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Viaje por los caminos del bienestar

El Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, recorrió este lunes, en La Habana, lugares restaurados en el contexto del aniversario 500 de la fundación de la ciudad

Autor:

Alina Perera Robbio

Que la vida sea un recorrido de bienestar, que la felicidad, más que un imposible sea un estado al que pueda llegarse por varios caminos, depende en mucho de cómo funcionen los múltiples espacios de la sociedad donde encontrar esparcimiento, cura espiritual o física, instrucción, placeres sensitivos y hasta acompañamiento en los momentos difíciles.

Esa filosofía de realización humana fue este lunes el hilo central del recorrido que hizo el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, por lugares de interés social de La Habana.

Muy temprano en la mañana el Jefe de Estado —acompañado por el Primer Secretario del Partido en la capital, Luis Antonio Torres Iríbar, por el Presidente del Gobierno en la provincia, Reynaldo Zapata García, así como por otras autoridades de la capital de los cubanos— fue recibido en la Plaza Cultural Artex El Sauce, en el municipio de Playa.

Allí el mandatario pudo apreciar cómo han quedado las principales áreas de la instalación tras una etapa restaurativa recién concluida. Podrán brindar sus servicios, en excelente estado, la sala de música Juan Formell, una sala de proyecciones fílmicas 3D, cuatro bares, un área para bailar al ritmo de orquestas de prestigio, un parqueo, una cafetería, y una tienda.

Lo más importante a partir de este momento es una interrogante que con lógica frecuencia el Presidente cubano extiende cuando llega a un lugar renovado capitalmente y listo para remprender su valor de uso: ¿cómo sostener en el tiempo la calidad de los servicios y todo lo que ahora luce nuevo?; ¿cómo hacer para que la excelencia no se desvanezca con el paso de los días?

 

 

 

 

 

Foto: Estudios Revolución

 

Foto: Estudios Revolución

El Acuario Nacional de Cuba, también perteneciente al municipio de Playa, fue el segundo destino de la visita gubernamental. Escuchando atento las explicaciones de la directora de la instalación, María de los Ángeles Serrano, y acompañado por Elba Rosa Pérez Montoya, ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Díaz-Canel recorrió áreas    concebidas para el entretenimiento y el saber.   

El Presidente destacó el valor de que el Acuario brinde servicios instructivos, con temas interesantes. Y no descartó la importancia de ofrecer allí una gastronomía que apoye ante la afluencia creciente del público. Por su parte, María de los Ángeles Serrano comentó el hecho de que, durante los meses de julio y agosto, la instalación haya recibido casi un 40 por ciento por encima de quienes allí estuvieron en igual etapa del año anterior. Es algo que tiene que ver, explicó, con las aperturas en horarios nocturnos, las cuales están siendo valoradas con vistas a futuros fines de semana.

El mandatario recordó que en días recientes, durante el análisis realizado sobre el desarrollo del verano, fue defendida la idea de hacer perdurar para otras etapas del año aquellas experiencias que han dado visibles resultados en los meses de julio y agosto. Más de un tema motivó el interés de Díaz-Canel; entre ellos, el alusivo al funcionamiento de las bombas de agua, y a la atención que se brinda a las especies marinas.

 

  

Foto: Estudios Revolución

 

Foto: Estudios Revolución

Lo sensitivo y lo sensible

El Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, visitó también el supermercado Kasalta, perteneciente al municipio de Playa. Al salir del centro donde se venden a la población productos liberados y de la canasta familiar normada, el Jefe de Estado volvió sobre un concepto que él suele compartir cuando de levantar y restaurar nuestros paisajes y costumbres se trata: Si importante es ver nacer espacios nuevos, no menos valioso es rearmar todo aquello que fue bueno entre nosotros y que la acción del tiempo o de la insensibilidad fueron echando al olvido. Donde valga la pena, reflexionó el Presidente cubano, hay que levantar «lo viejo» como se curan las heridas que nos duelen.

A solo metros del supermercado abrió sus puertas a la visita gubernamental el restaurante Kasalta. Ese fue un lugar emblemático de nuestra gastronomía, y está desafiado por una tradición que sería imperdonable soslayar. Luce limpio, organizado, y su prestigio dependerá siempre del servicio que brinden sus trabajadores, entre los cuales hay numerosos jóvenes.

 

Foto: Estudios Revolución

La funeraria de Calzada y K, en el Vedado capitalino, fue otro punto en la agenda del recorrido. Varios de sus espacios, incluyendo la cafetería cuyo principal propósito es brindar ofertas gastronómicas sobre todo a quienes se acercan allí en momentos de dolor, fueron visitados por el mandatario.

No lejos, también en el Vedado, acogieron a la visita los trabajadores del restaurante-bar El Caribeño, y del restaurante-bar Club 21. A todos Díaz-Canel, luego de preguntar sobre asuntos como la calidad del servicio y los precios, les deseó éxitos en una labor que solo será buena si deja satisfacción en los destinatarios.

 

Foto: Estudios Revolución

Foto: Estudios Revolución

El círculo infantil Elpidio Valdés, ubicado en el municipio de Plaza, esperó con sus niños y auxiliares pedagógicas la llegada del Presidente, quien caminó los espacios del centro educativo acompañado de distintas autoridades, incluida la ministra de Educación Ena Elsa Velázquez Cobiella. La alimentación de los pequeños, y lo que ellos hacen mientras están al cuidado de las «seños», formaron parte de los temas abordados por el Jefe de Estado.

La instalación, caracterizada por la limpieza y el sabor de lo físicamente renovado, es fruto del Programa de recuperación de los círculos infantiles en La Habana: de 42 que hace dos años tenían cerradas sus puertas, van quedando 27 pendientes de una restauración  capital como la vivida por el círculo infantil visitado, que hoy acoge toda la matrícula de la cual es capaz el centro, desde segundo hasta el sexto año de vida.

Foto: Estudios Revolución

 

Foto: Estudios Revolución

El recorrido terminó en un centro de altísima sensibilidad: el Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología. Una exposición detallada de su director, el doctor Luis Curbelo Afonso, dibujó la envergadura de un lugar que es fruto genuino y humanísimo de la Revolución.

Entre médicos y personal de la Salud, y acompañado del ministro de Salud Pública, doctor José Ángel Portal Miranda, el Presidente cubano se interesó por los servicios que allí se ofrecen, por la situación actual de los medicamentos destinados a combatir el cáncer, por el funcionamiento de los equipos de diagnóstico más modernos, por los tratamientos y por el estado de ánimo de pacientes y personal médico.

Sobre el incendio que el 17 de julio pasado devastó algunos recintos del Instituto, los anfitriones explicaron a Díaz-Canel que en solo 12 días el hospital recuperó su capacidad acostumbrada.

Una breve historia compartida con los visitantes da idea del humanismo que habita en los escenarios marcados por la impronta de la Revolución: en el momento de evacuar a un grupo de pacientes desde las salas afectadas por el fuego hasta otros tres hospitales de la ciudad, no se perdió de vista el cuidado de los seres humanos. Se sabe que un cubano, a quien faltaban sus dos piernas, debió vivir los rigores del cambio de espacio. Después, cuando le preguntaron si había sufrido algún percance, el paciente fue categórico: «ni un rasguño». El episodio viaja, motivando orgullo, de voz en voz.

 

Foto: Estudios Revolución

 

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