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El regalo de madres añosas

La edad perfecta para la concepción de un nuevo ser está entre los 20 y los 35 años de edad. Sin embargo, en las últimas décadas, el embarazo luego de ese término se ha convertido en un fenómeno común

Autor:

Yuniel Labacena Romero

El embarazo es un evento fisiológico natural, recibido en muchos casos como un regalo, una hermosa oportunidad que deviene puro alboroto y atención en el hogar desde que se conoce la posible llegada de un nuevo miembro a la familia.

La experiencia demuestra que la edad perfecta para la concepción de un nuevo ser está entre los 20 y los 35 años de edad. Sin embargo en las últimas décadas el embarazo luego de ese término se ha convertido en un fenómeno común, sobre todo en países desarrollados, aún cuando implica mayor riesgo para la mujer y el bebé.

Varias investigaciones sobre el tema publicadas en la Revista Cubana de Obstetricia y Ginecología demuestran que en nuestro país existe una manifestación peculiar de este fenómeno, al cual se dedicó un foro virtual convocado por el Cenesex en el mes de agosto.

RIESGOS QUE DECIDEN

Muchas mujeres deciden aplazar su maternidad hasta que las condiciones sociales, profesionales, económicas y amorosas sean las ideales. En esta decisión no siempre tienen en cuenta que sus posibilidades de embarazarse disminuyen con la edad, porque se deteriora la calidad de sus óvulos, sobre todo si esperan hasta la etapa cercana a la menopausia (después de los 40 años) o si en su adolescencia o juventud se sometieron a uno o más abortos.

Ya logrado un embarazo en edad avanzada hay que contar con la mayor incidencia de enfermedades crónicas como la hipertensión arterial y la diabetes, reto que se suma a los cambios fisiológicos propios del embarazo y ponen a prueba las reservas corporales de la mujer añosa, modificando el pronóstico de su gestación.

Una de las modificaciones más significativas tiene lugar entre el segundo y tercer mes de embarazo en el aparato cardiovascular, pues la circulación sanguínea debe adaptarse a la existencia de un nuevo lecho vascular al que se derivan de 500 a mil mililitros de sangre por minuto, lo cual representa un aumento del gasto cardiaco, la frecuencia cardiaca y el volumen de eyección de ese fluido.

También el aumento progresivo del consumo de oxígeno y de la masa del útero dificultan los movimientos del diafragma, y la progesterona incrementa el esfuerzo ventilatorio a través de un efecto directo sobre el centro respiratorio, proceso que se complica a mayor edad.

Otros factores preconcepcionales multiplican su efecto en esta época de la vida y llevan a resultados obstétricos desfavorables (como el retardo del crecimiento del feto y el parto pretérmino). Uno de estos es el hábito de fumar y otros muy importantes son un inadecuado ritmo de trabajo y descanso y malos hábitos alimentarios, asociados a obesidad y malnutrición, que generan complicaciones durante el embarazo, particularmente desórdenes hipertensivos y diabetes mellitus antes o después de la gestación.

Los trastornos venosos, la anemia y la sepsis urinaria también pueden conducir a partos más laboriosos o difíciles, un aumento del sangramiento o mayor número de cesáreas.

Para los bebés de madres añosas también se multiplican los riesgos de muerte fetal, prematuridad o bajo peso al nacer; son más frecuentes las alteraciones genéticas, la hipoxia fetal (falta de oxígeno) y los trastornos neurológicos secundarios al parto instrumentado.

Aunque no es tan absoluto, la edad tiene casi la misma repercusión tanto si es para tener el primer hijo, como el segundo o el tercero, especialmente alrededor de los 40 años o más.

Por estas y otras razones el embarazo en edades de riesgo constituye uno de los desafíos del siglo XXI en materia de educación sexual, cuya estrategia debe encaminarse a una mejor planificación y control preconcepcional mediante la promoción de estilos de vida saludables y el seguimiento estricto e individualizado de la atención prenatal.

La solución no es disuadirlas o alarmarlas, debido a que tener familia es un derecho reproductivo innegable para cualquier mujer, y es bueno saber que el sistema de salud cubano está listo para apoyarlas e informarlas en todo momento, especialmente en una época en que la natalidad es muy baja y debemos preocuparnos por el futuro demográfico de la nación.

Quienes deciden parir bien maduras deben preocuparse por llegar a esa edad en las mejores condiciones posibles, no solo de hogar o pareja, sino especialmente fisiológicas, para que sus riesgos se minimicen y vivan su maternidad como un regalo, no como un castigo.

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