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Nacer otra vez

La caumatología es una subespecialidad del área de la cirugía plástica, noble y sensible, de la que a veces poco se habla

Autor:

Juventud Rebelde

Fuego, agua caliente, la plancha conectada, descargas eléctricas, el sol…cualquiera de estas, y otras, pueden ser las causas de una quemadura que, tal vez, le cambie la vida a una persona. Desde las más superficiales hasta las más profundas, esta agresión a la piel no se olvida nunca, y para superar sus secuelas, incluso las sicológicas, se requiere de mucha entereza.

Especialistas en cirugía plástica, dedicados a la Caumatología (subespecialidad dirigida al tratamiento de los pacientes quemados) ponen todo su empeño en atender y apoyar a quienes sufren en carne propia las consecuencias de agresiones y accidentes de este tipo y, además, a sus familiares, porque también ellos son esenciales en su recuperación.

Precisamente, desde este miércoles, durante el 2do. Congreso Cubano de Cirugía Estética y Reconstructiva —que tiene por sede el Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras—, los asistentes de diferentes provincias del país y de otras naciones intercambian conocimientos y experiencias en torno a esta área de la cirugía plástica, noble y sensible, de la que a veces poco se habla.

El doctor Rafael Rodríguez Garcell, presidente de la Sociedad Cubana de Cirugía Plástica y Caumatología lamenta que cuando se menciona la cirugía plástica, muchos solo piensan en los cambios en la apariencia física con fines estéticos que pueden realizarse.

«La cirugía reconstructiva es el punto inicial porque la razón de ser de nosotros como profesionales de la medicina es reparar defectos o deformidades producto de accidentes, o congénitos. Aplicar estas técnicas a personas sanas y aparentemente sanas para lograr su mayor conformidad con ciertos patrones de belleza es otra vertiente de nuestra disciplina, y la atención al paciente quemado lleva mucho de una y de otra».

El especialista, quien labora en la Unidad de Quemados del Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras, precisa que el paciente quemado es eminentemente quirúrgico. «La atención en las primeras horas es esencial para evitar la profundización de las quemaduras y desde ese instante el entrenamiento de médicos y enfermeros se pone a disposición de salvar a esa persona que llega a nuestro servicio.

«Entre el tercer y el quinto día el paciente se somete a la necrectomía para retirar todo ese tejido muerto, o sea, la piel quemada. A partir de ahí realizamos injertos, tomando piel de zonas de su cuerpo no afectadas, lo cual puede ser muy complejo si es más la piel quemada que la no quemada.  En caso necesario, recurrimos a otras variantes de extracción de la piel, entre ellas, de la espalda, del cuero cabelludo, entre otras.

«En nuestro país empleamos además apósitos de hidrogel para el tratamiento de las quemaduras y sustitutos de piel con piel de cerdo, suministrado del banco existente en el Hospital Ortopédico Internacional Frank País».

Rodríguez Garcell especifica que la gravedad del paciente depende de la extensión y la profundidad de sus quemaduras, a partir de lo cual se pronostica su evolución. «Muchos pueden morir y los que se salvan deben tener mucha fuerza de carácter y voluntad, dejarse ayudar y colaborar con el proceder y la rehabilitación, que se inicia desde los primeros días y que puede ser muy dolorosa como las curas, que se realizan bajo anestesia general».

Nada puede evitar la cicatriz, agrega. «Cada persona responde según su patrón genético, y en algunas la cicatrización queloidea complejiza la estética final de la persona. A partir del año, o a veces antes, iniciamos las cirugías estético-reconstructivas para devolverle la funcionalidad de las zonas dañadas como las manos, las articulaciones, el cuello y otras.

El doctor acota que la atención sicológica es necesaria en las unidades de quemados, por lo que un especialista en sicología integra los equipos multidisciplinarios de atención a estos pacientes.

La prevención es fundamental

Zaida Arregui Valdés es una de las enfermeras de la Unidad de Quemados del Hermanos Ameijeiras y reconoce que trabajar allí demanda mucha sensibilidad. «La ayuda que podamos ofrecer es poca y entenderlo es lo más importante. Ver la evolución diaria del paciente, aunque lenta, es reconfortante. Al final nos quedamos como amigos, como parte de la familia que siempre los acompañó en ese período de su vida».

La también especialista en Cirugía Plástica y Caumatología, Luz Marina Miquet Romero, colega de Rodríguez Garcell en la misma institución subraya que la nutrición del paciente quemado es un aspecto esencial en su tratamiento y recuperación, teniendo en cuenta que su organismo demanda mucha energía y proteínas para su restablecimiento, y a veces las extrae de donde no debería ser, «lo cual puede afectar algunas de sus funciones vitales, retardar la cicatrización e incrementar el riesgo de contraer infecciones, entre otras complicaciones».

La doctora, Máster en Nutrición, puntualiza que para suplir esa demanda se recurre a la terapia nutricional, en la que no solo se incluyen alimentos. «Tan importante como la dieta personalizada a indicar es el suministro de nutrimentos por la vía parenteral y enteral, lo que corre a cargo de nuestro sistema de salud».

Enfatiza Miquet Romero que la prevención de accidentes que puedan provocar este tipo de lesiones es fundamental. «Cualquier persona sufre mucho cuando se ve, y debe aceptarse, después de una quemadura, y pensemos que si se trata de un niño el daño es mayor. En los hogares a veces no se toman las precauciones necesarias para evitar siniestros de este tipo y es necesario que la familia concientice este problema».

 Lo que importa es que estoy vivo

 No dudó en correr para salvar a su amigo. Aquel salidero de gas le trajo la muerte a Pito y a él le dejó la huella eterna en su cuerpo. A Julio Gutiérrez Kaim podemos verlo manejando su taxi a diario, con su carisma contagioso, y es de los que no se molesta si alguien le pregunta por sus cicatrices.

«Yo nací dos veces, periodista. Aquí en el Hospital Ameijeiras me salvaron la vida porque yo tenía más del 70 por ciento de mi piel quemada. Mi cara ahora está arreglada porque aquí hicieron maravillas conmigo; pero yo he sido muy fuerte por mis hijos, por mi esposa, por mis amigos…Yo estoy vivo y es lo más importante.

«Usé aquellos vendajes compresivos que me daban mucho calor, me operé para poder mover mis manos y las piernas y le doy gracias inmensas a todos los que me atendieron siempre porque me enseñaron a vivir después de lo que me pasó».

No podía fallarle a Cuba…

«No podía permitirme no salir adelante. Yo no podía dejar de correr, de competir en nombre de Cuba y mucho menos podía fallarle a Fidel, que estuvo tan cerca de mí, interesándose por mi salud y apoyándome. No podía fallarle a Cuba si aquí me quiere mucha gente».

Ana Fidelia Quirot es ejemplo de tesón, de coraje, de valentía. El accidente doméstico que le provocó quemaduras en casi el 40 por ciento de su cuerpo le trajo dolor y tristeza, pero nunca cobardía.

«Mi cara, mi cuello, mis axilas, el tórax, las manos… me veía quemada… pero los médicos y las enfermeras me ayudaron mucho, y se los agradezco. Nueve meses después del incidente yo regresé con la medalla de plata de los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Puerto Rico (1993) y eso solo fue posible porque nunca perdí la voluntad. Martín García, de la Comisión Nacional de Atletismo, me ayudó todo el tiempo, mi familia siempre estuvo a mi lado y yo comprendí que con paciencia y voluntad podía retomar mi vida».

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