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Un GPS para la solidaridad

El pasado 16 de diciembre, y desde la comunidad camagüeyana de Cubitas, Leandro Rojas Ramírez expresaba aquí lo doloroso de que, con los graves problemas de transportación del país, los ómnibus que mueven a los trabajadores que laboran en la construcción de hoteles en la cayería norte de Camagüey, teniendo capacidades, no monten a personas que están varadas en su trayecto.

Los choferes de esos ómnibus, añadía, plantean como excusa que no tienen alcancía, pues solo se deben al traslado de los trabajadores de esa entidad; y también que como tienen GPS, no se les permite hacer paradas indebidas.

Leandro pedía a dirigentes y funcionarios relacionados con el asunto que hicieran una justa y oportuna valoración. Que esos ómnibus podrían apoyar a la población siempre que tuvieran capacidades.

«Que se haga flexible el uso de GPS sin paradas excesivas, sugería, al menos en las paradas de los poblados fundamentales, donde pudieran hacerse paradas excepcionales. Estamos en momentos de crisis del transporte, y la mejor manera de colaborar con la población es poniendo esos valiosos servicios a su disposición», concluía.

Al respecto, recibí una respuesta de la Oficina de Atención a la Población de la Asamblea Municipal del Poder Popular de Sierra de Cubitas, la cual no está suscrita por ningún funcionario con su nombre y
apellidos, algo inusual en esta columna en tantos años de creada.

La carta sin nombre refiere que se contactó con el director provincial de Transporte de Camagüey, Mariano Fernández Castellanos, quien alegó que ese servicio «está diseñado para la transportación de trabajadores de esa entidad. Y por el horario y los requisitos de la actividad en el transcurso de entrada al servicio, no está autorizado a efectuar paradas no establecidas ni recoger población, porque demora y se incumple con los horarios pactados».

Añade que «el retorno seria evaluado para que, sin afectar el sistema de GPS, ni el horario de llegada del trabajador que viene de cumplir con una intensa jornada laboral, en los puntos de recogida y cumpliendo con las normas de enfrentamiento a la COVID-19 recoja personal ajeno a la entidad».

Agradezco la respuesta sin nombre, y solo sugiero que sin  negativas tan excluyentes, y a la vez sin afectar el horario de llegada al trabajo de esos constructores y el de retorno a su descanso, quizá se pudiera recoger a algunas personas en paradas muy precisas, y con la agilidad necesaria. Hace falta también un GPS de la solidaridad en nuestras carreteras.

Limpiaban su sangre

Máximo Reyes (calle Figueroa No. 309, Víbora, La Habana) relata que el pasado 18 de febrero, a consecuencia de una caída muy fuerte cerca del reparto El Náutico, en el municipio capitalino de Playa, se fracturó el tabique de la nariz y se partió el labio.

Y recibió atención de urgencia, sobre todo porque de primer momento había personas desconocidas, pero  maravillosas y sensibles, que no le abandonaron y lo auxiliaron.

«Ahí me di cuenta de que de verdad estamos rodeados de seres superhumanos, como el chofer de un carro y una compañera  que me limpiaban la sangre con un amor y un cariño como si fueran mi familia. Otra compañera sacó una silla para que me sentara. No sé sus nombres, pero quiero darles gracias a través de este medio. Se impuso el humanismo», concluye.

El botín de los honrados

El doctor Omar Bautista Álvarez García, pediatra jubilado que vive en el edificio 624, apto. 16, zona 16, de Alamar, cuenta que cuando fue a la Sucursal 278 del Banco Metropolitano, en ese reparto capitalino, a cobrar su pensión, no se percató de que se le quedaban abandonados en un saliente de la caja tres billetes de 50 pesos.

Y la cajera, Danay Espinosa Bosque, reparó en ello y le llamó para devolvérselos. «Honestidad», así califica él ese acto mínimo en cuantía pero inmenso en  decencia humana.  Y quiere que todo el mundo lo sepa, y sea reconocido públicamente.

 

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