Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Discurso pronunciado por Asela de los Santos en la velada solemne

«Pensó y actuó como la vida misma», expresó la compañera de lucha y amiga de la heroína cubana

Autor:

Juventud Rebelde

Foto: Roberto Suárez Querido Raúl;Queridas Déborah, Mariela, Nilsay querido Alejandro;Queridos nietos y familiares;Compañeros de la clandestinidady del Ejército Rebelde;Compañeras de la Federación;Compañeros y compañeras todos:

Estas no son palabras dedicadas a la tristeza, a pesar del dolor que nos embarga a todos. Son palabras dedicadas a la vida, porque Vilma pensó y actuó como la vida misma a la cual se entregó desde su juventud con la confianza en el porvenir de su patria.

Conocí a Vilma cuando éramos muy jóvenes. Yo había ingresado en la Universidad y ella era estudiante de la carrera de Ingeniería Química. En ese momento la Universidad de Oriente aún no se había oficializado y la primera actividad que unió a todos los alumnos de las diferentes carreras fue la lucha por la oficialización de aquel centro docente.

La unidad nos condujo a la victoria y fue, al fin, la segunda Universidad oficial de Cuba. En los inicios había relativamente pocos alumnos, todos nos conocíamos, los había de diferentes procedencias sociales.

Vilma, nacida y criada en el seno de una familia acomodada, sin carencias materiales, nunca le acompañaron ni el lujo, ni las estridencias. Sus padres influyeron mucho en su educación y sus gustos. Fue una familia que cultivó con esmero la formación espiritual y cultural; ella canalizaba sus actividades de joven más hacia los aspectos de la espiritualidad que por las cosas materiales.

Era una alumna brillante que gustaba del deporte, figuraba como capitana del equipo de voleibol, era solista de la coral universitaria ya que tenía una bella voz de soprano; soñaba con bailar ballet, estudiaba en Pro-Arte de Santiago de Cuba y, como auténtica cubana, gustaba de la música tradicional y del carnaval santiaguero.

Desde aquella época, todos los que la conocimos podemos asegurar que en ella sobresalía un sentido muy alto de la justicia, el compromiso con la verdad, su rechazo tajante a la mentira, su alejamiento de lo banal y superficial. Sus amigas y amigos lo eran más por afinidad de valores y no por posición social. Se rodeaba de personas de pensamiento e ideas progresistas. Sus profesores predilectos fueron profesionales brillantes y sobre todo de ideas revolucionarias como Julio López Rendueles, José Luis Gálvez, José Antonio Portuondo, entre otros.

Cuando se produce el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, en todo el país hubo un rechazo total, puesto que a 80 días de unas elecciones que veíamos con la esperanza de que fuera una salida a la crisis nacional, ocurre aquel cuartelazo. Recuerdo el desarrollo de los acontecimientos en la Universidad, la suspensión de actividades, los alumnos reunidos junto al Consejo Universitario y la FEU. Múltiples fueron las actitudes. Si bien la mayoría estaba en contra del golpe de Estado, muchos alumnos se fueron para sus casas en espera de los acontecimientos. Otro grupo, día a día, íbamos a la Universidad para saber qué podíamos hacer contra el golpe y para actualizarnos acerca de cómo se desarrollaban los acontecimientos.

En ese grupo estaba Vilma y es digno de destacar su reacción ante el golpe militar; cuando lo supo estaba en el aula recibiendo clases, llega la noticia y después del desconcierto inicial, ella secunda una voz que allí se oyó ¡Si esto es así aquí lo que hay que hacer es tomar las armas y alzarse! y ella cuenta que, tal fue su indignación, que ese mismo día tomó la decisión de no aceptar aquella afrenta a la Patria.

Amparados por la autonomía universitaria, se instalaron altoparlantes para pronunciarnos en contra del golpe de Estado. En ese grupo estaba Vilma, que se destacaba como líder y generadora de iniciativas. Así, nos propuso que debíamos emprender acciones concretas. Se le ocurrió utilizar unos versos de Heredia e imprimir volantes para distribuirlos en los barrios alrededor de la Universidad, para que la población leyera el clamor por la libertad desde la belleza de la poesía. Era una estrofa que decía:

Que si un pueblo su dura cadenaNo se atreve a romper con sus manos,Bien le es fácil mudar de tiranos,Pero nunca ser libre podrá.

Esto nos costó a algunas de nosotras ser arrestadas y amenazadas por Cowley, uno de los peores esbirros. Pero la Universidad se movilizó convocada por la FEU, frente a la brutalidad que usaba el arresto y la amenaza contra la poesía.

Las luchas estudiantiles caracterizaron aquel período; se estrechan relaciones entre sus dirigentes, destacándose como líder la figura de Frank. En ese momento él piensa y realiza acciones para enfrentar la tiranía mediante la lucha armada; ideas y estrategias que Vilma conoce y comparte.

Los hechos del ataque al Moncada conmocionaron y sorprendieron a jóvenes con ideas revolucionarias. Recuerdo el continuo tiroteo y tableteo de ametralladoras que se oyó por toda la ciudad. Decidí ir a casa de Vilma para saber lo que pasaba y allí me encontré con un grupo numeroso de compañeros. A media mañana conocimos que se trataba de jóvenes revolucionarios procedentes de La Habana; después supimos de los horrendos crímenes que se cometían por esbirros de la tiranía contra aquellos jóvenes. Todos nosotros sentíamos una gran angustia al no saber qué hacer y cómo ayudar. Fuimos al velorio de Renato Guitart, uno de los santiagueros participantes del asalto.

El día 27 tuvimos más noticias, entre ellas que los cadáveres estaban tirados en el césped junto a los muros del Moncada. Vilma me dijo que debíamos ir hasta ese lugar. Así lo hicimos, llegamos hasta donde estaban las postas, ellos creyeron que éramos familiares de militares y nos dejaron pasar. No vimos los cadáveres, la posta acabó por preguntar qué buscábamos. Vilma le respondió que estábamos allí para saber la verdad: que queríamos saber qué cara tenían los jóvenes valientes, y de allí pudimos salir no sé ni cómo.

Los meses sucesivos fueron de maduración y organización del Movimiento 26 de Julio, que tuvo en Frank País al Jefe de acción de excepcionales condiciones.

Él ejerció un esencial magisterio en todos nosotros, confiaba mucho en Vilma porque había podido aquilatar en ella su patriotismo y su disposición de entregar todo por sus ideas revolucionarias, incluso entregar la vida.

Frank fue delegando en ella más y más responsabilidades por su accionar revolucionario, por su inteligencia, valentía, osadía y su capacidad para dirigir y cumplir lo que en cada momento se le encomendaba.

Cuando el alzamiento de Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956 como apoyo al desembarco del Granma, Vilma estaba en el cuartel general junto a Frank, Haydée, Armando y a otros compañeros que nos encontrábamos allí. Ese día, la muerte de Pepito, Tony y Otto, fue para todos un duro golpe que reafirmó sin embargo nuestra decisión de continuar la lucha.

Después del 30 de noviembre, la casa de Vilma se convirtió en cuartel general de la clandestinidad.

Ya en ese momento Vilma no descansa ni un minuto, se entrega a la lucha clandestina totalmente. Participa con Frank, Haydée, Armando y un grupo de otros compañeros en la primera reunión de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio con Fidel en la Sierra Maestra en febrero de 1957. De esta reunión surgió un plan para el fortalecimiento de la guerrilla a cumplir por el movimiento clandestino.

Una de las tareas más importantes fue el refuerzo de hombres que Frank debía enviar a la Sierra. Se trataba de llevar hasta Manzanillo a 50 hombres, donde Celia los recibía y los iba llevando al famoso campamento del Marabuzal y, de ahí, hasta la Sierra. Por otro lado se enviaban las correspondientes armas y avituallamientos. El traslado de los hombres, casi en su totalidad, lo realizó Vilma manejando desde Santiago a Manzanillo. Recuerdo que en una ocasión realizamos tres viajes en un solo día, y uno de los «casquitos» que hacían posta ese día en el punto de control militar de la carretera, al mirar a la serena y elegante mujer que iba al timón del auto, le dijo al otro: «No la registres, déjala pasar, esa es la rubia hija del ganadero».

Una semana antes del asesinato de Frank, este la nombró coordinadora provincial del movimiento en Oriente, responsabilidad que tenía Frank y que delegó en ella por la necesidad de asumir otras tareas de la lucha clandestina.

Vilma se fue convirtiendo en una figura de leyenda a quien todos querían conocer y a quien protegía todo el pueblo santiaguero. Eso salvó muchas veces su vida, porque ella era constantemente perseguida por las fuerzas de la tiranía. En una ocasión la casa donde estaba escondida Vilma fue asaltada y registrada por los esbirros. Solo alcanzaba el tiempo para que saltara al tejado de la casa contigua. El techo era de dos aguas y como su figura iba emergiendo lentamente ante la visión de una señora que estaba en el otro patio, al verla emerger creyó que tenía la visión de una virgen y se arrodilló diciendo ¡milagro! ¡milagro! En medio de esta confusión Vilma escapó.

Ella soñaba con librar el combate en la Sierra, pero comprendió que tenía que quedarse en el llano cumpliendo tareas vitales e imprescindibles para el fortalecimiento y apoyo de la guerrilla en su etapa inicial y en cumplir indicaciones del Comandante Fidel en su estrategia para desarrollar la lucha.

Su sueño de ser combatiente del Ejército Rebelde se pudo materializar cuando solo quedaban algunos meses para el triunfo definitivo de la revolución.

La dirección del Movimiento 26 de Julio tenía la certeza de que si permanecía en Santiago de Cuba sería inevitablemente asesinada; el cerco de los esbirros de la tiranía se cerraba sobre ella. Entonces se decidió que subiera a la Sierra y se incorporara al Segundo Frente Oriental «Frank País» con responsabilidades similares a las que realizaba, misión que sobrepasó con creces al asumir nuevas y complejas tareas durante su permanencia en el Frente y en las zonas liberadas.

La vida en el Segundo Frente era de una constante actividad en todas las esferas: combates, organización permanente de las fuerzas rebeldes, organización de la vida civil, económica y social de los territorios liberados. En ocho meses se realizaron extraordinarias tareas bajo la dirección del Jefe del Frente Comandante Raúl. Allí también surgió el amor tan esperado por ella.

Un día en el Segundo Frente me dice: «Amiga, quiero decirte una cosa» y yo le digo: «Sí, ya sé, que tú y Raúl son novios». Y me responde: ¿cómo lo sabes? Porque todos los compañeros nos hemos dado cuenta que están enamorados.

Vilma creía en el amor y supo esperar hasta encontrarlo. Allí nació una pareja de dos seres que han crecido juntos construyendo sus vidas, padres de familia ejemplar en el amor y en la educación de sus hijos y sus nietos.

Su lucha revolucionaria antes de 1959 ya bastaría para hacerla ocupar por derecho propio un lugar en la historia de nuestra patria. Sin embargo, es su contribución a la Revolución Cubana a partir de aquel luminoso enero, lo que la convierte en una figura imprescindible de la forja de una sociedad nueva.

Vilma, seguidora de las ideas de Fidel, se convirtió en la indiscutible artífice de esa nueva batalla, de encarar con energía e inteligencia siglos de discriminación de la mujer y luchar con ejemplar convicción para lograr la emancipación e igualdad de estas en la sociedad. Aquella contienda, callada, firme e inclaudicable, fue de más complejidad que la propia guerra. Transformar mentalidades, modificar costumbres, educar, fue una razón de ser de su vida al frente de la Federación de Mujeres Cubanas, de los Círculos Infantiles e Instituto de la Infancia, de la Comisión de Atención y Prevención Social, del Centro Nacional de Educación Sexual y de la Comisión de la Juventud, la Infancia y la Igualdad de la Mujer de la Asamblea Nacional.

Su batalla en contra de la discriminación la llevó a la defensa de los sectores y personas más desfavorecidos en el orden social.

Su cultura y sensibilidad, unidas a su trayectoria de firmeza y vocación de lucha por la justicia le permitieron romper esquemas, falsas tradiciones, interpretaciones conservadoras y actitudes retrógradas. Su estatura moral propició que todas las instituciones del país apoyaran aquella cruzada por el mejoramiento humano que fue su quehacer por la incorporación plena de la mujer a la sociedad.

A Vilma, en sus múltiples quehaceres debemos fundamentos científicos para la educación preescolar. Su fundación y conducción del Instituto de la Infancia trazó pautas para la labor pedagógica en las edades más tempranas.

En las tribunas internacionales enalteció la imagen de la patria con la explicación y defensa de la Revolución, y la demostración de la colosal obra realizada a favor de la mujer, los niños y los jóvenes. Fue Vicepresidenta durante muchos años de la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FEDIM).

Vilma nos deja con sus testimonios y ejemplo de vida, amor, ternura y firmeza, un caudal de sabiduría humana basada en firmes principios revolucionarios. A su obra debemos volver una y otra vez y propiciar que las nuevas generaciones la estudien, porque su lucha y legado están en la esencia de los valores humanos, en sus criterios enriquecedores de la ideología revolucionaria cubana.

Su obra está en su pueblo, en las mujeres que la identifican como su más legítima representante, en sus hijos, sus compañeros.

¡Cuánto te vamos a extrañar, Vilma!

Pero sabemos que continuarás acompañándonos en cada acto y obra de esta, tu Revolución, que con tu ejemplo enseñaste a querer, a defender, a construir y a enriquecer.

Gracias.

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