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Dos pegaditas para poner a pensar

La Escuela de Leyes de la Universidad St. Mary, de San Antonio, Texas, tiene un trabajito por hacer a partir de este mes veraniego: el gobierno federal de Bush le encargó, al precio de un millón de dólares —que por supuesto salen del bolsillo de los contribuyentes—, investigar cómo ocultar información «sensitiva» a los ojos de la prensa y el público. Ambos pueden acceder a los archivos mediante los requerimientos de la Ley de libertad de información (FOIA), la que justamente acaba de cumplir 40 años de haber sido firmada por Lyndon B. Johnson, y ha sido siempre una fuente de fricción entre el gobierno estadounidense y la ciudadanía, pero nunca antes como ahora. Jeffrey Addicott, profesor de esa institución y quien fue nada menos que consejero legal de las Fuerzas Especiales del ejército, asegura que producirán un «modelo de estatuto» nacional que pueda ser adoptado por las legislaturas estaduales y el Congreso del país a fin de garantizar que la información potencialmente peligrosa «esté fuera de las manos de los tipos malos». Desde que George W. Bush inició su guerra global contra el terrorismo —muy particular y selectiva, pues jamás apunta hacia los que viven en Miami y tienen a Cuba en la mirilla—, el Distrito de Columbia y 41 de los 50 estados de la Unión han restringido el acceso a los archivos por miedo a que «los terroristas» vean ciertos datos. Al mismo tiempo, se han abierto a la vigilancia y el control gubernamental los récords de organizaciones e industrias privadas, los e-mails y las llamadas telefónicas de los norteamericanos y hasta la información bancaria en decenas de países. He ahí un ejemplo clásico de la ley del embudo y quienes pagan impuestos pagan también su encierro, su desinformación y censura con la excusa de proteger la seguridad de la nación...

Pero no puede decirse que la radio de Estados Unidos sea restrictiva. Al menos The Mike Church Show, un programa de participación en Carolina del Norte, acaba de grabar y está difundiendo la canción Hadji girl. Así que no le hablen de censura, porque apenas la consideran una «broma» musical. La muchacha Hadji fue escrita por el marine Joshua Belile, quien está emplazado en Iraq. Originalmente la cantó ante sus compañeros de armas y el video de cuatro minutos apareció en un sitio de Internet levantando ronchas, protestas y censura de muchos en este mundo, a pesar de los aplausos del coro militar que escuchaba cómo un soldado estadounidense mata a la familia de la joven iraquí que rechaza sus amores. Por cierto, «hadji» es un término racista, usado extensamente entre los militares, para llamar a árabes y musulmanes. Quizá la carátula del disco, si piensan comercializarlo, tendrá que llevar esta advertencia: «Cualquier similitud con la violación y la masacre de la familia de Abeer Qasim Hamza en Mahmoudiya —bestial acción criminal de la que está acusado el soldado Steve Green y otros cuatro efectivos del Regimiento 502 de Infantería— es pura coincidencia». James Parker, productor del show, quería originalmente que Belile cantara la canción, pero ahora es el presentador de extrema derecha quien ejecutará la pieza que saldrá al aire esta semana. Por si les preocupa el problema legal, ya oficiales del Cuerpo de Marines dijeron que Belile no ha violado ningún código ni ley militar, no está conectado a ningún proceder incorrecto, solo usó su talento para hacer «una broma» no dañina... que ahora le da sus dividendos por el derecho de autor.

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