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El Cambio Climático requiere un cambio de actitud

Así lo considera el reconocido científico Roger Rivero Vega, quien continúa investigando esa problemática tan acuciante para la humanidad

Autor:

Juventud Rebelde

Roger Rivero Vega Camagüey.— Cuenta su hermana Maritza que «Chichi» era el más estudioso de la familia: «Según mami él fue un muchacho prodigio. No lo creerás, pero aprendió a tocar de oído mandolina y guitarra antes de los seis años de edad y entonaba canciones de la época para toda la familia».

Pero no solo la música atrapó desde bien temprano a Roger Rivero Vega, para quien el gusto por el saber «todo lo posible de todo» es su fórmula para desentrañar los acertijos de la vida.

Con solo cinco años ya despuntaba como el hombre de ciencias que es, pues desde su natal Camagüey ha llegado a formar parte de los científicos latinoamericanos que investigan el Cambio Climático y sus impactos sobre la sociedad.

—A los tres años muchos le auguraron un camino como hombre de ciencias...

—Crecí en un medio altamente afectivo. Escuchaba a todo el mundo y aprendía de todo el mundo. Aprendí a leer y escribir en las rodillas de mis abuelos, con periódicos, revistas y novelas para adultos.

«Con cinco años vi junto a un tío la lluvia de estrellas más grande de la historia —detalle que descubrí después— y comía al lado de la radio escuchando series de ciencia ficción.

—¿También escribe?

—La ciencia ha sido para mí un regocijo tan grande como la música y la ciencia ficción. He escrito cuentos y poesías de este género, y he creado obras musicales que constituyen una fuente de energía creativa para seguir investigando.

—Para muchos, sus resultados científicos son consecuencias de su inteligencia prodigiosa y no del estudio ¿Es esto cierto?

—Depende de qué se interprete como estudio. Nunca he estudiado para aprobar, sino para aprender. No niego que tengo gran facilidad para hacerlo, pero siempre he observado y analizado todo lo que me rodea. Desde esa interpretación, sí vivo estudiando, y mis logros dependen de ello.

—¿Cómo logra vincular el mundo de las artes con la Meteorología y la Física?

—Para mí hay un solo mundo que es ancho, pero no ajeno. Soy excepcionalmente romántico y el romanticismo está unido indisolublemente a la ciencia y al arte. Disfruto cada cosa que hago con la misma intensidad.

—¿Científico preferido?

—Ninguno en especial, todos tienen un valor, pero el más querido para mí es Federico Engels, porque encontró la dialéctica en la naturaleza. Soy un físico teórico y por tanto admiro a Newton, Hamilton, Maxwell, Einstein, los creadores de la Mecánica Cuántica, y me resulta muy cercano George Gamow.

—¿Qué eventos lo han marcado?

—Ver aquella lluvia de estrellas, descubrir en cuarto grado que las operaciones matemáticas podían hacerse con letras, conocer a mi maestra Carmen Montalbán, quien me incorporó nuevamente al sistema educacional después de dos años de ausencia, la Campaña de Alfabetización, la lucha contra los viejos cánones docentes de la Universidad de La Habana (UH), ver en tiempo real al primer hombre que pisó la Luna, conocer a mi esposa Zully Jaspe, tener con ella cuatro hijos y formar parte de los fundadores del Centro Meteorológico de Camagüey.

—¿Sus mayores aportes a la ciencia cubana y del mundo?

—Ser pionero en el estudio de los Sistemas de Mesoescala en Cuba, incluyendo las tormentas severas locales; el estudio de las sequías meteorológicas y agrícolas, creando sistemas de vigilancia y alerta temprana de las mismas, y liderar el único grupo de investigación nacional que estudia los impactos del Cambio Climático sobre la producción agrícola utilizando y creando modelos de simulación numérica.

—Usted asume una responsabilidad regional como experto consultor y entrenador de personal para la evaluación del impacto del Cambio Climático. ¿Asombra que sea un cubano quien la desarrolle?

—Sí, y muy especialmente entre los especialistas mundialmente reconocidos de la Unión Europea, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda. Ellos admiten que nunca imaginaron tanto desarrollo en Cuba en el campo de la evaluación del impacto del Cambio Climático sobre la agricultura. Sin embargo, en Latinoamérica y el Caribe de habla inglesa no sucede así, pues ellos están más cercanos a nuestra realidad.

—¿Qué le ha aportado su trabajo a Cuba y a los países de la región?

—El conocimiento cuantitativo de los impactos negativos que puede ocasionar el Cambio Climático sobre la producción de alimentos y las medidas que podrían aplicar los gobiernos para adaptarse a estos impactos. Además de formarse personal técnico capaz de realizar estudios de este tipo.

—¿Ha prestado servicios científicos sobre eventos meteorológicos extremos?

—Sí, prestar servicios científicos ante la amenaza de desastres naturales como sequías, huracanes y eventos de intensas lluvias, es una alta responsabilidad. Se informa a los órganos correspondientes lo que se espera y solo así se pueden tomar las decisiones pertinentes para la protección de vidas humanas y medios materiales. Una equivocación sería funesta.

—¿Qué le diría a los gobiernos que asumen los impactos del Cambio Climático como algo ajeno a su realidad?

—Que cambiaran inmediatamente de actitud, ya que desde hace mucho tiempo toda la región sufre los impactos de la variabilidad del clima y el Cambio Climático.

—Recibió el Primer Premio de la Sociedad Internacional de Meteorología Agrícola de 2005. Este no solo se otorgó por vez primera a un cubano, sino que también fue usted la primera persona que lo recibió en el mundo.

—Fue un Premio instaurado para promover e incentivar el uso de la Agrometeorología operacional en las prácticas agrícolas nacionales. Con él se premiaba no solo el resultado científico, sino la cultura alcanzada en nuestra provincia durante diez años de aplicación de tecnologías relativas a la vigilancia y alerta temprana de las sequías.

—¿Principales obstáculos durante la creación científica?

—En todas las investigaciones que emprendí siempre carecí de antecedentes nacionales; tuve que empezar de cero, por lo que rechazo la imposición del bloqueo contra nuestro país, que dificulta extraordinariamente la realización del trabajo científico. La escasa publicación de resultados y el insuficiente intercambio de experiencias con colectivos de países desarrollados han sido mis principales obstáculos.

—¿Proyectos?

—Contribuir a la Segunda evaluación nacional de los impactos del Cambio Climático, que concluirá en 2010, y formar colectivos semejantes al mío en el resto de la región.

—¿Y los inmediatos?

—Publicar en idioma inglés un libro destinado a la formación de personal acorde con realidades de los países en desarrollo sobre este tema, y mi sueño sería que también me lo publicaran en español.

—Personalidades como usted generalmente se establecen en la capital del país...

—Toda mi formación media superior y superior se realizó en La Habana, donde viví once años; allí fui profesor de la Facultad de Ciencias e integrante del Grupo de Física Teórica. En 1973 regresé a mi ciudad y me incorporé al colectivo meteorológico, única institución de la época en la que había interés por la investigación en mi campo. Entonces, autodidácticamente, aprendo Meteorología. En ningún lugar me he sentido tan apoyado como en mi ciudad natal.

—Esta ciudad le dedicó el 494 aniversario de su fundación.

—La obra de mi vida la he hecho no solo en Camagüey, sino en gran medida para Camagüey, ya que aquí es donde más han acogido los resultados de mi trabajo para proteger y defender lo intereses del pueblo, pero no esperaba esta distinción.

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