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Tres Reyes regresan por su corona

Aunque nadie ve como una herejía celebrar la festividad de los Tres Reyes Magos, lo peligroso sería que con ella se acentuaran patrones consumistas y diferencias sociales

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Dayron Luis Cuestas tiene cuatro años. Aún no sabe escribir. Por eso le dijo a su mamá que le redactara la carta para enviársela «a los Reyes Magos». Él mismo la colocó al lado de la estrella del arbolito de Navidad.

Pidió una moto en miniatura, porque «me voy a portar bien, cuidaré los juguetes, a los animales y a las plantas».

—Y si mañana amaneces sin regalo...

—Nada, yo lo pedí por si podían.

En otro hogar cubano, Gabriela Trías, de ocho años, también le hizo su pedido a los Reyes: «Quiero una Barbie, un “barbo”, otra muñeca y un lápiz labial rojo...»

La celebración del Día de los Reyes Magos, cada 6 de enero, está resurgiendo en la sociedad cubana. Por estos días apenas se puede transitar por los departamentos de juguetes en las tiendas recaudadoras de divisas de la capital, las cuales recorrió un equipo de este diario.

La tradición, que recuerda el pasaje bíblico de la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar, importada desde España por los colonizadores y aparentemente dormida durante los últimos años, parece hoy despertar.

«Todos los años le hablamos a nuestro hijo de los Reyes. Le decimos que tiene que escribir una cartica con sus deseos. En realidad, lo ayudamos a redactarla, porque él todavía está en preescolar y no sabe».

Así explicó a estos reporteros Ernesto Cabrera, joven agente de seguridad y protección del Ministerio de Transporte, con quien conversamos este viernes en el Centro Comercial Ultra. Allí, como en todas las grandes tiendas de la capital, muchas personas habían abarrotado las áreas destinadas a la venta de juguetes.

Ernesto llevaba en sus manos un presente para su pequeño, que el próximo día 21 cumplirá seis añitos. «Le compré una máquina. Me costó 10.30 pesos convertibles. Es un regalo bueno, pero está un poco caro».

—Y además de ese obsequio, ¿piensas darle algo este sábado?

—Así es, ya le tengo un juego de plumones, dos maquinitas y un telefonito celular.

—¿Por qué incentivas esa costumbre?

—Quizá para rescatar las tradiciones que existieron en algún momento, y que en mi infancia se habían perdido.

—¿Conoces el origen de esa tradición?

—No, no sé.

—¿Y entonces, por qué crees que se debe mantener?

—Porque es bonita.

Cerca de Ernesto, Mercedes Pulín, ama de casa, abandonaba el establecimiento cargada de juguetes para sus dos hijos varones, de nueve y ocho años. «Este año les regalaré a cada uno una rastra, una pistola, un reloj y un cinto. Ellos me habían pedido un carro de bomberos, pero no lo encontré».

—¿Cómo ellos reciben sus regalos?

—Por la noche lo acomodo todo en el pasillo de la casa, para cuando se levanten.

—¿Y cuando te pregunten quién se los trajo?

—Les digo que fueron los Reyes Magos, que somos su papá y yo.

—¿No preferirías contarle la historia de esos personajes?

—Me gusta decirles la verdad, que no vivan engañados.

—Si ellos saben que no existen, ¿por qué les regalas en esta fecha y no en otra?

—Porque a todos los niños se les complace este día, para que ellos tengan también su juguete.

Maribel Santana, una cinquentenaria, le hace un regalo a su nieto cada 6 de enero. «En mis tiempos los niños recibían un presente ese día. Él solo tiene tres años y todavía no entiende, pero yo desde ahora le hablo de los Reyes, de que vienen en camellos —los de verdad—, y cómo responden las carticas de los niños».

SOBERANOS DE LA MODA

De los entrevistados por JR, no todos conocían estas historias. Para muchos, la celebración es un pretexto para comprarle un presente a sus hijos con el propósito de que se sientan bien ese día, no importa si saben o no qué tiene de particular la fecha.

Los hay también, como Arelys Sancristano, de 24 años, que cuando pequeños sus padres no tuvieron posibilidades de agasajarlos y hoy quieren que sus hijos tengan lo que ellos soñaron, por lo que aprietan el bolsillo para al menos aparecerse con un presentico.

Diferentes son los recuerdos de Maribel León, quien afirma haber tenido una infancia muy bonita, «pues mis padres me hacían muchos regalos. Por eso en esta fecha le doy uno a mi niño de seis años». Ella, una de las tantas personas que colmaban los locales del Centro Comercial La Época, reconoció que no conoce mucho de los Reyes Magos, pero «es una tradición, y la conservo».

Madelín Reyes, de 35 años, se traslada en el tiempo y recuerda la época en que esperaba ansiosa el Día de Reyes, cuando salía a comprar los juguetes que el Estado ofrecía a precios módicos y normados para que alcanzaran para todos y se repartieran en igual cantidad.

«Pienso que esa es una iniciativa que debería rescatarse y así serían objetos más asequibles para todos. Para muchos padres este es un día difícil que requiere de grandes esfuerzos», apunta.

También Dalia Lozano y sus hijos llevan rato desandando las calles de La Habana y aún no han podido comprar el gameboy o atari personal. De hallarlo, ese será el regalo que dará a Rafael y Reinaldo, de 11 y 13 años, respectivamente.

Ellos no son tan ingenuos como para creer en Reyes Magos, pero les entusiasma la idea de salir en busca de este regalo especial. Y Dalia a su vez disfruta la celebración. Con cierta complicidad nos dice: «Es como si todavía estuvieran pequeñitos y yo los estuviera engañando».

No pocos de los padres entrevistados en las calles reconocieron, como Dalia, que muchas veces comprar un obsequio en este día no es solo un motivo de alegría para los niños, sino también para ellos mismos, aunque tengan que hacer un gran sacrificio.

Eso implica que a veces la fantasía de la «visita» de los Reyes Magos pasa a un segundo plano, y los adultos salen con los pequeños a desandar tiendas, si bien en ocasiones les resulta difícil que a su edad entiendan por qué no pueden tener lo que quisieran.

A lo mejor por eso para Onnie Hower Ávila esta celebración no es tan complicada como para muchas madres. «Los juguetes están bastante caros, pero mi niña, que tiene seis años de edad, se conforma con cualquier cosa. Incluso yo la llevo a la tienda para que ella lo escoja, pero si no me alcanza el dinero se lo digo y todo resuelto».

Próximo a la Plaza de Armas interpelamos a unas jóvenes que paseaban sonrientes por la calle Obispo. Indagamos si en su infancia habitó la leyenda de Melchor, Gaspar y Baltasar.

Natalie Cano Graverán, una de las muchachas, declara que siendo niña le contaron que eran tres los Reyes Magos que en la noche del 5 de enero, mientras ella dormía, le dejaban unos obsequios. Lo hacían por su buen comportamiento.

Esta quinceañera confiesa que no se desilusionó cuando supo que los fantásticos personajes eran sus padres. «Fue mejor así, dice, entonces supe que me acompañarían siempre».

A otros jóvenes entrevistados ni siquiera les hablaron nunca de esto, por lo cual el 6 de enero transcurría como un día más. Camila Novas y Laura Bosch, de 15 años, reconocen que es una tradición internacional, pero confesaron que quedar fuera de esa fantasía infantil nunca las hizo infelices.

«Creo que todo este movimiento por los Reyes Magos nada tiene que ver con nuestro país. Esta es una tradición más bien de los países capitalistas. Es increíble ver las colas tan grandes que hay en las tiendas porque cada padre quiere regalar a su hijo sin importar por qué lo hacen», comenta Nidia Díaz Diegues.

A Débora Fernández González le preocupa igualmente el curso que están tomando las celebraciones de los Reyes Magos. «Tengo 22 años y no viví en mi infancia esta furia en los centros comerciales. Pienso en qué sucederá cuando tenga un hijo y no pueda complacerlo un día como este. No creo en la tradición, como muchos de los que hoy están comprando juguetes. Pero, a veces se hace por imitación, porque los hijos no se sientan inferiores a los amiguitos del barrio o la escuela», opina.

«Conozco de la tradición de los Reyes Magos por lo que me han contado mis padres. Ese era uno de los días que más esperaban cargados de ilusión aunque luego se sintieran frustrados porque no recibían nada; ellos tenían muchos hermanos y su familia era pobre», dice Liliana Alonso, de 20 años.

Por su parte, Luis Enrique Escobar Pupo, trabajador de una emisora comunitaria en Las Tunas, considera que su pequeña Beatriz, de ocho años, merece todo lo que él pueda darle, por ser muy buena niña.

—¿Le hablas de los Reyes Magos?

—No, ella sabe que esto es un esfuerzo conjunto abuela-papá para estimular su buena conducta. Está en segundo grado, es una alumna magnífica y como hija también es excelente.

—Entonces, esta fecha no significa nada para ti...

—No, porque aunque no existiera ese día, lo haría igual, con el mismo amor y cariño.

Esa opinión la tuvieron muchos padres, para los cuales un regalo a fin de curso por las buenas notas es a veces tan importante o más que el de los Reyes Magos. Así, Luis Santana Yllobre fue de los que afirmó que a sus hijos, él y su esposa les regalan cualquier día del año. «Lo importante son las personas y no las fechas. Así es más emocionante y sorpresivo».

MAYOR DEMANDA, IGUAL OFERTA

Con conocimiento o no del origen de la tradición, no hay dudas de que durante los primeros días del año se incrementan las ventas de juguetes. Así lo confirmó Raisa Vázquez, gerente adjunta de La Época, quien asegura que las ventas de este año han sido las mayores desde la reapertura de la tienda en 1998.

«La enorme demanda nos ha obligado a repartir los juguetes por otros departamentos, como la ferretería o el área de artículos escolares, para que el cliente no tenga que hacer esa inmensa cola en el salón destinado a estos productos».

—¿Se han rebajado los precios?

—No, esta cadena de tiendas tiene los precios más bajos y no es necesario hacerlo.

—¿A qué atribuye el incremento de las ventas en este período del año?

—No sé la causa exacta. Pienso que hayan influido las visitas de los cubanos que residen en el exterior.

En Ultra, otra tienda cercana, su gerente José Carlos Rodríguez opina que la venta de juguetes en el mes de enero comenzó a incrementarse entre los años 2001 y 2002. Al igual que en La Época, allí se garantizan varios puntos de venta para evitar la aglomeración de personas en un mismo departamento. Pero tampoco los precios varían, pues a nivel corporativo está señalado realizar la rebaja de los artículos en los meses de febrero y septiembre.

«Pienso que a raíz de crearse esta tienda, en la que se incluyó un área de juguetería, la oferta aumentó. Además, se ha incrementado el surtido de juguetes con variedad de precios. Incluso, ahora se les compran a China, a precios más económicos».

En opinión de este funcionario, la causa de la demanda creciente de estos artículos se debe fundamentalmente al interés de los padres en premiar al niño por su buen comportamiento y resultados académicos, y no por una tradición religiosa o cultural.

Según cuenta Michel Hernández Melén, quien labora en el departamento de Todo x 1 CUC en la tienda de Carlos III, allí no ofertaron nada específico por este día, solamente unos pocos peluches y material escolar, que duraron muy poco. Él ni se imagina cuál es la historia de los Reyes, pero siempre le regala a su hijo, que en esta ocasión le pidió una guagua.

«Los juguetes están muy caros y los que son baratos no satisfacen las expectativas de padres y niños. Si hubiéramos sacado más juguetes la población tuviera más opciones y menos quejas», dijo el dependiente.

En las opiniones recogidas por JR, la mayoría de los directivos de tiendas coincidieron en que en Cuba no se hace publicidad ni se informa sobre esta celebración, y las direcciones de las diferentes cadenas tampoco surten artículos novedosos ni estimulan en forma alguna la comercialización de estos productos.

«Esta es una costumbre que ha tomado fuerza en los últimos años, pero entre la gente», nos dijo una directiva. «La empresa ni nos surte juguetes ni nos permite hacer rebajas, por lo que las redes comerciales cubanas nada tienen que ver con la celebración como ocurre en el mundo».

CUANDO NOS VISITAN LOS REYES

«La celebración del Día de Reyes obedece a una festividad religiosa, estrechamente relacionada con un pasaje bíblico, pero la sociedad de consumo se aprovechó de esto como vía para vender y potenciar el mercado de juguetes», considera la doctora en Ciencias Filosóficas Teresa Muñoz, profesora del Departamento de Sociología de la Universidad de La Habana.

La doctora Muñoz argumentó que el proyecto social cubano promueve la igualdad, el disfrute colectivo como medio de formación, y quizá por eso se le fue restando importancia a estas costumbres.

«Con el triunfo del Primero de Enero muchas de estas festividades de carácter religioso desaparecieron. Como toda Revolución, nuestro proceso creó sus propios símbolos y trató de barrer el pasado. Súmale a esto que el Día de Reyes era una fecha donde las familias sufrían las grandes diferencias sociales», expresó el máster Dagoberto Rodríguez, profesor auxiliar del departamento de Historia de la Universidad de La Habana.

Sonia Enjamio, docente del mismo departamento, consideró que en gran medida se ha retomado la costumbre de los Reyes en nuestro país por el nuevo contexto histórico en el que nos encontramos. «Cuba no está aislada del mundo y por tanto también estamos signados por los efectos de la globalización y el consumismo», apuntó.

«Debemos analizar que esta tradición tiene una base histórica muy fuerte, de siglos de práctica antes del triunfo de la Revolución. Hay familias que fueron radicales y no continuaron reproduciéndola, pero hubo otro sector de la sociedad que continuó arraigado a la tradición», señaló.

«La Cuba de 2007 no es la misma que la de antes de 1989. El país tuvo que enfrentarse a grandes cambios después de la caída de la Unión Soviética. Hay una diferencia elemental en el modo de vida de los que reciben remesas y los que no, así como el fenómeno de los nuevos ricos. Eso se plasma en las grandes diferencias entre los regalos que les traen los Reyes a los hijos de ellos y a los de las personas que no se benefician directamente con estas entradas monetarias», afirmó el profesor Dagoberto.

Jesús García, investigador del Instituto de Filosofía, explicó que todo hecho social resulta muy complejo valorarlo aisladamente. Pero más allá de su significación como hecho específico, las compras de regalos por el Día de Reyes muestran cambios en la cotidianidad del cubano.

«Lo nocivo de la celebración de esta fecha sería convertir el cariño en mercancía y promover de una u otra forma las compras, en busca de maximizar ganancias en la actividad comercial», manifestó.

Los especialistas consideran que no es la festividad la que crea las diferencias, sino que es una expresión de ellas. «Darle un regalo a tu hijo no es dañino, pero pienso que la desigualdad creada por los padres que compran regalos excesivos con los que no pueden hacerlo, sí se convierte en un problema», indicó Teresa Muñoz.

«Lo que nos debe preocupar es la connotación social que esto pueda alcanzar, que se convierta en un objetivo de familia comprar el regalo más ostentoso. El problema no es de los niños, ni de la celebración; como tampoco la solución es prohibirla, sino tomar conciencia de la trascendencia que puede tener crear hábitos consumistas que deformen a los pequeños, y les haga sentirse superiores a sus compañeritos».

LA REVOLUCIÓN MATERIALIZÓ LA FANTASÍA

La Revolución no se hizo contra la fantasía, mas bien intentó convertirlas en realidad. Desde la lucha insurreccional contra la dictadura de Batista en las montañas de Oriente, los rebeldes entregaban obsequios a los niños campesinos el Día de los Reyes Magos, e incluso en ocasiones escenificaban a los personajes, solo que las barbas de ellos eran reales.

Es conocido que terminada la guerra, por iniciativa de Fidel y Celia, aviones de la entonces naciente Fuerza Aérea Rebelde «bombardearon» con juguetes la Sierra Maestra, gracias a lo cual muchos pequeños tuvieron por vez primera un juguete en sus manos. La Revolución hacía llegar por fin hasta aquellos parajes a los tres Reyes Magos.

De ese espíritu nació la costumbre de entregar el tercer domingo de julio, Día de los Niños, un módulo de juguetes para cada infante del país, sin distinción alguna, gesto que desapareció ante los imperativos económicos, pero que todavía muchos recuerdan con nostalgia.

Ese empeño de defender ilusiones y equidad para todos los niños cubanos, es el que sustenta también desde hace varios años en La Habana Vieja, la entrega gratuita de juguetes a pequeños en sus escuelas, cercano al Día de Reyes y en coincidencia con la entrada de Fidel a La Habana al frente de la Caravana de la Libertad.

«Nuestra oficina entrega a cada niño de los círculos infantiles, escuelas primarias y especiales de ocho municipios de la capital, un juguete en conmemoración al Día de Reyes. Solo que en vez del 6 de enero nosotros decidimos festejarlo el ocho: aniversario de la entrada de Fidel a La Habana», explicó a JR el historiador Eusebio Leal Spengler.

«El obsequio lo reciben todos los educandos en nombre de la nación cubana. También se suma el municipio especial de Caimanera, en la región oriental, pues en esa zona en el pasaso los militares estadounidenses de la Base Naval de Guantánamo humillaban a los niños arrojándoles juguetes a través de la cerca limítrofe».

Este proyecto, que retoma la tradición desde nuestros antepasados, nació en 1999 en La Habana Vieja, y se ha ido extendiendo desde el 2001 a otros municipios aledaños y periféricos como Centro Habana, San Miguel del Padrón, Arroyo Naranjo, Cerro, Guanabacoa y Regla. Este año se sumó Cotorro, por lo que el alcance es cada vez mayor.

La cifra de regalos que serán entregados este lunes a las dos de la tarde, se acerca a los 100 000, en ceremonias donde participan la Organización de Pioneros José Martí y algunos trabajadores y obreros.

Según explicó Leal, la tradición de los Reyes Magos proviene de la cultura occidental, judeo-cristiana y musulmana. «Aún en las tierras de Arabia arden pozos por donde pasaron los Reyes Magos. No hay duda de que Melchor, Gaspar y Baltasar son símbolos. Entonces la magia no era cosa circense, sino que tenía un valor taumatúrgico. Se trata de una bella tradición, como puede ser la celebración del Día de las Madres o de los Padres. ¿Por qué no hacerlo? ¿Qué puede haber de perjudicial en ello?

«No hay cosa más desgraciada que un niño sin juguete. Yo sé muy bien lo que eso significa. El ocho de enero en Cuba cambió la realidad para todos: blancos, negros o mestizos. Por eso ahora nosotros les entregamos a los niños lo mejor que podemos ofrecerles».

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