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El ruego de una madre

Mercedes Rodríguez Palomino (calle 44 No. 2304 apto. 1, Playa, La Habana) cuenta que su hijo Humberto Pérez Rodríguez, de 34 años, tiene hecho un trasplante de riñón hace tres años, y padece de Hepatitis C desde los 17. Y la especialista del Instituto de Gastroenterología que lo atiende, para la cura le sugiere como medicamento el Zepahcer, pero su médico de trasplante le recomienda además el Harvoni, en caso de paciente trasplantado.

 El hijo contrajo la Hepatitis C por una insuficiencia renal de grado IV, cuando estuvo hemodializándose durante un año. Y ella le donó un riñón. Entonces, no había un medicamento compatible con el trasplante renal. En Cuba se usaba interferón, pero no podía ser administrado a él.

El trasplante, añade, le funcionó solo nueve años, pues sufrió una pancreatitis necrosante, por la que estuvo en terapia intensiva cinco meses, y le dañó seriamente el injerto, provocándole proteinuria y la consiguiente pérdida de la función renal.

De nuevo en hemodiálisis, y cuando ya su organismo se adaptó a ese procedimiento, fueron al Instituto de Gastroenterología para que le administraran el tratamiento contra la Hepatitis C existente en el país en ese entonces.

Pero el consumo de las medicinas antirrechazo cuando estaba trasplantado habían agravado bastante el virus en sangre, lo que unido al deterioro por las hemodiálisis, causaron niveles desmedidos de la fosfatasa alcalina. Y la especialista de Gastroenterología estimó que no podía estar sujeto a ese medicamento, pues las dos terapéuticas a la vez podían comprometer seriamente su estado físico.

Después de esperar seis años, le llegó el trasplante de riñón. Y fue exitoso. Recuperó los niveles adecuados de fosfatasa alcalina, dejó de caminar con andador y después con bastón. Fue propuesto por la doctora Zaily Dorta Guridi, especialista del Instituto de Gastroenterología, previa consulta con un equipo multidisciplinario, para la administración del medicamento que existe en la actualidad, capaz de negativizar el virus con alta probabilidad de eficacia, y que puede ser administrado a trasplantados, de lo cual ya hay resultados satisfactorios mundialmente.

La doctora solicitó al Minsap la aprobación de la propuesta. Y lo conversó con la funcionaria que allí se ocupa del tema Hepatitis. El Instituto de Nefrología, siguiendo el protocolo, hizo el expediente en el 1er. trimestre de 2018 y lo elevó al Minsap.

Desde entonces, refiere, han esperado los resultados de la gestión. Al no haber respuesta, indagó en el Departamento de Medicamentos del Minsap. Y le informaron que están analizando en Medicuba los posibles lugares y países que faciliten mejores precios, pues el medicamento está en el orden de los miles de dólares. La penúltima vez que habló allí le dijeron que llamara dentro de un mes, que seguían gestionando la compra.

Según supo Mercedes, hay aprobados cuatro pacientes para ser sometidos al tratamiento, lo que le dio cierta esperanza, por ser pequeña la cantidad de aspirantes.

El lunes pasado llamó de nuevo y le informaron que no se ha podido aún concretar la compra. Al notar su desesperación, le dijeron que este mes se aprueba el presupuesto de 2019, y que del mismo se podría tomar una cuantía para comprar las dosis necesarias del fármaco para los cuatro pacientes aprobados.

Pero el proceso se dilata y la medicina es muy cara. Ella no puede comprarla por gestión personal, ni tiene ningún bien personal a vender para sufragar ese fármaco.

«Veo a mi hijo cada vez más estresado, refiere, pues en el último ultrasonido de fines de 2017 se le detectó cirrosis hepática, a causa del virus en sangre; y con ello, el peligro de que se afecte el injerto de riñón, que hasta ahora va muy bien y le ha permitido una vida con calidad.

«Tengo mucho que agradecer a la Salud Pública cubana, gracias a la cual mi hijo ha salvado la vida después de las múltiples complicaciones que ha sufrido a lo largo de estos 18 años. El afecto y consideración que siento hacia los médicos de Nefrología está sustentado en las vivencias de su exquisito, humano y cariñoso trato hacia mi hijo y otros pacientes. Soy una madre cubana que lucha por la salud de su hijo, padre de dos niños pequeños de seis y diez años, que han sido su mayor acicate para seguir viviendo», concluye.

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