Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La fórmula del triunfo

Una organización juvenil fuerte, entusiasta y comprometida es la garantía de continuidad del proceso revolucionario cubano al cual se debe

Autores:

Juan Morales Agüero
Nelson Rodríguez Roque
Zorileidys Pimentel Miranda

La Revolución Cubana tiene en sus jóvenes a los continuadores de un proyecto social que ha dignificado sus expectativas. La confianza en su actuar es absoluta. «Si los jóvenes fallan, todo fallará. Es mi más profunda convicción que la juventud cubana luchará por impedirlo. Creo en ustedes», dijo de ellos Fidel en un mensaje el 23 de junio de 2007.

Realmente, existen razones para pensar que la generación de vanguardia es hoy un inexpugnable baluarte ideológico, en el que sobresalen el sentido del deber, la responsabilidad y la voluntad de transformación al socaire de los nuevos tiempos. No hay encomienda que prescinda de su protagonismo ni combate por el desarrollo que no la tenga en la primera línea. Y así será en este año que acaba de comenzar, el del 11no. Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).

«Su atributo de avanzada política y la naturaleza de su membresía exigen de la UJC ser una organización motivadora, activa, perfeccionista e inspiradora de cuanta tarea propicie fortalecimiento de la Revolución», dice Lenin Serrano Cabrera, dirigente juvenil pinareño.

El joven, procedente del municipio de Minas de Matahambre, opina que cuando se hace referencia a la UJC, al instante se piensa en la generación de iniciativas renovadoras y en la apertura de canales de comunicación. «Estar conectada con sus miembros y franquearles el paso a las ideas novedosas es consustancial a su trabajo y su signo caracterizador».

Decisiones y ejemplos

Para que la organización que representa a los jóvenes cumpla cabalmente su encargo político, debe seguir eludiendo las rutinas y los convencionalismos. Aferrarse obstinadamente a los planes de trabajo que les llegan «de arriba» sin adaptarlos antes a sus condiciones concretas puede lastrar el buen desenvolvimiento de una estructura de base, pues cercena su creatividad.

El valor del ejemplo personal ante el cumplimiento de las tareas y procesos deviene imperativo para que la organización se afiance. ¿De qué valdría celebrar las reuniones, entregar sus actas y recaudar la cotización si quienes la encabezan no figuran en primer plano? Como en el ciclismo, son los líderes quienes halan al pelotón, para juntos llegar a la meta.

«Para ser ejemplo ante los demás militantes no es necesario ser un extraterrestre ni un superhombre. Solamente se precisa estar entre los primeros a la hora del deber y el sacrificio, y no mandar a hacer lo que uno no sea capaz de realizar», asegura el cooperativista holguinero Yanier Pérez.

Agrega que son la actitud y el trabajo los que convierten en paradigma al joven y hacen grande a la UJC. Y agrega que el liderazgo auténtico —tanto del militante como de la organización—, se adquiere y consolida cuando no se pierde de vista el comité de base y se comparte con sus integrantes tanto los momentos felices como los menos afortunados.

Presecncia ubicua

La juventud comunista cubana está presente en las más heterogéneas zonas de nuestra realidad socioeconómica, y eso le confiere a la organización política que la auspicia un valor agregado, además de la ejemplaridad y la consagración. Se trata de una respuesta poderosa y contundente a los desafíos que nos impone el cerco cruel del enemigo.

«Si vamos a un hospital, a una escuela, a un medio de prensa, a una unidad agrícola… ¡en todos están los jóvenes impulsando tareas! Nuestros jóvenes comunistas saben que el papel que hoy les toca es más que una reunión al mes o más que cumplir con un proceso. Tiene que ver con la conducta de todos los días y con la actitud militante que deben asumir  desde el comité de base», expuso,  recientemente, en una asamblea de balance 11no. Congreso de la UJC tunera Susely Morfa González, primera secretaria del Comité Nacional de la organización juvenil.

Y precisamente de eso se trata, de que la influencia de la organización juvenil se manifieste todo el tiempo y por todas partes en el empeño de estimular y favorecer la construcción de un socialismo sostenible y próspero, donde las necesidades existenciales de los cubanos se satisfagan en el contexto de un proyecto social humanista de singular trascendencia.

«Los militantes representamos a la UJC en nuestros centros de trabajo o de estudio. Y tenemos el deber de proyectarnos desde la vanguardia. ¿Qué se espera de nosotros en el radio de acción? Mucho: abnegación, creatividad, audacia, tesón, lealtad, nobleza… La influencia y el liderazgo no se consiguen repitiendo consignas, sino con la acción de esos valores», dijo la joven tunera Arnelis Arias.

Para Iroel Valdés, un geominero de Vueltabajo, la influencia y el liderazgo de la organización juvenil se patentiza cuando su militancia muestra disposición de dar el paso al frente para cumplir tareas —cualesquiera que sean— aun en las circunstancias más peliagudas. Y se remite a los ejemplos de nuestros internacionalistas en muchas partes del mundo.

«Debemos encontrar y poner en práctica métodos novedosos para mejorar nuestros mecanismos de funcionamiento y adecuar a nuestros tiempos los valores heredados de quienes nos precedieron», puntualiza el pinareño Yoel Rodríguez Díaz. Y añade que «en materia de comunicación necesitamos emplear eficazmente las nuevas tecnologías, pues son armas formidables para enfrentar la guerra cibernética que nos ha impuesto el imperio. Así también se demuestra con creces influencia y liderazgo».

La vinculación con la base

Dirigir desde un buró repleto de papeles o desde una oficina refrigerada no será jamás la mejor manera de vincularse con la militancia juvenil, hecha para mostrar su valía en el    surco, la fábrica, el foro, la academia o la trinchera. Así, la mejor manera de establecer nexos será siempre «subir a la base», como dijo una vez el inolvidable líder sindical Lázaro Peña. Sí, porque a la base no se baja, sino se asciende, pues es de allí de donde emergen los secretos del triunfo.

«Es en el seno de su comité de base donde se comienza a forjar un joven comunista de estos tiempos. Allí se educa en el sentido de la disciplina y del deber y se integra a la cantera de los cuadros potenciales de la UJC», afirma el maestro holguinero Edier Ortega, quien agrega que «nadie viene al mundo con el cartelito de dirigente y tampoco se hace si no ha transitado por la pirámide cuyos cimientos están bien abajo. Quien descuide esa formación nunca recogerá los mejores frutos».

Representar a la UJC en cualquier contexto demanda prestigio y compromiso. Es indispensable ser un convencido de la justeza de nuestros principios y llevar bien adentro el nombre de Cuba y de su ejemplo soberano para el mundo. Además, sentir orgullo por el privilegio de profesar las mismas ideas revolucionarias que Julio Antonio Mella, Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos y, desde luego, Fidel.

«Convertir las aulas en canteras de revolucionarios, enseñar a nuestros niños a amar la Patria, respetar los símbolos nacionales y realizar acciones en beneficio de la sociedad son maneras de garantizar que la UJC sea una organización de vanguardia», piensa la pinareña Leisy de la Caridad Hernández.

La estudiante holguinera Bárbara Yecenia Sánchez, por su parte, considera que las acampadas, los trabajos voluntarios, la preparación ideológica y la recreación sana son también evidencias para mostrarles a quienes vacilan entre si ingresan o no en la organización cuánto de honorable y de patriótico hay en pertenecer en la actualidad a sus filas.

Cuando opinó sobre influencias, liderazgos y vinculaciones, la tunera Katia Sobrado, de la Universidad de Ciencias Médicas Zoilo Marinello lo hizo con una frase lacónica, pero de gran contenido: «Todo eso se consigue siendo ejemplo».

Ni los intentos de subversión, ni los cantos de sirena, ni los programas para dividir conseguirán que nuestra juventud renuncie a su protagonismo. Como dijo Fidel en el acto central por los aniversarios 29 de la UJC y 30 de la Organización de Pioneros José Martí, el 3 de abril de 1991, «esta Revolución es la Revolución de nuestro pueblo; es la Revolución de nuestros jóvenes; es la Revolución de nuestros estudiantes. Juntos la hicimos. Juntos la defendemos. Somos la misma cosa y no podemos dejar jamás de serlo».

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