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Microbrigada, macropaciencia…

Jesús Díaz y Edelmiro Rivera escriben desde Finca El Cañón y Finca La Yaya, respectivamente, en San Juan y Martínez, Pinar del Río. Ellos integran un grupo de microbrigadistas que en 1985 comenzó a erigir en ese territorio un edificio para 12 familias. Pero la obra del inmueble se detuvo, y ellos se mantuvieron mucho tiempo en la construcción, reconstrucción y remodelación de obras sociales en ese poblado. En los últimos años, han laborado en la recuperación de viviendas dañadas por huracanes; mientras que las suyas permanecían en espera de terminación. Al fin, en 1999 pudieron reanudar las labores de su inmueble, y fue en septiembre de 2007 que, a duras penas, lo concluyeron. Desde entonces, cuando tanto han postergado, continúan aguardando por que se produzca la ansiada entrega de las viviendas. Las autoridades locales alegan la necesidad de urbanizar toda la zona, con más de cien viviendas, a las cuales, hasta entonces, se les había permitido sus propios tanques sépticos independientes. Pero ahora, esa solución individual de cada quien se ha convertido en un problema. Y todo se hubiera resuelto si entonces se hubiera construido un tanque séptico a más de 200 metros del edificio, para lo cual había recursos. «En los últimos cinco meses, recalcan, nadie en el municipio o la provincia se ha interesado por esta situación. Solo se han logrado promesas de más adelante». Un récord de espera.

A ojo de buen cubero: Así tienen que adquirir los productos muchos compradores en el país, porque el comercio en muchos casos está diseñado para comodidad de los que venden y no de quienes compran. Un ejemplo lo muestra en su carta Luz María Céspedes, vecina del edificio 25, apartamento 850, Las Coloradas Nuevas, en Moa, Holguín. Recientemente, CUBALSE abrió una tienda en esa ciudad industrial, y Luz María intentó comprar un pitusa cuyo valor es de 14,70 CUC, pero no se aventuró, porque allí no concibieron un probador. Le propuso a la tendera probárselo en la tienda de al lado, dejándole el dinero en custodia; o de lo contrario adquirirlo, y si no le servía luego cambiarlo. Pero todo fue una negativa. Trabas para el comprador, pocos deseos e interés de vender, que es su objetivo. Ley del embudo. Ese es el criterio que Luz María se ha llevado. Al final, no pudo adquirir el pitusa, porque 14,70 CUC son 14,70 CUC.

Olvido sobre el asfalto: Rosa María Cuesta lo cuenta y se ensoberbece, porque fue la aspiración de los vecinos durante muchos años, desde 1976, para que ahora de un tirón vengan a fastidiarlo todo. Rosa María, quien reside en Julio Sanguily 302, entre Joaquín de Agüero y Benavides, en el reparto La Vigía de la ciudad de Camagüey, relata que el problema de su calle data de 1976, y nunca fue prioritario, a pesar de que lo planteaban en las asambleas de rendición de cuenta y ocupaba tiempo y gestiones de tantos delegados que han tenido. Al fin, en 2006, se asfaltó la calle. Pero el 11 de enero de 2008, una brigada de Acueducto y Alcantarillado estuvo trabajando en la cuadra, y tuvo que romper la misma, junto con la acera. Pero sencillamente concluyó, se fue, y dejó los huecos rellenados como quiera. Dejó la estela de lo inacabado y lo chapucero. Dejó el disgusto entre los vecinos, que tanto tuvieron que esperar por ver su calle asfaltada, y ahora vuelven al deterioro.

¿Terreno de nadie?: Isabel Gómez relata el drama de la comunidad 28 de Septiembre, ubicada en Esquina C número 31, entre Primera y Final, reparto Rosario del municipio capitalino de Arroyo Naranjo. Son 36 casas construidas por los vecinos con el apoyo del Contingente José Martí. Pero la comunidad se erigió entre dos torres de alta tensión, y debido a ello, aún los inquilinos no tienen la propiedad de sus casas, ni por lo tanto libreta de abastecimiento. No rezan como residentes de ese y de ningún sitio, pero sí les cobran la electricidad y el agua. Y les han explicado entendidos en la materia que allí hay un campo magnético peligroso para la salud humana. Contactaron al delegado de la circunscripción. Fueron al Gobierno municipal, y este los remitió a la Dirección de Vivienda, para realizar un cambio de dirección temporal por un año. Pero resulta que esas casas no aparecen registradas; sino que aún figura el sitio como un polígono o campo de tiro que existía antes. Hay alta tensión por allí.

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