facial. Tampoco es que lo necesite, en tanto lo importante es identificar al usuario a partir de que se registre su cuenta de Amazon.

China ya conoce el sistema

Amazon Go se lanzó en medio de una campaña mediática que dejó a casi todo el mundo impresionado. A fin de cuentas, el mundo está lleno de tiendas, pero casi ninguna es totalmente automatizada.

Sin embargo, en China no se sorprendieron tanto, pues este país cuenta con más de 300 establecimientos por todo el país llamados BingoBox.

Lanzada en 2016, esta empresa está presente en 29 ciudades chinas y pone a disposición de sus clientes productos muy parecidos a los que ahora oferta Amazon Go al otro lado del océano Pacífico.

BingoBox nunca cierra, y en ninguna hay empleado alguno. La tienda, de unos pocos metros cuadrados, recuerda a los pequeños espacios que en nuestro país dedican los Cupet para la venta de productos.

Opera también a partir de una aplicación móvil que desbloquea la puerta de entrada y permite acceder al usuario. Una vez dentro, la puerta se vuelve a bloquear mientras el cliente realiza su compra. El pago se realiza en una caja encargada de escanear los productos. Verificada la compra, la puerta se vuelve a abrir y el usuario se marcha.

Problemas de etiqueta

La experimentación con nuevas tecnologías en el sector del comercio no está exenta de problemas. Quizá porque tal y como lo indica la palabra, al ser novedosas revelan cuestiones no previstas en el diseño de la experiencia de usuario, o sacan a la luz fallas que no se creían posibles.

En Seattle, por ejemplo, los mayores problemas se han detectado en el registro de la aplicación por parte del escáner para dejar entrar al establecimiento a un usuario, reporta Bloomberg.

Una a ello que Amazon ha admitido algunos robos, algo que desmitifica la seguridad infalible del sistema Just Walk Out. Empero, el mismo Jeff Bezos declaró que la mayoría de los usuarios no son ladrones de tiendas, y Amazon Go está diseñada para ello.

En el caso de las tiendas chinas, los problemas reportados han sido principalmente con los productos que expenden. Algunas etiquetas no son leídas correctamente por los sensores, lo cual deja atrapados a los clientes dentro del recinto, una vez que la caja de pago registró un producto, pero no pudo identificarlo. Por suerte, la compañía tiene instalado un sistema de llamada a su sede central, mediante el cual un humano atiende al usuario, verifica su compra, y le deja salir.

Esta falla en las etiquetas es también caldo de cultivo para que, si alguna está defectuosa y no se pasa por la caja registradora, el cliente no pague. Incluso, aunque BingoBox cuenta con cámaras, estas no reportarían ningún comportamiento sospechoso, pues el pago se hace en una caja destinada a ello.

Por último, estas tiendas no emiten ningún tique de compra. Así, si en la salida el sistema detecta un producto sin pagar, el cliente deberá escanearlos todos de nuevo para verificar cuál es el que falta. La rápida compra se torna en un proceso tortuoso.

Y si probamos con robots

Más allá de sistemas automatizados donde no intervengan los humanos, también se han registrado experimentos recientes con robots como empleados de tiendas. Por ahora, la experiencia no ha resultado satisfactoria.

En Edimburgo, la capital de Escocia, la tienda Margiotta Food and Wine decidió darle empleo a Pepper, un robot humanoide que aspira a conquistar el mercado masivo a partir de numerosos servicios, el cual fue bautizado como Fabio.

Una semana después de haber tomado esta decisión, Fabio fue «despedido». El robot nunca hizo bien su trabajo. Inicialmente fue colocado a la entrada de la tienda, como un empleado más, para que interactuara con los clientes. Los momentos de saludos transcurrían bien, pero cuando era interrogado por la localización de una cerveza, Fabio devolvía la obvia respuesta de «en la sección de alcohol», relata Dayli Mail.

De hecho, el rotativo agrega que Fabio respondía cuando entendía lo que le decían, pues parecía verse afectado para comprender directamente a su interlocutor, acaso por el cruce de los múltiples sonidos que cada día escuchamos en un entorno normal.

Los dueños de Margiotta Food and Wine decidieron darle a Fabio otra oportunidad, y lo colocaron como un dependiente que invita a los clientes a probar algunos productos, como muestras de carne.

En todo un día, el robot solo consiguió que dos clientes probaran sus bocadillos, mientras que sus pares humanos atrajeron a más de una docena de personas.

El fallido experimento de Fabio no echa por la borda todo lo logrado en robótica, así como tampoco los problemas de las tiendas sin empleados indican un fracaso de la tecnología. En todo caso estamos ante nuevos fenómenos que necesitan afinarse para una mejor experiencia, quizá en un futuro no tan lejano. 

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