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Guillermo Cabrera Álvarez

La tecla del duende

Cadáver exquisito

Cadáver exquisito. Una de mis aficiones favoritas, aunque hace algún tiempo no la practico, es la de hacer «cadáveres exquisitos». Un amigo que me escuchó se adelantó para confirmar, relamiéndose de gusto, que para él el cerdo asado era el mejor cadáver exquisito que pudiera consumirse.

No lo dudo, pero este al que me refiero nació (los cadáveres exquisitos nacen, se desarrollan, y no mueren), allá por la segunda década del siglo XX, en la casa ocupada por los escritores surrealistas Ives Tanguy y Jacques Prévert, situada en la Rue du Château, París.

Al parecer las grandes cosas nacen de grandes aburrimientos. Un día se quedaron sin tema de conversación y uno propuso un juego. A juzgar por el resultado debieron estar cinco personas en aquel lugar, y entre ellas el fundador del surrealismo, André Breton.

El juego consistía en escribir una palabra en el extremo de un papel y doblarlo para que el otro no supiera lo escrito y a su vez, anotara otra. Así, la hoja doblada y vuelta a doblar pasó a la mano de cada uno de los participantes en la tertulia.

Cuando desdoblaron el papel las cinco palabras, unidas, decían: «cadáver / exquisito / beberá / vino / nuevo», o para repetirlo en la letra original de la leyenda: «le cadavre exquis/ boira le vin/ noveau».

Esta curiosa manera de crear se aplicó años después a la pintura. El propósito era relegar la personalidad a un segundo plano, y promover que en la obra artística predominara lo colectivo, y también el subconsciente.

El propio Breton explica: «Lo emocionante para nosotros en este tipo de producciones era la certeza de que para bien o para mal, representaban algo que no era posible por el trabajo de una sola mente, y poseían un grado excepcional en la calidad de “devaneo”, tan propio de la poesía».

Desde entonces no sé cuántas personas nos reunimos para armar cadáveres exquisitos. Bastan una hoja de papel, un lápiz, de dos humanos en adelante, y que cada uno aporte una línea. Cuando el mensaje se lee de corrido surgen sorpresas y complicidades.

He visto en internet una novela que se escribe línea a línea. El que llega solo tiene una línea y media del texto anterior, coloca el suyo y da clic en participar. Su texto pasa a la pantalla en espera de otro surrealista que le agregue su pedazo de sueño.

El otro secreto de este juego es la necesidad de acompañarlo con vino, y si es posible, bien joven, como un homenaje a sus fundadores. El escritor Crevel escribió: «Creo en el Dios de los encuentros». Y ese Dios, no lo dude, es presencia durante el juego exquisito.

Para seducir a una mujer bastará con un verso de Breton: «Votre sonrise est fait pour l’expiation des plongeurs de perles». (Tu sonrisa está hecha para la expiación de los pescadores de perlas), pero mucho mejor es buscar la palabra-abrazo: «L’étreinte poétique comme l’étreinte de chair, tant qu’elle dure défend toute échappée sur la misère du monde». (El abrazo poético, como el abrazo carnal, mientras dura prohíbe cualquier fuga a la miseria del mundo).

Vale la pena matricular francés tan solo para poder decir estas palabras y que te sirvan para conjurar un abrazo que dure y prohíba las miserias del mundo. (Publicado originalmente el 29 de noviembre de 2001)

Los ocurrentes de la capital se reúnen el sábado 11 de agosto a las 2:00 p.m. en El Hueco de G y 21. Todos están invitados a conversar sobre las mejores vacaciones y las vivencias del viaje a Llanos del Infierno.

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