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Dayami sobrecumplió

El General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, visitó recientemente a una joven guantanamera que ha tenido ocho hijos. Dayami Reyes Puarié causó sensación, en una época en que resulta muy inusual hallar en Cuba a una madre con tantos alumbramientos

Autor:

Yisell Rodríguez Milán

GUANTÁNAMO.— En la casa hay niños y juguetes dondequiera. El bullicio no cesa: siempre hay alguien riendo o llorando, saltando, corriendo o con un rasguño en las rodillas… Sin embargo, Dayami Reyes Puarié, de 28 años de edad, y Diosdelvis García Lores, de 38, controlan muy bien «la tropa» que revuelve su hogar y que atrajo la atención del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba: ocho críos tiene ese joven matrimonio.

Es raro en estos tiempos que en Cuba una mujer joven, en edad reproductiva, tenga tantos descendientes. Las cifras hablan solas: desde el 2006 la población decrece. Ya no se procrea como hace 30 años.

La marcada disminución de la natalidad, influida por el desarrollo profesional alcanzado por la mujer y su masiva incorporación al trabajo, así como la esperanza de vida —que aquí es de 77años— son algunas de las causas de que el país «envejezca».

Para garantizar el crecimiento poblacional equilibrado y que la cantidad de ciudadanos en edad laboral no vaya en caída —como ocurre actualmente en Cuba—, cada mujer debe tener más de dos hijos como mínimo y uno de ellos ha de ser del sexo femenino.

Viéndolo así, Dayami sobrecumplió.

A los 16 años tuvo su primer parto y después de eso ya no se detuvo. Lieti, de nueve años de edad; Lieter, de ocho; Lieterine, de siete; Liyani, de seis; Leyani, de cuatro; Licena, de tres; Liuba, de dos; y Liván, de tres meses, lo demuestran. Curiosamente, y sin más razón que el gusto de su madre, todos los nombres empiezan con L.

Raúl estuvo en mi casa

«Nunca pensé que Raúl, nuestro Presidente, pudiera aparecerse aquí, en mi sala, y menos que mis hijos fueran la causa de su visita. Es verdad que son bastantes, pero eso es normal en mi familia. Mi abuela tuvo 11, y la mamá de mi esposo otros tantos. Además, a mí no me gustan los abortos», confesó la joven cuando la visitamos en el No. 067 de la calle 7, en el poblado de El Salvador.

Su vivienda es pequeña, apenas con tres cuartos para las 11 personas que la habitan, y los niños duermen casi todos en una pieza. Tres se acomodan en una cama matrimonial y los otros cuatro, por dúos, en camas personales. Solo el bebé duerme cerca de sus padres, porque la otra habitación es de la abuela.

Comentó la joven que Raúl recorrió la pequeña morada, preguntó cómo se las arreglan para convivir, conversó con los niños y contó historias de lo mucho que procreaban las mujeres de antes y lo extraño que es eso ahora.

También reflexionó sobre los efectos que tendrá para la fuerza laboral del futuro la baja tasa de natalidad que hoy tiene Cuba, un fenómeno cuya repercusión más tangible fue la modificación de la Ley de Seguridad Social.

«Cuando habló con los niños, lo asombró mucho la capacidad de Liyani, de seis años, para contestarle. Ella le respondía todo y por eso Raúl le dijo que ella sería la vocera o la abogada de la familia», añadió la madre, quien fue catalogada por el Presidente cubano como «heroína» por sus tantos y bien criados hijos.

¿Y su esposo vio al Presidente?, le preguntamos a Dayami, quien durante la entrevista no paró de peinar a una de sus pequeñas ni de decirle a Lieter, el mayor de los varones, que en ese momento era imposible ayudarlo con la tarea.

«Él estaba trabajando y al llegar había tanta gente ansiosa por ver a Raúl que casi no pudo entrar a la casa. Uno de los que acompañaban a nuestro Presidente le preguntó, justo cuando atravesaba la puerta, quién era él, y mi marido dijo: “Yo soy el jefe de esta tropa”. Luego entró y se quedó con nosotros, pero yo le aseguro que no lloró de la emoción por falta de tiempo».

Marisel Tito Tejeda, primera secretaria del Partido en el municipio de El Salvador, informó que tras conversar en la pequeña vivienda con la familia completa del joven matrimonio, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros intercambió opiniones con otros vecinos del poblado sobre los desafíos impuestos al país por la demografía del territorio nacional.

Ocho hijos y mucha paciencia

Sorpresa y emociones aparte, Dayami confesó que efectivamente no es fácil criar ocho hijos. «Bueno o malo ellos comen y se visten, y a pesar de que este pequeño ejército es muy travieso, ya nosotros aprendimos a controlarlos con la ayuda de Máxima, la abuela», dijo.

No tardamos en comprobar lo difícil que es mantener su tropa junta y vigilada. En menos de una hora escuchamos varias veces preguntas como «¿por qué te quitaste la ropa?», o «¿adónde vas?», e incluso órdenes como «¡vístanse!» o «¡recójanse para limpiar!», que un montón de cabecitas y cuerpos ejecutan a su manera.

En esa casa de El Salvador se habla en plural y se organiza con cuidado el día, no vaya a ser que se enreden las obligaciones de unos pequeños con las de otros. La madre tiene buena memoria.

«Los vecinos me preguntan cómo hago con tanto trabajo y yo explico: me levanto a las cuatro o a las cinco de la mañana, limpio y organizo la casa tempranito por si hay que correr con un niño para el hospital y mi hija mayor lleva a los más chiquitos a la escuela. Eso es todo.

A la familia de Dayami y Diosdelvis el Gobierno Provincial le construirá una casa. Tendrá dos plantas, seis o siete cuartos y será un buen premio a su devoción paternal, a su humildad y a la contribución que hacen con esos ocho hijos suyos a esta Cuba de hoy. Ellos mañana serán parte de la fuerza laboral rejuvenecida que necesita la nación.

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