Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Sentir y pensar

Nadie sabe lo que le espera. El pasado 15 de marzo, el santaclareño Efraín Díaz trajo a su hermano a un turno médico en el Hospital Hermanos Ameijeiras, de la capital. Y a las 2:00 p.m. se apuntaron, con los números 59 y 60, en la lista de espera de la terminal de ómnibus La Coubre, para retornar a su ciudad.

Al llegar la guagua, llamaron 14 números, y el último fue el 59. Así, su hermano, que padece de epilepsia y tiene trastorno sensoperceptivo, tenía que viajar solo. Y eso era imposible por su vulnerabilidad.

Efraín confió en la sensibilidad y el sentido común ajenos, cuando explicó a la empleada de la taquilla de llamadas que su hermano no podía viajar solo, y le rogó que los hiciera rotar. Y ella le respondió que tienen orden de no realizar tal operación.

Entonces, él le solicitó la resolución que ampara la negativa, y jamás apareció el documento; de manera que tenían que apuntarse de nuevo en la lista de espera. En la discusión del asunto, se apareció otro empleado que, según Efraín, lo trató con agresividad.

Al final, se resignó a volver a la lista de espera, y entonces la empleada encargada de anotar a los viajeros le dijo que no los podía volver a anotar, porque ya lo había hecho con anterioridad. «Se puede imaginar cómo me puse —agrega—, pero le comenté lo sucedido; y ella fue capaz de entender la situación, que no tenía justificación la actitud de la empleada de la taquilla».

Al fin, pudieron regresar en un ómnibus extra, número 4008, que salió a las 4:00 p.m., con dos choferes que, según él, eran el contraste de lo vivido antes: dedicación, amabilidad, entrega en su trabajo.

Efraín pregunta: «¿Esta situación en La Coubre está respaldada por algún documento oficial? ¿Dónde está el valor humano de esas personas, incapaces de conmoverse con el dolor ajeno? ¿Por qué en esos lugares, donde se atiende público, no laboran personas más pensantes, con capacidad para buscar soluciones a problemas imprevistos, cuando debemos ser complacientes y no maltratar a la población?».

Faltaron el pienso y la explicación

El pasado 26 de enero, desde Madruga, en la provincia de Mayabeque, Marilis Martell denunciaba que su esposo, criador y productor de conejos, sufría los incumplimientos de los términos del contrato que tiene firmado con la Empresa de Ganado Menor (EGAME).

En 2010, el campesino sobrecumplió su plan de producción de carne, y a fines de ese año la EGAME aún no le había suministrado el pienso contratado, refería Marilis. Y apuntaba que, aunque su esposo hacía malabares para buscar alternativas, a otros productores de avanzada edad se les mueren los conejos.

«Cada vez que hablamos con los encargados en Madruga —decía su carta—, dicen que es una deuda impagable. Ni una reunión se ha dado para explicarnos por qué no se ha pagado la deuda; yo escalé hasta aquí sin tener respuesta alguna. Y si hubiéramos incumplido el contrato nosotros, ya ellos hubieran tomado alguna medida».

Al respecto, responde Lázaro Alfonso, delegado de la Agricultura en la provincia de Mayabeque, que realmente existía una deuda de 365 kilogramos de pienso. Y el problema se generó porque «en el cuarto trimestre del 2010 se produjo un desabastecimiento de materia prima para la preparación de ese tipo de pienso, lo cual afectó a todos los municipios de la extinta provincia de La Habana, y generó varios incumplimientos en ese sentido…».

Se pudo comprobar, asegura, que la Empresa Rubén Martínez Villena realizó reiteradas gestiones, pero no pudo obtener el pienso. Y agrega que ya el reclamante lo recibió, y se mantiene estable el suministro de dicho renglón en toda la provincia, a partir de la entrada de materia prima.

Tal respuesta, concluye, se le dio al reclamante personalmente.

Agradezco la respuesta y la solución; pero realmente no se llega a saber la causa del desabastecimiento del pienso contratado. Si, además, se dice que en el cuarto trimestre se produjo el déficit, no se aclara por qué en el resto de 2010 no se había cumplido en tal sentido.

Tampoco se explica por qué los productores no tenían la información requerida. ¿Por qué, cuando se quejaron, les dijeron que era una deuda impagable? ¿Hasta dónde gravitaron imponderables del país y hasta dónde desentendimiento de la deuda para con los campesinos?

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.