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El taxi fantasma

Los pícaros andan sueltos, ya lo sabemos. Pero cuando se actúa con rapidez y eficiencia, al menos se les cierran los atajos. El pasado 23 de mayo publicamos aquí la denuncia de la matancera Nilsa C. Peñalver Pedroso sobre el cobro astronómico de un taxi.

Tenía que trasladarse Nilsa desde la Terminal 3 del Aeropuerto Internacional José Martí hacia la Atenas de Cuba y le solicitaron 90 CUC por el servicio.

Al llegar a su provincia dio la voz de alarma, pero no había obtenido respuesta.

Una semana después de publicada la carta, arribó la contestación de Francisco del Toro Morejón, director de la Empresa de Taxis de Matanzas. Según refiere Francisco, en cuanto tuvieron la queja en sus manos se entrevistaron con Nilsa para precisar los detalles; y comenzaron «un plan de acción para detectar al infractor y al vehículo».

De conjunto con las autoridades del MININT en el territorio —explica el directivo— pudieron comprobar que la chapa anotada por la afectada (MSU 627) no existe entre los taxis matanceros. «Procedimos a hacer combinaciones con las letras, con los números seis, dos y siete y solo sale un Lada perteneciente a Educación provincial».

De hecho, la letra U, todavía no se ha usado en la provincia, «ni en servicio CUC, ni en Moneda Nacional», especifica el funcionario.

Como había piezas extrañas en el rompecabezas, los miembros de la Empresa de Taxis se entrevistaron nuevamente con Nilsa. De esta segunda conversación salieron los datos faltantes de la historia. Se trataba de un «carro color beige, moderno, sin aire acondicionado, sin taxímetro y con un chofer vestido con ropa civil».

«Desde el 2 de mayo de 2008 —informa Francisco del Toro— (...) nuestra provincia posee todos los vehículos que prestan este servicio al turismo o en CUC, con torreta, taxímetro, aire acondicionado y pegatina que identifica a Cubataxi a ambos lados.

«Y en el caso de los que sirven a estos fines en Moneda Nacional, todos pintados de amarillo y negro, con pegatinas de Cubataxi en las puertas delanteras y traseras; además indicativo y nombre del municipio en la parte trasera».

Luego, concluye el directivo: «Podemos asumir que el transportador fue un “botero”».

Agradecemos las rápidas gestiones y la detallada respuesta de la Empresa matancera. Tal vez no se haya identificado al «superlisto» que extorsionó a Nilsa, pero después de conocer al menos las características de los taxis será más difícil que los choferes de autos enmascarados —sean o no “boteros”— se aprovechen de la necesidad ajena.

Por cierto, sería muy bueno adoptar la sugerencia que nos hacía la remitente y se colocaran bien visibles en aeropuertos y otros lugares públicos las tarifas y características del servicio. Siempre habrá que saber más que los tramposos.

Aguacero en el albergue

Hace casi cinco años, Ana González Frómeta, Ángel Despaigne y otros vecinos de San Pedro No. 356, entre San Germán y Trinidad, en Santiago de Cuba, están sufriendo el deterioro del albergue que habitan. En 2004 —cuentan Ana y Ángel—, la escuela Ignacio Agramonte, que colinda al fondo con el edificio multifamiliar, fue demolida.

Esto, explican los remitentes, produjo afectaciones al inmueble colectivo, angustia que se adicionaba a su mal estado por los años sin reparación alguna.

San Pedro No. 356 es una construcción antigua, con piso de madera, relleno y mosaico —que ya se está hundiendo—, y techo de tejas francesas en peligro de desplome, argumentan los vecinos.

Representantes de las ocho familias que habitan el albergue se han dirigido al delegado del Poder Popular, a la Dirección Municipal de la Vivienda; incluso enviaron en febrero de 2008 cartas a las autoridades nacionales.

Hasta ahora no han tenido respuesta. Y el asunto preocupa. Ya es bastante llevar 15 años albergados para que también se le caiga a uno ese techo encima.

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