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Imponer el respeto sobre la mentira

Clausura Ricardo Alarcón, presidente del Parlamento cubano, Taller Internacional «La Declaración Universal de los Derechos Humanos». El evento condenó las guerras de agresión, la ocupación militar de países y territorios, y otras prácticas ilegales pero comunes en el mundo de hoy

Autor:

Luis Luque Álvarez

En el día de ayer, cuando se cumplieron 60 años de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, dos noticias sobresalen: Que, según la FAO, la meta de reducir a la mitad el número de personas que sufren hambre en el mundo no podrá cumplirse en 2015, sino ¡en 2150!, y que el Congreso de EE.UU. debatía sobre las ayudas millonarias a la industria del automóvil... sin que nadie haya consultado a los trabajadores de ese sector sobre qué hacer con esos recursos.

Durante la clausura del Taller Internacional «La Declaración Universal de los Derechos Humanos», efectuada anoche en el Palacio de Convenciones de La Habana, el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, Ricardo Alarcón, utilizó los ejemplos mencionados para ilustrar la mentira sobre el respeto a tales derechos en múltiples sitios de este mundo.

El gobierno de Estados Unidos —explicó— utiliza de esta forma el sudor de los pobres para salvar a los millonarios. Ante esas enormes cifras, ¿dónde está el dinero para acabar con una situación tan escandalosa como la de cientos de millones de hambrientos?

Se trata, según apuntó, de un modo escandaloso de conmemorar los 60 años de la Declaración, en un mundo en el que, además, se intenta legalizar la tortura, y donde nadie sabe a qué centros se lleva a los detenidos, ni dónde están, ni cuántos son los vuelos de los aviones de la CIA en la llamada cruzada antiterrorista de la administración norteamericana, que mantiene encarcelados a cinco luchadores cubanos contra el terrorismo, mientras paradójicamente protege, ampara y defiende a peligrosos terroristas.

Del Taller, que reunió a intelectuales, artistas, religiosos, líderes sindicales y activistas por la paz, entre otros, emanó la declaración «Una convocatoria imprescindible», en la que los participantes condenaron las guerras de agresión, la ocupación militar de países y territorios, la exclusión y criminalización de los pueblos originarios, la práctica de la tortura, y el asesinato de luchadores sociales y políticos.

De igual modo, reafirmaron el derecho de todas las personas al acceso sin discriminación a la salud, el empleo digno, la educación, la vivienda, la alimentación sana, la tierra el agua y otros bienes esenciales.

La libertad de los Cinco Héroes antiterroristas cubanos y el levantamiento del criminal bloqueo anticubano estuvieron entre las exigencias de los participantes, así como el reconocimiento a los esfuerzos del pueblo cubano «que construye una vida digna, bajo la agresión y la hostilidad permanente».

En horas de la mañana, al inaugurar el foro, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Felipe Pérez Roque, recordó las prácticas discriminatorias y corruptas orquestadas en la desprestigiada Comisión de Derechos Humanos, destinadas a chantajear y presionar a países como Cuba, que persisten en su derecho a la libre determinación y la independencia.

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