Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Fuegos, turnos, listas…

Maritza Rivas trae una historia de fuego, desde su casa en Carretera de Barreras número 6-C, entre Vía Blanca y Avenida de las Banderas, Tarará, municipio capitalino de La Habana del Este. Y me escribe abrumada por el humo y el hollín que despide el cercano vertedero de esa localidad costera. «En estos momentos —describe—, hace aproximadamente 50 horas se encuentra el mencionado vertedero combustionando y produciendo daños de contaminación atmosférica que impactan directamente la salud humana. La consecuencia más negativa es que de dos a tres veces por año se incendia el vertedero, abarcando toda la gran área que él ocupa, amenazando las llamas con alcanzar nuestras viviendas».

Irma Gutiérrez escribe desde Carretera Central, entre Presidente Gómez y Egusquiza, en Florida, provincia de Camagüey, para narrar las peripecias de los pasajeros en la terminal de ómnibus de esa localidad. Ella labora en la ciudad de Camagüey, y para tomar un ómnibus hacia allá marca a las tres de la madrugada, intentando alcanzar un turno de los que reparten a las 4:00 a.m. Casi siempre tiene a lo sumo diez personas por delante en la cola, pero cuando reparten los turnos, increíblemente le corresponde el 20 y hasta el 30. Asegura Irma que allí guardan números para las amistades en ciertos casos, y en otros los venden a cinco pesos. Y cuando llega el transporte, por otra puerta entran seis o siete personas que «resuelven su entrada». La lectora manifiesta que «si yo soy una simple ciudadana, y me doy cuenta de lo que aquí le informo, cómo las autoridades de este municipio no van a tener conocimiento de esto».

Mercedes Sibori reside en Avenida 78, Edificio 41-A, apartamento 7, entre Quinta C y Quinta D, en la Villa Panamericana, municipio capitalino de La Habana del Este. El 8 de diciembre de 2007 se efectuó en su edificio el cambio de refrigeradores. Y al preguntar por el de su familia, la trabajadora social le comunicó que no les tocaba, pues no estaban en la relación. Debían esperar a la segunda vuelta. El esposo de Mercedes fue al Puesto de Mando municipal y se entrevistó con la responsable, quien no comprendía por qué esa familia aparecía en el censo efectuado en 2005, y no en la relación que tenía la trabajadora social. Entonces supieron que cuatro días antes se había efectuado otro censo, sin previo aviso. Y en su casa no se encontraba nadie, pues ella y su esposo trabajan y su hijo es estudiante. Se dirigieron a casa del presidente del CDR y constataron que él no participó en el censo final, pues cumple misión en el extranjero. El mismo fue realizado por la presidenta de otro CDR junto con los trabajadores sociales. Pero «al parecer no recibieron la orientación de que en caso de no encontrarse nadie en ese momento, tenían que volver a visitar de nuevo el hogar, según nos precisaron en el Puesto de Mando». Mercedes está molesta y con razón: «Dígame usted de quien fue la culpa, al final los perjudicados fuimos nosotros. Espero que se tomen medidas con los responsables de este desagradable incidente, y no se vuelva a repetir con otro núcleo familiar», manifiesta la lectora.

Arsenio Rodríguez anda preocupado con ciertos estilos de algunas entidades en materia de ofertas de trabajo. El lector, quien reside en Carretera Central número 21-A, entre Jesús Menéndez y Danielito, en la ciudad de Santa Clara, considera injustos y dañinos los procedimientos con el solicitante de empleo: investigan en la vida del aspirante y después se atienen a decirle que sí o que no, pero se reservan el derecho de informarle los fundamentos en caso de que lo rechacen. Esta práctica, en el caso de que hubiera razones para no aceptarlo, obstaculiza la erradicación de las deficiencias que pueda tener esa persona para acceder a la plaza, señala. «Esas características negativas del proceso de selección, lo desvían bastante del concepto de empresa socialista y su papel en la formación del hombre nuevo, al permitir el encubrimiento fácil de favoritismos y nepotismos», subraya. Y este redactor piensa que es válida su inquietud por esa tendencia, que sobre todo se refleja en entidades del llamado «mundo emergente». Puede haber excepciones justificadas, pero generalmente las personas deben saber por qué no se le acepta, sin misterios ni enigmas. Con la verdad se va a cualquier parte. Lo otro es dejar el margen a la especulación, el rumor, la suspicacia y la desconfianza.

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