Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Maceo, una inteligencia superior

Antes de darle definitiva sepultura a su cadáver, tres médicos cubanos investigaron profundamente en 1899 el cráneo de Antonio Maceo 

Autor:

Luis Hernández Serrano

  1. Acera del Louvre, La Habana Vieja. Un memorable diálogo tuvo lugar allí entre dos adversarios: «¿Es usted Antonio Maceo?», le preguntó al Titán de Bronce un General español. «Sí, soy yo, ¿qué desea usted?». «¡Nos ha costado mucho trabajo verlo en persona… y…!» Maceo lo interrumpió y le dijo: «Disculpe mi franqueza, general, pero es lógico que no me hayan conocido antes, pues todos ustedes han corrido siempre delante de mí».

Lo expresado por el Titán de Bronce al General hispano revela su inteligencia, pero más lo demuestra la investigación que se hizo de su cráneo y su cerebro.

 El Cráneo de Maceo

  1. La Habana. Se conoce poco que en 1899 tres médicos cubanos investigaron profundamente el cráneo de Antonio Maceo, antes de darle definitiva sepultura a su cadáver. Estudiaron la capacidad craneana, el posible tamaño de su cerebro y descubrieron cosas sumamente interesantes del héroe.

Los doctores fueron Juan Rafael Montalvo Covarrubias (1843-1901); Carlos de la Torre y de la Huerta (1858-1950) y Luis Montané Dardé (1849-1936), iniciadores de la Antropología en Cuba. Demostraron, además, que José Martí acertaba cuando consideró que Maceo tenía «tanta fuerza en el brazo como en la mente». Eso mismo, a su manera, lo había confesado el célebre mambí a su esposa, María Cabrales, al decirle en una carta: «¡Yo tengo el valor de lo que pienso!».

El Apóstol, en carta dirigida al General Antonio, el 20 de febrero de 1894 (página 53, Tomo IV del Epistolario de Luis García Pascual) le decía: «Usted es para mí —y lo digo a boca llena y a pluma continua— uno de los hombres más enteros y pujantes, más lúcidos y útiles a Cuba…».

En histórica semblanza, Martí trazó un magnífico retrato de Maceo: «Firme es su pensamiento y armonioso como las líneas de su cráneo».

El estudio de hace 119 años al cráneo de Maceo —con el método del francés Paul Pierre Broca (1824-1880)— arrojó una capacidad de 1 580 centímetros cúbicos, suceso de primer orden, pues el propio especialista fijó que tal prueba decía más sobre esa capacidad que el peso del mismo cerebro.

El doctor Manouvrien, otro antropólogo famoso, comparó el peso conocido del encéfalo de más de 50 individuos, con la capacidad de sus bóvedas craneanas y dedujo una valiosa fórmula muy útil y práctica para saber lo que pesaba un cerebro por la capacidad de su cráneo portador.

Y se concluyó que el encéfalo de Maceo pesaría unos 1 374 gramos, cifra casi exacta, según «la deducción del peso cerebral por la talla de la persona», pues su cráneo era de 1 379 gramos, solo cinco de diferencia con aquel cálculo.

Se ha dicho que el desarrollo intelectual del hombre es directamente proporcional a la parte anterior de su cerebro, donde radican las funciones síquicas más elevadas, como el pensamiento, mientras que en la posterior reside la porción «animal» del ser humano. Se dividió el cráneo de Maceo en dos circunferencias, se comprobó un desarrollo impresionante de la zona anterior en relación con la posterior.

Se evidenció también que sus suturas craneales permanecían insólitamente abiertas, no obstante su edad, en franco crecimiento intelectual, es decir, en estado potencial de evolución cuando el cerebro aún es capaz de crecer ligeramente, y los lóbulos frontales están aptos para ejercitar mucho más sus funciones síquicas, algo sorprendente.

Eran suturas de un hombre de 40 años, y murió a los 51 años pues nació el 14 de junio de 1845, y cayó en combate el 7 de diciembre de 1896, suceso al que reverenciamos con estas líneas.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.