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Palabras nada más

«Todo queda en palabras nada más. Lo que hay es falta de interés y de voluntad para resolver la situación. ¿Hasta cuándo vamos a seguir soportando?», sentencia en su carta Máximo Martínez Pérez, residente en el Edificio 20 A, apartamento 30, en el reparto Guiteras, del municipio capitalino de La Habana del Este. Y sus palabras tienen fuerza moral, porque ya esos vecinos llevan más de tres meses sufriendo una tupición de aguas albañales, que derrama estas en la planta baja del inmueble, y ya amenaza con contaminar la cisterna del mismo. El problema es muy viejo: desde 1990 se tupen con mucha frecuencia los registros. Entonces, «vienen, le ponen una curita, gastan cemento, cinta, salario y tiempo; y al final vuelve lo mismo», señala. Refiere airado Máximo que esto se conoce en todo el territorio, se ha reportado por medio de la delegada, el Consejo Popular, y más de 15 veces a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado del Este, que es la que debe atender tal situación. Palabras han sobrado: «Esperen, que va el carro»; o «no tenemos transporte», «está fuera del municipio», «no hay combustible»... Siguen pasando los días, las semanas... ¿Las aguas negras filtrarán la cisterna?

Medidas ante derrames de hormigón en las vías: El pasado 6 de mayo, el lector Abraham Zamora, del municipio capitalino de San Miguel del Padrón, denunciaba los constantes derrames de hormigón sobre el asfalto de los camiones trompos y hormigoneras que trasladan mezclas en la ciudad, muy sobrecargados. Abraham solicitaba una explicación del porqué. Y ahora, con bastante retraso pero esclarecedora, llega la respuesta de Luis E. Brito Jiménez, director de Atención a la Población del Ministerio de la Construcción, quien reconoce que tal descuido afecta el ornato y la limpieza de la ciudad, a más de sus impactos medioambientales y económicos. Brito precisa que tal alerta fue debatida en el Consejo de Dirección de la empresa TICONS, la cual no es la única que presta esos servicios, pero no está exenta de tales indisciplinas. Por ello han acordado la revisión y actualización de los parámetros de calidad para la transportación de hormigón, el análisis del funcionamiento del puesto de mando operativo, la comprobación del estado técnico de los equipos y el control de sus recorridos, la disminución de un metro cúbico de carga en cada equipo y el chequeo a la salida de la planta. También aplicarán medidas disciplinarias a los infractores que derramen hormigón por las calles de la ciudad.

¿Cuál es el misterio?: «Si no fuera por la indignación y la amargura, movería a risa», sentencia Armando Peraza Martínez, ante la absurda situación en que se han visto él y sus vecinos con irregularidades en el servicio eléctrico. Sin quererla ni beberla. Armando reside en el edificio 25, apartamento 4, calle 25, ampliación de San Matías, en el municipio capitalino de San Miguel del Padrón. Y todo fue que el sábado 4 de octubre, como resultado de una tormenta eléctrica, hubo un corte de electricidad desde las 4:00 p.m. hasta las 10:30 p.m. Cuando llamaron al 1-8888, teléfono para reporte de averías, les comunicaron que era «un disparo en el circuito». Pero cuando se repuso el servicio eléctrico, los vecinos descubrieron decenas de efectos electrodomésticos afectados. Y en la madrugada siguiente, una familia tuvo que llamar a la Organización Básica Eléctrica, porque sus cables eléctricos estaban al rojo vivo. El domingo 5, Armando y otros afectados llamaron al 1-8888 para informar de los daños. La operadora preguntó la dirección, y respondió que ya había sido reportado. Él insistió en qué pasos debía seguir, y la operadora le reafirmó, con cierto énfasis: «Señor, ya ha sido reportado». Los vecinos aguardaron, y el 9 de octubre se personaron en las oficinas de la OBE municipal. Fue cuando les comunicaron... «que el caso no había sido reportado dentro de las 72 horas, como está establecido, y que en dicha dependencia no constaba informe de la brigada de reparación de averías que implicara responsabilidad por parte de la Empresa». Armando se pregunta entonces por qué aquella operadora le reiteró, con ese tono enfático como para que no insistiera más, que ya el caso «estaba reportado». El lector pregunta si ahora, «hablando en buen cubano, en lo que el palo va y viene, y el sacrosanto mundo del burocratismo pone sus trabas, ¿dónde, cómo y cuándo se resuelve nuestro problema?».

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