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Lo que sufre el consumidor

Luis Gutiérrez Urdaneta (avenida Ciudamar 18503, entre 1ra. y 3ra., reparto Ciudamar, San Miguel del Padrón, La Habana) cuenta que el sábado 29 de octubre, en el Mercado de Productos Industriales (estatal) de la Virgen del Camino, en la capital, vendían llaves de lavamanos Grixa a 60 pesos. Y como no tenía las dimensiones exactas de la que necesitaba su lavabo, decidió volver por allí el lunes 31.

El 31 la tienda estaba cerrada por inventario. Al siguiente día retornó y ya no había llaves… Pero el 9 de noviembre fue a la feria de los vendedores privados de la Virgen del Camino. Y para su sorpresa, los particulares vendían las pilas Grixa ¡a 200 pesos!

Luis cuestiona: «¿Cuántas pilas se dejaron en el mercado para la venta al público? ¿Quiénes son los responsables de inspeccionar permanentemente a los privados en la Feria? ¿Cómo los inspeccionan? Las personas que mostraron las pilas, lo hacían sin esconderse. Parece que están acostumbradas a una relativa impunidad».

Por su parte, Lázaro Ríos Aldama (Calle Sol 358, apto. 24, entre Aguacate y Compostela, La Habana Vieja) hace ya un tiempo que no logra conseguir tarjetas de recarga Nauta por valor de dos CUC.

Cada vez que se dirige a oficinas y puntos de venta de Etecsa, que se supone las tengan, le dicen que no hay, que se agotaron. Incluso los particulares con licencia para venderlas no las tienen e informan que Etecsa no se las ha ofertado más.

«Existe la recarga directa en máquina —apunta—, pero para recargar en la máquina se requiere estar en colas de más de una hora. Y lo peor es cuando después de hacer la cola, te dicen: “Por favor, espere, pues el sistema está caído”. Para complicarlo todo más, agrega, las oficinas de Etecsa abren en horarios en que uno está trabajando.

«¿Por qué para comprar una tarjeta debemos hacer colas de una hora y más? ¿Acaso no pudiera haber alguien que solo venda tarjetas incluso en una mesa fuera del local? Debemos buscar soluciones que nos hagan la vida más agradable y llevadera.

«¿Acaso no nos damos cuenta de que dos CUC o el equivalente en CUP resultan bastante caros, y encima de eso para conectarme debo comprar una tarjeta de cinco CUC? ¿Por qué debo comprar una tarjeta de cinco CUC con otra persona que ni siquiera conozco, y compartirla a la mitad a riesgo?», concluye la remitente.

Claro que se puede

Suany Prieto Castañer (calle Santa Teresa No. 417, entre Primelles y Churruca, Cerro, La Habana) llegó en ascuas con su hija de cinco años a la Ciudad Deportiva de la capital en septiembre de 2014. La pequeña, con problemas graves de asma, alergias y sobrepeso infantil, había sido recomendada por los médicos para que practicara natación.

Y Suany tuvo la suerte de toparse con la entrenadora Gleidy García Díaz, la cual, a pesar de tener una matrícula bastante alta, no se parapetó en el «no» o el «imposible».

«Esa profesora, y ese día, cambiaron mi vida para siempre y la de mi pequeña», atestigua con devoción la madre.

Dos años después, la niña ha superado con creces los problemas que le llevaron hacia la natación. Acaba de ganar su primera competencia, no ha presentado nunca más ataques de asma ni crisis alérgicas, tiene un peso adecuado y su autoestima ha crecido. Suany proclama que todo se lo debe a esa profesora y a la institución.

«Es cierto que la natación es un deporte de recursos; no dejo de reconocer que muchas veces nos han faltado, pero igualmente se han resuelto», afirma. Y apunta que los niños han tenido que trasladarse hacia el Camilo Cienfuegos, a la escuela Cesario López e incluso hasta las piscinas naturales.

No ha habido obstáculo que frene a esos entrenadores, enfatiza. «Hemos compartido un mismo carril para siete niños nadando en circuito (uno detrás del otro), para que otros también puedan nadar; un carril por profesor; un horario para la natación y otro para el polo acuático; un horario para los pequeños y otro para los mayores, con una solidaridad espontánea, con un amor increíble por el deporte y la enseñanza», señala.

«Es eso —dice— lo que a diario despliegan los entrenadores del complejo de piscinas de la Ciudad Deportiva: Gleidy, Mirtha, Pacheco, Miguel, el grupo de mantenimiento de las piscinas, los administrativos y otros tantos que, sin importar los problemas personales y la falta de cloro, lo dan todo por nuestros niños, cantera fundamental del deporte cubano».

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