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¿Por qué no antes?

El pasado 27 de diciembre, Eduardo Arias Polo denunció aquí las aguas albañales que por más de dos años afectaban a los vecinos de los edificios 6A y 5A, en calle 90, entre 11 C y 13, y al consultorio médico 4, en el reparto Guiteras del municipio capitalino de La Habana del Este. Refería que habían sido infructuosas las gestiones de la médico de la familia en  diferentes instancias: policlínico, delegado del Poder Popular, Consejo Popular y Gobierno municipal.

«La solución, decía, se ve obstaculizada por falta de recursos. La Dirección Municipal de Salud optó por clausurar el consultorio y trasladar sus servicios a otro sitio. Esta situación claramente es una amenaza a la salud pública en cuanto se han reportado enfermedades en el sitio», concluía.

Responde Adriana Batista Lara, jefa del Departamento de Atención al Cliente de Aguas de La Habana, que en visita realizada por un funcionario del Centro de Incidencia de los Servicios que atiende ese municipio, se comprobó la existencia del vertimiento albañal provocado por la obstrucción del registro de calle 13, esquina a 90A.

Indica que el funcionario tramitó con la Subdirección de Saneamiento la desobstrucción de la línea de alcantarillado para resolver el vertimiento. Y la Subdirección informó que ya iniciaron las obras de mantenimiento, que requieren trabajar con brigada y equipos especializados. Se labora a partir del sedimento acumulado en la línea. Una vez concluido en este febrero, se certificará por el Departamento Técnico.

Agradezco la respuesta, pero en ella se elude explicar por qué durante más de dos años nunca se ocuparon de esos trabajos que ahora asumen. ¿Es que no sabían lo que sucedía allí y ahora lo descubrieron con la queja de Eduardo?

La impune agresión sonora, una vez más

Eulogio Masó Semanat (Enramada 122, entre Gallo y Padre Pico, Santiago de Cuba) denuncia, en nombre de los  vecinos, lo que califica como «ruido monstruoso» del llamado Proyecto Cultural en lo que fuera el cine Oriente.

Desde abril de 2022, añade, ese proyecto usa el vestíbulo y la azotea del local para shows con amplificación, desfiles de moda, clases de baile y otras actividades en esos espacios abiertos, sin insonorización alguna.

Muestra que en abril de 2022 emitieron queja por escrito a la Secretaría del Gobierno municipal, que motivó una reunión con el organismo en cuestión y todos los vecinos afectados, presidida por miembros de ese Gobierno y la delegada del Poder Popular. Y a las 72 horas les informaron que habían recibido una llamada del Gobierno municipal con indicación de no utilizar esos espacios para las actividades. Pero nunca llegó la respuesta por escrito.

Tras varios meses, se reiniciaron las actividades en  esos espacios todos los días y a cualquier hora. El clímax fue el 2 de julio de 2023, celebrando el Halloween: música estridente desde las 12 meridiano de ese día hasta las 2:50 de la mañana del siguiente.

Se quejaron por escrito a la Vicedirección Provincial de Cultura y el ruido cesó por varios meses, pero no hubo respuesta por escrito. Entre septiembre y noviembre de 2023 volvió la agresión sonora. Entregaron por escrito otra reclamación ante el entonces Intendente municipal. Y nadie se personó ni hubo atisbo alguno de investigación. Acudieron de nuevo a la Vicedirección Provincial de Cultura con otra queja escrita. Les dijeron que la enviarían al cuerpo de inspectores de esa entidad. No fue nadie ni hubo respuesta escrita o verbal.

Fueron a la Dirección provincial de Cultura con otra reclamación escrita el 12 de diciembre de 2023. Los atendió un funcionario, quien los citó posteriormente a una reunión con el dirigente del proyecto y algunos vecinos implicados en la queja. El funcionario se presentó, dice, como mediador entre las partes para buscar solución.

Eso no sucedió. En vez de recoger opiniones de los vecinos para analizarlas, ocupó el tiempo en discutirlas, aprobando en todo momento la actuación de los dirigentes del proyecto, sin proferir ni una crítica. Elevaron entonces una queja por escrito a la Dirección Provincial de Cultura y tampoco hubo respuesta.

«Se violan impunemente, explica, los artículos 61, 48 y 76 de nuestra Carta Magna, así como los Decretos Leyes 200/99, 141/1988. Y el artículo 170 del Código Civil cubano.

«Qué más se necesita para que las autoridades competentes acepten la justeza y veracidad de nuestra queja y adopten las soluciones pertinentes? ¿Qué más tiene que ocurrir para que las instituciones sancionen adecuadamente estas malas conductas, que solo favorecen el desorden, el malestar y la inconformidad de los ciudadanos afectados?», termina.

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