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Cómo funciona el cobro de un SMS

En Cuba el mensaje de texto goza de amplia popularidad, aunque todavía persisten dudas y debates que transitan desde la forma en que es facturado hasta el uso del lenguaje

 

Autor:

Yurisander Guevara

Cuando WhatsApp se afianzó como la aplicación de mensajería instantánea para dispositivos móviles más popular del mundo en el año 2013, muchos auguraron algo: el SMS estaba destinado a morir.

La gratuidad de WhatsApp ante el costo de un SMS hacía pensar por ese entonces que este último desaparecería en poco tiempo. Más adelante, la salida de servicios como Messenger —aplicación independiente de Facebook—, y la aparición de todavía más alternativas, como Telegram, reforzaron la profecía del deceso del SMS.

Seis años después el Short Message Service (SMS), o simplemente mensaje de texto, sigue vivo. Su sencillez y, sobre todo, mejor forma de difusión, pues no requiere de internet, hace que goce de buena salud. Sin embargo, no pocas cosas han cambiado, especialmente por la manera en que un SMS es tarificado por los operadores de red y por cómo funciona su redacción.

En Cuba el SMS goza de amplia popularidad, aunque todavía persisten algunas dudas que transitan desde la forma en que es cobrado hasta el uso que se da al lenguaje con estos mensajes. Juventud Rebelde ha publicado preocupaciones ciudadanas al respecto que hoy intentaremos dilucidar.

¿Cómo funciona un SMS?

Un SMS es una cadena de datos que admite hasta 160 caracteres, si cada uno de estos «pesan» hasta siete bits al usar un alfabeto genérico. Cuando se habla de caracteres, se incluyen también los espacios en blanco. Y como alfabeto genérico se entiende un tipo de codificación pensada para el idioma inglés y que tiene sus derivaciones en otras lenguas, como el castellano.

El estándar para SMS que hoy usan operadoras como la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S. A. (Etecsa), es el GSM 3.38, que se compone de 138 símbolos, establecido por el Instituto Europeo de Normas de Telecomunicaciones (ETSI, por sus siglas en inglés).

Si se utiliza un símbolo que no está dentro de esos 138 disponibles, el móvil cambia a la codificación Unicode, que limita la longitud del mensaje a 70 caracteres. De ahí que, a veces un mensaje correctamente escrito y con la amplitud estándar adecuada, de 160 caracteres, se cobre doble, por ejemplo.

La explicación se debe a una cuestión técnica: un SMS admite 1120 bits, sin importar el estándar de codificación para su redacción. Con el GSM 3.38 cada caracter pesa siete bits, de ahí los 160 caracteres permitidos. Pero si el SMS es interpretado en Unicode, serán solo 70 caracteres, porque en esta forma de codificación cada uno de ellos ocupa 16 bits.

Un problema inteligente

Antes de 2007, cuando los teléfonos móviles no eran inteligentes, la cuestión de calcular el costo de un SMS fue menos complicada. Por ese entonces la mayoría de los terminales permitían a los usuarios escoger entre un set de caracteres simple o uno extendido. El set simple impedía que se introdujeran caracteres extraños en la redacción de un SMS, de ahí que siempre fuera tarifado correctamente cada mensaje. Para el caso nuestro y la tarifa actual con un teléfono de esos, un SMS siempre sale en nueve centavos CUC en territorio nacional, por ejemplo.

Sin embargo, con los teléfonos inteligentes la redacción de los SMS no funciona de la misma forma, puesto que cada terminal incorpora estándares diferentes, lo cual podría llevar a que el usuario crea que envió un solo mensaje cuando en realidad salió más de uno. Esto se debe a que muchos terminales modernos ya no discriminan entre un set de caracteres simple u otro avanzado. Ni siquiera brindan la opción para escogerlo.

Por ello hoy es muy difícil conocer qué tipo de codificación utilizan los smartphones, debido a que depende, entre otros factores, del sistema operativo (Android o iOS, por ejemplo), de la versión de ese sistema operativo, del lenguaje del teléfono e, incluso, del sistema de codificación que use la aplicación que se encarga del envío de los mensajes. El terminal puede avisar, o no, si se envía uno o más mensajes, factor que también influye en el costo de esa operación.

Me detengo en un ejemplo: digamos que poseo un teléfono inteligente con sistema operativo Android que cumple con el estándar GSM 3.38 de 160 caracteres. Sin embargo, a nivel de código la aplicación de mensajes también incorpora el estándar Unicode. Al redactar un SMS, dicha aplicación podría alternar entre GSM 3.38 y Unicode sin avisar. Como usuario podría pensar que envié un solo SMS con la extensión permitida, y luego descubrir que cobró doble. La cuestión se agrava si el terminal no avisa de ello y se envía un mensaje internacional, cuyo costo mínimo hoy es de 60 centavos de CUC.

Según explican fuentes de Etecsa, la red móvil no es capaz de discernir si el mensaje es muy largo o si llega como uno solo. De forma genérica, un SMS es de 140 bytes. La red móvil verifica que los destinatarios sean los correctos, cuenta los mensajes, los ordena y los hace llegar a su destinatario. Los elementos de la red encargados de cobrar facturan cada mensaje, aunque se haya enviado como uno solo, de acuerdo con su tamaño permitido, o sea, los 140 bytes mencionados. Es el teléfono que envía el que divide los mensajes si exceden el peso permitido.

A nivel de usuario, por otro lado, se percibe el fenómeno diferente: el remitente del SMS escribe un mensaje más grande de lo normal y lo envía como si fuera uno solo, debido a que la interfaz gráfica de su terminal así lo muestra. El destinatario también podría recibir el mensaje como si fuera uno solo, o dividido en partes. Ello dependerá del terminal que posea.

Cuestión de técnica

Ante esta realidad tecnológica, ¿qué se recomienda para el envío de un solo SMS? Podría tratar de determinar qué tipo de set de caracteres usa el teléfono. Una buena opción, además, es redactar un mensaje y verificar si el conteo de caracteres, generalmente fijado en 140 o 160, se reduce de repente a 70, lo cual significa que, en vez de uno, pagará por dos SMS. Hay móviles, como Xiaomi, que no cuentan los caracteres, pero sí incluyen un número entre paréntesis cuando el SMS se compone de más de un mensaje.

En algunos tipos de terminales Samsung este reportero ha visto el número 140 o 160 como extensión para la redacción de los SMS, y los mensajes que se han ajustado a ello han sido cobrados como uno. Sin embargo, en otros terminales de la misma marca la extensión cambia de 140 a 70, porque a nivel de software la codificación cambió.

De forma general es más seguro evitar tildes, palabras con eñe y otros símbolos. A pesar de que el estándar GSM 3.38 incluye las vocales acentuadas y la letra Ñ, ello no significa que el terminal lo reconozca, pues en cuestiones digitales muchas veces los símbolos lucen iguales, pero su programación es diferente.

¿Significa esto último una afrenta a nuestra lengua? La respuesta es sí, aunque este redactor no responsabiliza a Etecsa. Como operadora, esa empresa usa un estándar internacional para el buen funcionamiento de la red, de acuerdo con las capacidades técnicas que posee. Acaso lo que se hace necesario es que se reduzcan los precios de este servicio, en tanto ya transitamos por la era de la internet móvil.

Incluso, más allá de los SMS, los nuevos términos pululan en las aplicaciones de mensajería instantánea. ¿Sabe usted qué significa XD? Es la nueva forma en que nuestros jóvenes se ríen en internet. Adiós jajaja. Son muchos otros los ejemplos que a diario vemos: Abz (abrazos), Bs (besos), TQM (te quiero mucho), Thx (gracias, por thanks en inglés), S2 o SDS (saludos), to2 (todo), x o xq (por y por qué), sin contar el uso de que, ahora es «ke».

Como ente vivo y cambiante, el lenguaje no escapa a los influjos de la inmediatez. Si bien la brevedad de los SMS ha tenido un impacto en esto nuevos modismos lingüísticos, no tiene este fenómeno toda la culpa.

Desde hace más de un lustro es más popular el uso de la mensajería instantánea con servicios como WhatsApp, Telegram y Messenger, por solo citar algunos, y las personas continúan empleando innovaciones en el lenguaje, o sencillamente escriben mal.

Considero, no obstante, que la mala redacción no depende del envío de SMS. En todo caso, la batalla por la ortografía y las buenas maneras escriturales se gana con mucha lectura y escritura.

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