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Rechazados por sus empleadores

De cara a tantas limitaciones económico-financieras, el país tendrá que tomar decisiones para preservar el derecho al empleo y al adiestramiento laboral de los técnicos medio recién graduados. Sí, porque ya algunas entidades comienzan a vulnerar la política laboral, arguyendo contracciones.

Un caso sintomático es el de 59 recién egresados del Instituto Politécnico Informático de Santa Clara, que fueron rechazados en las entidades donde fueran ubicados. El testimonio lo dan en su carta Belkis Cárdenas (Carretera de Camajuaní kilómetro 2, número 225) y Leyanis Marichal (Edificio 12 Plantas número 2, apartamento 1-G, reparto Sandino), ambas de la ciudad de Santa Clara, y madres de dos alumnos.

Refieren ambas madres que el 22 de mayo pasado les fueron otorgadas las ubicaciones a los egresados, y se les orientó presentarse en las empresas. Pero cuando los graduados acudieron a sus supuestas empleadoras, estas se negaron a recibirlos, y devolvieron las boletas a la Dirección de Trabajo, sin dar explicaciones a los jóvenes.

Ante las reclamaciones, el Director municipal de Trabajo se reunió con ellos y les explicó que esas empresas habían recibido orientaciones de sus organismos superiores de congelar el presupuesto y sus plantillas, debido a la actual situación del país, después que las mismas habían aceptado la incorporación de graduados.

Y entonces les ofertaron a los 59 jóvenes ubicaciones que no se corresponden con el proceso inicial. «Hablando literalmente, apuntan, son plazas que sobraron después de dicho proceso». Y entre esos 59 egresados están los primeros en el escalafón de la escuela, incluso Títulos de Oro.

Hasta ahora no han tenido respuestas efectivas, y solo conocen que el Gobierno territorial estaba haciendo gestiones con esas empresas. El pasado 7 de julio los citaron, y según las madres, «fue una falta de respeto, porque no fue ningún miembro de la dirección del Gobierno en el territorio, como habíamos pedido, y de forma impositiva trataron de exigirnos que nuestros hijos tenían que aceptar esas ubicaciones. Como padres no creemos que nuestros hijos sean merecedores de lo que no les pertenece».

Continuaron las gestiones, pero al final, «es que siguen sin aceptar a nuestros hijos, porque sus organismos superiores se lo prohíben.

«Nuestros hijos están convencidos del momento histórico que se vive, sostienen. Si inicialmente esta hubiera sido la oferta, OK. Pero estas escuelas fueron creadas bajo las ideas de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, ya que existía la necesidad de formar técnicos medio en la especialidad de Informática».

Increible, pero cierto

La frase es del propio Claudino Tarrago (Calle Primera, Edificio 3, apartamento 3, entre A y 14, reparto El Llano, Holguín). Y no es para menos.

El pasado 15 de junio compró en la tienda El Níkel, de la cadena Meridiano en esa ciudad, un ventilador de techo marca Midea, al precio de 16 CUC. Pero cuando lo echó a andar en su casa, comenzó a calentarse vertiginosamente.

Claudino fue al taller Friovent y allí le atendieron muy amablemente. Pero se determinó que no procedía su ingreso y le orientaron que viera al gerente: en el taller no se calentaba, como en la casa de Claudino. Pero el gerente estaba de vacaciones. El 9 de julio Claudino volvió al taller, y no se pudo localizar al gerente. Le sugirieron que llamara por teléfono para no hacer el viaje en vano.

El 10 de julio llamó cuatro veces y asegura que nadie tomó el teléfono para responder. Por fin, al otro día, la sobrina de Claudino logró hablar con el gerente, que ya se retiraba. Le explicó todo el asunto, pues la preocupación era que se quemara el equipo. Y el gerente le aclaró que el mismo tenía dos meses de garantía, por lo cual debía encenderlo las 24 horas del día, y cuando se quemara, entonces le devolverían el dinero.

«Increíble, pero cierto, apunta Claudino, en medio de la campaña de ahorro energético que enfrenta el país, y que existan tales respuestas».

El afectado ha intentado comunicarse con el teléfono 421086, de Atención al Consumidor, pero nadie le responde allí. «¿Debo esperar a que se queme el equipo y el Estado pierda el dinero, pudiéndose evitar esto con un poco de voluntad, conciencia y sentido de pertenencia?», pregunta.

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