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En el vórtice de un foco

Cuando Cuba hace tanto contra la COVID-19, Marisela Rodríguez (Avenida 57 No. 7405, entre 74 y 76, Marianao, La Habana) relata sus experiencias dentro de un foco de la pandemia abierto en su cuadra del 10 al 17 de enero.

«No estuvo claro —dice— si el control de foco fue bien declarado o un error. Hubo contradicciones en la información ofrecida informalmente. Hizo pensar en serios problemas de comunicación y orientación, que no había un protocolo claro y definido para operar, o que quienes intervinieron en este no lo dominan o no lo aplican».

La cuadra, añade, se cerró durante ocho días con cinta amarilla. Nadie debía entrar ni salir. Se aislaron dos cuadras aledañas y perpendiculares formando una L, y en esa área había tres casos positivos. La delegada del Poder Popular y el representante del Minint, cuenta Marisela Rodríguez, decían que esos casos se podían controlar restringiendo el movimiento solo a sus casas, y no había que cerrar dos cuadras completas, con lo que implica.

«No obstante, se cerraron. Pero la población lo aceptó y se sintió protegida. Lo agradecí mucho. Lo más importante
es preservar la salud. Pero sí fue necesario establecer control de foco, y este se hizo tarde. Los resultados de los PCR positivos se tuvieron entre el 7 y el 8 de enero. En esas fechas ingresaron a los afectados, pero el control de foco se abrió el domingo 10 de enero.

«Desde el 11 de enero funcionó el control bastante bien, con pesquisaje diario de la doctora del consultorio del médico de la familia. La delegada y el Gobierno aseguraban determinados abastecimientos a los vecinos, no así el hipoclorito. Por la médico de familia supieron que el miércoles repetirían PCR a contactos declarados de caso confirmado. Y si daban negativos, levantaban control de foco. El miércoles hicieron PCR a contactos y siguieron esperando resultados.

«Entre lunes y jueves llevaron picadillo, detergente, croquetas y otros productos. Tuvieron un mensajero fijo hasta el sábado 16. En los cuatro primeros días otras personas, incluida la delegada, apoyaron la distribución de alimentos a todas las familias. Pero desde el viernes se quedó solo el muchacho atendiendo a las dos cuadras. Esfuerzo excesivo para una sola persona. Sábado en la mañana llegó picadillo normado a la carnicería, y el muchacho seguía solo. Muchos vecinos salieron del aislamiento para adquirirlo. Llegó una caja con panes con queso, pero no hubo quien los vendiera. Se quedaron en casa de una vecina, y la gente iba allí. El domingo 17, la médico de la familia no hizo pesquisa. Al mediodía fueron las directoras de Salud en el municipio y del policlínico. Y quitaron la cinta, sin más información.

«¿Por qué quitaron la cinta? Nunca lo supe —señala—. No encontré a nadie con una explicación coherente. No sabíamos si ya estaban los resultados de los PCR ni qué arrojaron. Se rumoraba que llegaron resultados negativos, pero faltaba uno. Nadie informó qué pasaba, ni si los contactos, al ser negativos, tendrían ya también libertad de movimiento.

«Otros decían que se quitó la cinta porque no hacía falta, que había que restringir los movimientos de los declarados contactos y no a toda la cuadra. Criterios diversos y ningún lugar para precisar información y orientación. Ese domingo en la noche vino una ambulancia a buscar a uno de los contactos, cuyo PCR estaba pendiente y que pensábamos habían dado negativo, porque quitaron la cinta. La médico de familia me dijo que no sabía por qué la habían quitado. Que le habían informado que de los cinco PCR pendientes de la cuadra, había llegado un solo resultado y era positivo. Y por eso vinieron a buscarlo. Que suponía que los restantes cuatro PCR tendrían el resultado el lunes 18.

«Ayer lunes quienes trabajamos fuimos a nuestros centros. Los vecinos, desorientados. No se sabe por qué pusieron el domingo 10 un control de foco y por qué lo quitaron el domingo 17, cuando las condiciones eran similares.

«Si la gente pierde confianza en el actuar de quienes están a cargo del control, mayores serán la indisciplina y los errores que se cometan, en unos casos por desconocimiento y en otros por falta de comportamiento cívico-moral y solidaridad humana. Sugiero que en los controles de foco que se abran entreguen a los vecinos, o pongan en un lugar visible para todos, los lugares adonde pueden llamar o comunicarse para denunciar cosas que no funcionan o violaciones de lo establecido», concluye.

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