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EL 30 de agosto pasado, dos inspectoras de Finanzas y Precios tocaron a la puerta del cuentapropista Andrés Delgado Hernández, en avenida 71 No. 6830, entre 68 y Final, en la localidad habanera de Batabanó, y le solicitaron los documentos que lo acreditan como tal.

Con la paz de quien respeta la legalidad, les mostró sus papeles: la licencia que le posibilita laborar como tornero hace 13 años, la autorización para prestar ese servicio, el control semanal de ingresos y la fe de la materia prima utilizada. Además, les enseñó la clasificación de los equipos, y la organización y control de sus trabajos con el nombre de cada cliente y el precio cobrado en cada caso.

Tras dos horas de revisión, las inspectoras aceptaron que todo estaba en regla; pero debía pagar una multa de 250 pesos por no tener un cartel donde dijera el servicio que prestaba. Y le recomendaron que podía realizar la apelación si lo consideraba pertinente.

Afirma Andrés que en sus 13 años como trabajador por cuenta propia ha llegado a conocer al dedillo la legislación al respecto. Y cita un conjunto de resoluciones que rigen sus deberes. Pero nunca le han dicho que debe poner un cartel para especificar el servicio, ni se lo han notificado en las numerosas inspecciones que ha recibido en tanto tiempo.

Al otro día de la inspección, se entrevistó con la Directora de Finanzas y Precios a nivel municipal, quien le manifestó que no podía quitarle la multa. Fue entonces a la Dirección Municipal de Trabajo y habló con el Director y la funcionaria que atiende a los cuentapropistas. Ambos dijeron que no tenían conocimiento de que esos trabajadores estuvieran obligados a situar un cartel que promocione sus servicios, a excepción de quienes venden alimentos.

Andrés pagó la multa a tiempo, pero afirma: «Me considero un humilde trabajador y siempre me ha caracterizado la legalidad en todas las acciones que he desarrollado a lo largo de mi vida. Encuentro injusto que me hayan aplicado una multa por algo que no me avisaron debía tener. ¿Acaso ha salido una nueva normativa que regule esto?».

Sería oportuno que el Ministerio de Finanzas y Precios esclareciera la inquietud de un trabajador por cuenta propia, en las vísperas de una apertura de esa modalidad de empleo no estatal en el país.

Nadar en buenas aguas

A la profesora de Natación Mirta María Díaz le deben estar sonando los oídos hace rato, por los criterios de los padres de sus alumnos acerca del trabajo que desempeña en el Complejo de Piscinas de la Ciudad Deportiva, en la capital.

Encabezados por Rebeca Gómez (Calle Albear 366, entre Primera y Palatino, Cerro), 18 padres y madres de los pequeños elogian que, en medio de tantas dificultades y problemas que tiene el país, esta profesora tenga tanta devoción a su enseñaza, pero también a sus alumnos.

Aparte de la disciplina y puntualidad que le caracterizan, los firmantes destacan:

«Cada uno de nosotros siente que nuestro niño es especial y único para ella. Se preocupa por cada detalle de sus vidas: cómo están en la escuela, cómo duermen, cómo se alimentan… Y se comporta como un familiar más cuando están enfermos.

«Cuando está con ellos dos y tres horas, de lunes a sábado, lo único que transmite a los que estamos en las gradas observando es que el aprendizaje de sus alumnos es lo más importante. Cuando han existido dificultades para entrenar en estas piscinas, ella se ha trasladado a cualquier punto de la ciudad donde le den la oportunidad de entrenar, para que los niños no se afecten.

«¡Cuánto anhelaríamos profesores así a todos los niveles de enseñanza de nuestros hijos! Ellos, aun los más pequeños, la siguen y la respetan. Ella merece toda nuestra admiración no solo por su actitud, sino también por los resultados en años anteriores. Gran parte de sus alumnos son después merecedores de matrícula en la Escuela Superior de Natación Marcelo Salado».

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