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Debaten sobre cómo sumar a más jóvenes a las labores productivas

En asamblea de balance del municipio de Artemisa, jóvenes de la cooperativa de crédito y servicios Flores Betancourt dialogaron sobre la necesidad de interrogarse los desajustes y desatenciones en el trabajo agrícola

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

«Un porciento de los jóvenes que viven en el campo no estudian ni trabajan; sin embargo disfrutan de los beneficios del trabajo de otro. Por eso ha sido tarea de la juventud conversar con esos muchachos, y sobre todo con la familia, que a falta de exigencias les ponen en bandeja de plata la vida fácil, sin compromisos con su país ni con ellos mismos».

La alerta la hizo en la asamblea municipal de balance de la UJC en Artemisa, importante polo agrícola, Erney Pérez, secretario general de la cooperativa de crédito y servicios Flores Betancourt, y puede ser expresión de uno de los grandes dilemas que enfrentamos, debido al desfasaje entre las necesidades del país y las aspiraciones de no pocos jóvenes, alimentadas por quién sabe cuántas desatenciones y desajustes.

La negativa de algunos de incorporarse al trabajo agrícola, incluso a seguir la tradición campesina de sus padres, fue uno de los temas centrales en el debate. Lograr la vinculación de ellos, militantes o no, al proceso productivo es una de las urgencias que debe atender la organización.

Erney Pérez señaló esa desvinculación como una fisura que tal vez ahora no sea un peligro, pero que el día de mañana puede terminar en indisciplinas o desviaciones mayores. Le preocupa que en muchas familias agricultoras solo trabaje el padre, sin tener a sus hijos como asociados, pues a ellos no les interesa el trabajo en el campo.

En el tercer polo agrícola de la provincia de La Habana es imprescindible que los jóvenes asuman el protagonismo del trabajo y las transformaciones que se necesitan en este sector y en el industrial.

Uno de los grandes retos, como señaló Ulises Guilarte, primer secretario del Comité Provincial del Partido, es lograr la vinculación de los jóvenes a la batalla en el campo económico, de cuyos resultados dependerá el disfrute de bienes materiales, en mayor o menor medida.

Otro de los puntos del debate fue la necesidad de lograr mayor crecimiento de militantes dentro del sector productivo, desafío al que la organización se enfrentará este año con la incorporación de más de cien nuevos miembros.

Aunque en muchos lugares la presencia de la UJC es mínima o nula, no se trata de asumir la afiliación como una tarea de masividad. Se trata de valorar, según las cualidades de los jóvenes, quiénes pueden ingresar o no a la organización; no por darle cumplimiento a una meta o superar las estadísticas, sino por una cuestión de calidad, expresó Yaíma Rivera, secretaria general del comité de base de la Empresa de Plaguicidas.

Para Maday Iglesias, miembro del Buró Nacional de la UJC, el número de integrantes de un comité de base no debe ser un indicador para su existencia o no en un centro laboral. Tomando como referencia el comité de base de la Empresa de Plaguicidas, en el que militan jóvenes insertados provenientes de otros centros, dispersos y distanciados entre sí, la dirigente explicó que ellos pueden desarrollar una labor efectiva en la identificación y solución de los problemas de su propia unidad. De lo contrario esos lugares siempre estarían a la espera de lo que en la Empresa se estipule con respecto a ellos.

Ante la interrogante de por qué muchos jóvenes no quieren ingresar a la organización, brotó la inquietud de que no siempre en las actividades y encuentros juveniles se incluyen temas más cercanos a la realidad de quienes viven en ese entorno, y se cae en enfoques formales, ya sea en la entrega de informes o en la cotización.

«La falta de identificación con la UJC no solo se ve en aquellos del universo juvenil, sino en los mismos militantes, quienes muchas veces se dejan arrastrar por la rutina y la desmotivación. Se ven a sí mismos como miembros de una organización y no como protagonistas de esta y de una parte muy importante del futuro del país. Por eso es imperiosa la necesidad de llevar adelante sus iniciativas. Siempre estar a la espera de indicaciones nos aleja del espíritu creativo que necesitamos», añadió Yoan Martínez, secretario general del comité de base del Banco de Crédito y Comercio.

Dariel Martínez, secretario general del comité de base del Hospital Ciro Redondo, compartió el dinamismo que han experimentado y compartido los miembros de la UJC del hospital y sus dirigentes con el resto de la masa de jóvenes.

Aunque la asistencia y puntualidad a las actividades del centro y la mejoría de la calidad de las reuniones son algunas de las deficiencias que debemos erradicar, el trabajo de joven a joven ha permitido cumplir con el programa del uso eficiente de los recursos materiales y energéticos, entre otros indicadores, señaló Dariel.

Los jóvenes de Artemisa, consecuentes con las tradiciones históricas de su territorio —del que salieron tantos hombres para servir a la patria—, reconocen que son muchas las deficiencias que presenta el trabajo de la UJC en el municipio, pero están conscientes de que depende de ellos el presente y el futuro de la organización.

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