Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Apagones de promesas

Liudmila Granado (calle 1 No. 3 entre Antonio Guiteras y Pedro Lantigua, reparto Manuel Ascunce, Jobabo, Las Tunas) aguarda aún por que la Empresa Eléctrica la vindique como cliente y salga del estatus de suplicante olvidada.

Con el paso del huracán Ike por esa zona, en el 2008, se derribó el tendido eléctrico que brindaba servicio a ella y a otros vecinos. En medio de la recuperación, la Empresa Eléctrica buscó una solución emergente, que no era la más adecuada; pero quizá la situación lo imponía en ese momento.

El «remedio» fue sacar un bajante de un poste del tendido, un tanto alejado, hasta una cruceta de madera. Del bajante, hecho con cables viejos, se sacaron a su vez tres cables más para alimentar la casa de Liudmila y otras dos más. Ha llovido mucho desde entonces, y los cables están sulfatados. Las casas que se alimentan de la improvisada instalación frecuentemente se quedan a oscuras.

Luego de numerosos reclamos la Empresa Eléctrica hizo otro arreglo «rápido» y orientó a los vecinos que abrieran un hueco para la futura instalación del poste y la eliminación de la vieja cablería.

El hueco se abrió y se cerró varias veces. Ni el poste ni los técnicos aparecieron. Las interrupciones continuaron, y los reclamos de los afectados también; «pero no atienden nuestros llamados», confiesa Liudmila. La solución de los vecinos ha sido golpear los cables con un palo para separarlos, a riesgo de sus vidas.

La última queja la hizo el esposo de Liudmila el 3 de octubre de 2011. Dijeron que tenían diez días para responder. Luego de 25 días, y con apagones continuos, Liudmila llamó al puesto de mando de la Empresa Eléctrica. La técnica de Despacho le dijo que ellos nada tenían que ver con el asunto. Entonces recurrió a la UEB (Unidad Empresarial de Base) de Jobabo, y el Comercial le dijo lo mismo. Le pasó el teléfono al técnico de Operaciones, quien prometió que daría respuesta inmediata.

Tras tres meses de espera, y ya desesperanzada por tantos engaños, Liudmila pregunta: «¿Podrá alguien reparar los atropellos sufridos?».

La tocó hondo

Aquí siempre habrá un rincón para todas esas buenas causas del cariño, la inclusión, la solidaridad y el reconocimiento a quienes vindican la dignidad de la conducta humana.

Por eso ayer revelé el noble testimonio de la habanera Edita Mustelier acerca de todo lo enaltecedor que captaron sus ojos durante una visita de varios días a la localidad de Frank País, en la provincia de Holguín: limpieza en aquel rincón de Cuba. Limpieza literalmente hablando, y en el alma de las personas.

Hoy me escribe Margarita Romero Vega, primera secretaria del Comité Municipal del Partido en Frank País, para agradecer en nombre de todos los habitantes de ese territorio, los elogios de Edita y el reflejo de ellos en esta columna.

Como una pobladora más de esos lares, Margarita confiesa que allí siempre recibirán con la merecida hospitalidad a quien desee visitar ese terruño. Y no se ufana por el reconocimiento; todo lo contrario, humildemente, como debe ser, asegura que ese reconocimiento los obliga aún más a perseverar y a elevar el bienestar en Frank País. Alcanzar superiores resultados no solo en los indicadores económicos, cifras y metas; sino también en la felicidad de la gente.

No es usual que un dirigente o funcionario escriba de corazón a esta columna, a no ser para responder quejas y denuncias ciudadanas. Por eso abrazo el fervor de Margarita. Digna su reacción del elogio de Edita, una habanera que sabe rastrear con los ojos de la bondad. Así somos más felices.

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