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El Duende

La tecla del duende

Fábulas

Desde niños nos acercamos a ellas, pero su esencia no es solo válida para los pequeños. Las fábulas conforman una enseñanza para toda la vida, que no podemos ni debemos desestimar. Hoy les comparto el texto enviado por Eddy Bulnes, que versiona una fábula de Esopo.

Había una vez un hombre que tenía dos hijas. Meses atrás, las dos jovencitas se habían ido del hogar familiar para iniciar una nueva vida. La mayor contrajo matrimonio con un joven hortelano. Juntos cultivaban todo tipo de frutas y verduras que, cada mañana, vendían en el mercado del pueblo. La más pequeña, en cambio, se casó con un hombre que tenía un negocio como fabricante de ladrillos.

Una tarde, el padre se animó a dar un paseo y visitar a sus queridas  hijas para saber de ellas. Primero, acudió a la casa de la que vivía en el campo.

—¡Hola, mi niña! Vengo a ver qué tal te van las cosas.

—Muy bien, papá. Estoy muy enamorada de mi esposo y soy muy feliz con mi nueva vida. Solo tengo un deseo que me inquieta: que todos los días llueva para que las plantas y los árboles crezcan con abundante agua y jamás nos falten fruta y verdura para vender.

 El padre se despidió pensando que ojalá se cumpliera su deseo y, sin prisa, se dirigió a casa de su otra hija.

—¡Hola, querida! Pasaba por aquí para saber cómo te va.

—Estoy muy bien, papá. Mi marido me trata como a una princesa y la vida nos sonríe. Solo tengo un deseo especial: que siempre haga calor y que no llueva nunca; es la única manera de que los ladrillos se sequen bajo el sol y no se deshagan con el agua.

 El padre pensó que ojalá se cumpliera también el deseo de su hija pequeña, pero enseguida cayó en la cuenta de que, si se cumplía lo que una quería, perjudicaría a la otra, y al revés sucedería lo mismo.

Caminó despacio y reflexionó desconcertado:

—Si una quiere que llueva y la otra no, como padre, ¿qué debo desear yo?

La pregunta que se hizo no tenía respuesta. Llegó a la conclusión de que, a menudo, no se pueden cumplir los deseos de todos, ni siquiera de nuestros hijos.

Por Cuba

La próxima semana les contaré sobre la nueva tertulia en el municipio de Limonar y de las iniciativas de nuestros tecleros en las redes sociales. ¿Se suman?

 

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