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Negligencia e indolencia

Ysaac Víctor Picart Hernández, quien reside en Luz Caballero 119, entre Frank País y Silvestre Alonso, en la ciudad de Sancti Spíritus, cuenta que el 12 de abril de 2023, en la madrugada, se derrumbó el techo de la última habitación de las oficinas municipales de Economía y Planificación. Y aunque colinda con su vivienda, de momento no le causó afectaciones.

 «Pero ahí quedó el derrumbe, afirma, sin que se hiciera ninguna acción, ni siquiera recoger los escombros. Y el 22 de diciembre pasado, ocho meses y medio después del derrumbe, llegaron dos trabajadores y quitaron el techo de las habitaciones restantes, arrancando las tejas que cubrían el caballete de división con mi vivienda».

 Ysaac los alertó, y le respondieron que antes de irse las ponían, para que no se le mojara la casa. Y no lo hicieron.  Por el contrario, le dejaron la única parte que tiene de placa llena de escombros, producto de su trabajo.

Él habló con la Directora de la entidad, quien le dijo que se solucionaría al siguiente día. Y el 23 de diciembre llegó una brigada  a recoger los escombros. Pero los que estaban en la placa de Ysaac los tuvo que botar él.

 Por demás, le manifestaron que antes de irse harían un trabajo para evitar que se le mojara la casa. Y se fueron sin hacerlo. Volvió la Directora a prometerle que se iba a solucionar el asunto…

 «Cada vez que ha llovido en estos días, expresa Ysaac, mi casa se ha mojado toda. Y sin poder cocinar, pues la cocina es un río, y se me mojaron equipos eléctricos y otros enseres».

 El afectado fue a las oficinas de Atención a la Población del Poder Popular Municipal y canalizó su queja. También lo hizo en la Fiscalía Provincial. Y en ningún caso ha recibido respuesta. No ve ninguna acción para resolver el problema que le han creado.

 «Soy un anciano de 80 años y vivo solo. Lo más que me indigna es que se pasaron casi nueve meses sin tocar esos techos y, a ocho días de terminar el año, a sabiendas de que en esas fechas hay cantidad de días en que no se trabaja, iniciaron una obra que sabían que iban a dejar inconclusa, sin preocuparles el daño que me están causando.

  «¿Por qué fue eso, para ejecutar un gasto del presupuesto para que no se venciera? ¿Y yo?, señala. Indolencia es la palabra más fina que encuentro para calificar estas acciones. Debido al esfuerzo que tuve que hacer al subirme sobre la meseta de la cocina para poder tapar con nailon mis equipos, así como para botar los escombros, y producto de una antigua fractura de columna y de mi edad, desde el 1ro. de enero, estoy con una crisis de columna que se me complicó con una neuritis intercostal que me ha dejado inhabilitado de caminar».

 Refiere Ysaac que el jefe de Servicios de la dependencia interna del Poder Popular Municipal, nombrado Vidal, a quien él ha llamado en reiteradas ocasiones, se comprometió a resolver urgentemente este problema y venir a verlo.

 «Pero ni lo uno ni lo otro, manifiesta.  Igualmente, el delegado de mi circunscripción, a quien le he pedido en cuatro ocasiones que venga a ver los daños, ha brillado por su ausencia.

  «¿Quién responde por esta situación? Hoy hace 34 días del problema. Y llevo 24 días imposibilitado de andar, mientras veo cómo sigue dañándose mi vivienda y haciéndoseme insoportable estar en ella ante la más mínima llovizna», concluye.

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