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Frente al espejo

La indiferencia no es respuesta

¿Cuánto puede tomar sancionar una mala actitud? ¿Cuánto si esa actitud es una indisciplina?

 En ello he meditado durante estos días, luego que en la edición del domingo 25 de marzo publicáramos el comentario Una historia real, de Rosa Miriam Elizalde.

¿Recuerdan la historia del artículo? Tras una madrugada de trabajo, una agotada reportera va camino a su casa. No transitan ómnibus por la vía más corta que la lleva de su trabajo al lugar donde vive, y entonces decide pagar con pesos convertibles los servicios de un taxi.

Había varios estacionados en la piquera del hotel Cohíba, mas ninguno quiso llevarla. Para los choferes, el tramo era corto y las ganancias, pocas.

Entonces la reportera decidió publicar lo sucedido con estos insensibles. Con las chapas y todo. Los vehículos pertenecen a las empresas Panataxi y Transtur. Pero ha pasado una semana, y nadie de esas entidades ha contactado con el periódico pero sí muchos lectores solidarios.

Quienes nos leen han juzgado lo ocurrido, por eso quiero dejarlos con algunos de sus mensajes:

«El trabajo titulado Una historia real pone al descubierto la pérdida de algunos valores en una parte de la población, que infelizmente se ha metalizado hasta el tuétano, y culpa de ello (o se escuda tras él) al llamado período especial, sin la más mínima crítica de su inhumana y despiadada actitud. El caso de esta persona no es indudablemente el único. Pululan otros ejemplos que deben ser combatidos con urgencia por todos los frentes». (Dr. Roberto Fernández Viera)

«Me solidarizo con usted... Esta es una realidad en las calles de nuestra ciudad, y me ha pasado lo que a usted en más de una ocasión. Lo que sucede es que no he tenido la voluntad ni los medios para denunciar tal atropello. Es que en ocasiones uno piensa que es en vano, que al final van a seguir haciendo lo que les parece. Espero que su crítica sea bien recibida por los directivos de estas dos entidades transportistas, Panataxi y Transtur... Mi sentir es que estamos muy lejos de brindar un servicio cercano a la calidad y sobre todo cuando se trata de servirnos a nosotros mismos». (Luis F. Gutiérrez Ferrá)

«Tuve la oportunidad de leer Una historia real y aún estoy tratando de recuperarme del asombro ante lo sucedido. Usted dio muestras de alta sensibilidad y dignidad ante estos “señores”, una lección para aquellos que se han olvidado de su condición de seres humanos, semejantes a sus conciudadanos.

«Para quienes hemos vivido con esta Revolución, ejemplo de solidaridad, hospitalidad y respeto al hombre, estas actitudes negativas son cosas de un pasado que trata de aflorar constantemente en aquellos que han perdido sus valores más elementales.

«Escribo a nombre propio. Me siento apenado por lo sucedido pues soy parte de este Grupo Empresarial que se empañó por personas que no demuestran las conductas de nuestros trabajadores.

«Transtur no es ese de la piquera del Cohíba. Sus trabajadores han sido ejemplo de dignidad, honestidad y patriotismo. Muestra de ello son los eventos que se han garantizado en Cuba así como las actividades humanitarias que con honor asumimos.

«Lo sucedido no tiene calificativo. Es lo más “absurdo”, en el orden profesional por aquellos que tienen que realizar un servicio en la sociedad. Seguro que este hecho causará muestras de indignación en todas las entidades del Grupo Empresarial». (Amaury Tirador Hernández, Taxi OK, Varadero)

«Está muy bueno el artículo y sobre todo es repugnante que le permitan a estos choferes llegar a este colmo de los colmos. Estoy seguro de que es verdad ya que varios amigos me han comentado lo mismo porque les ha pasado. A mí en especial me pasó una vez de una forma casi idéntica. Espero que esta situación tan penosa tenga la respuesta adecuada de los responsables de este maltrato. Sería una buena nueva para todos los afectados leer esta noticia, pero al revés, un día cualquiera en la mañana». (Ramón Luis Linares Mederos)

Hasta aquí una síntesis de los mensajes recibidos.

Este ejemplo sirve, además, para reflexionar sobre algunas de nuestras nociones sobre la calidad, pero solo me detengo en una: ¿depende la calidad de un servicio de que sea ofrecido en divisas?

Este caso nos dice que no. El grado de satisfacción que deseemos brindar a los demás depende de nosotros mismos y de la consideración que tengamos con la gente para la que trabajamos. Esa es la piedra angular de la protección al consumidor de la que tanto hablamos.

Pero JR no quiere desviar su atención de lo que ahora resulta más importante. ¿Por qué Panataxi y Transtur no nos han contactado? Hicimos una denuncia y la indiferencia no puede ser la respuesta.

Pido prestadas unas ideas a Rosa Miriam para concluir: la población tiene derecho a saber que no hay impunidad para este tipo de actitudes, y que la prensa es un bien público que no está al servicio de una verdad abstracta, sino de aquella comprometida con la utilidad y la virtud, como decía Martí.

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