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Desalentada

Defraudada, frustrada en sus sueños de estudiar la carrera de Medicina, así se siente Denia de la Caridad González  Bosque, allá en Emilio Núñez número. 57, entre Julio E. Carballo y Máximo Gómez, Mayarí, Holguín.

Relata Denia que es Licenciada en Enfermería, con diez años de trabajo en el sector, y laborando en el hogar de ancianos de la localidad de Felton. A finales de junio pasado solicitó, por convocatoria para trabajadores de la Salud, la carrera de Medicina.

El 28 de julio, la Secretaria Docente de la Facultad de Ciencias Médicas Lidia Doce, de Mayarí, le comunicó por teléfono que se le había otorgado la carrera a ella y a otros cuatro trabajadores de la Salud más. El 30 de julio la liberaron de su trabajo, pagándole la liquidación. Y todo ello aprobado por la Dirección Municipal de Salud en Mayarí, a la cual también le habían comunicado el otorgamiento.

Los seleccionados se presentaron en la Facultad de Ciencias Médicas municipal, y la secretaria docente les comunicó que debían presentarse el 31 de julio en el Departamento de Ingresos de la Universidad de Ciencias Médicas (UCM) de Holguín, con un expediente completo (solicitud de carrera, aval, carta de liberación del Director Municipal de Salud y carta de la jefa inmediata).

El 31 de julio fueron con todo lo solicitado a la UCM y les informaron que el 29 de agosto debían presentarse para realizar la matrícula con otros documentos (original y fotocopia del título de Licenciada en Enfermería, seis fotos, carné de salud, carta del área de atención y carta de salario).

Y el 29 de agosto, al personarse allí, les dijeron que aún no tenían el listado de la segunda convocatoria, que les avisarían cuando llegara la aprobación desde La Habana. Posteriormente Denia llamó varias veces y le dijeron que dicha aprobación aún no había llegado.

El 12 de septiembre, ya preocupada porque el curso había comenzado, Denia llamó al Departamento de Ingreso de la Facultad de Ciencias Médicas de Holguín y recibió lo que ella considera «una dolorosa noticia». No se había aprobado su ingreso y debía retornar al centro de trabajo, después de un mes y medio sin laborar ni cobrar salario alguno. Hacia allí, donde ya habían causado baja, debían regresar; además de todos los trámites y gastos realizados.

«Quiero saber cómo es posible que se dé una orientación a un grupo de trabajadores, y al tiempo se oriente todo lo contrario —señala. Emocionalmente me siento afectada, ya que de pronto pensé que iba a cumplir un sueño esperado por mí durante varios años; y en poco tiempo todo se desvanece sin tener una explicación. ¿Quién es el responsable?», se pregunta.

Agradecido

María del Carmen González Castillo ingresó en el hospital Hermanos Ameijeiras, de la capital, con un tumor maligno de siete centímetros, la hemoglobina en cinco y las plaquetas en 1 200; cuenta su esposo, Amado Moisés Martínez Cepero, ambos vecinos de San Leonardo 169 Apto. 6, entre Flores y San Benigno, Santos Suárez, La Habana.

Como cristiano, Amado da gracias a Dios y también agradece la profesionalidad de los doctores José Calderín, Pedro Vilorio, Lensky Aragón y Roberto Santana, a los enfermeros, anestesistas y personal de apoyo, que asumieron exitosamente una operación compleja y muy difícil. Y a la doctora María Julia, del departamento de Radiología.

La gratitud de él y de toda la familia la extiende al personal de las Sala 6 de Gastroenterología, y 17 A de Cirugía, desde los médicos hasta los auxiliares de limpieza, por la profesionalidad, constancia, modestia, altruismo y el amor que proyectan en los pacientes.

 Lo expresa ahora cuando su esposa ya está recuperada: No olvidará jamás que le salvaron la vida; eso que, según sintetizó el Che, vale más que toda la riqueza del mundo.

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