Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Educación sexual y un debate de telenovela

¿Cuántos memes no abordan por estos días una situación de abuso sexual a una menor de edad como si fuera algo banal? ¿Cuántas interrogantes quedan en casa luego de ver la trama de la telenovela cubana actual —El rostro de los días— o cuánto del tema necesitamos conocer? Al respecto JR conversó con Ana María Cano, sicóloga y Máster en Ciencias, quien lleva 30 años trabajando en el Centro Nacional de Educación Sexual y 15 en el Servicio de Abuso Sexual Infantil

Autor:

Dailene Dovale de la Cruz

Navegar en red constituye un aprendizaje o, cuando menos, una invitación a cuestionarse aquello que consumimos. Ese mensaje, con una mirada crítica y atenta, es en cambio, solo un pequeño fragmento de las reacciones ocasionadas.

¿Cuántos memes no abordan por estos días una situación de abuso sexual a una menor de edad como si fuera algo banal? ¿Cuántas interrogantes quedan en casa luego de ver la trama de la telenovela cubana actual —El rostro de los días o cuánto del tema necesitamos conocer para poder ser empáticos con las niñas, niños y adolescentes que sufren o sufrieron una realidad similar?

Por ello conversamos con Ana María Cano, sicóloga y Máster en Ciencias, quien lleva 30 años trabajando en el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y 15 en el Servicio de Abuso Sexual Infantil.

؅—Primero sería ideal aclarar algunas dudas comunes. ¿Cuáles son las principales diferencias entre acoso, abuso sexual y pederastia?

—Todos estos conceptos son expresiones del abuso sexual infantil. No hay mucha diferencia en ese sentido, porque cada una de ellas se distingue por su particularidad, pero todas forman parte del abuso sexual infantil, que al mismo tiempo es una expresión de maltrato infantil.

«El abuso sexual es una expresión de maltrato como un término más general, más amplio. Todas esas expresiones como el acoso, la violación o la pederastia son parte del abuso. En cualquiera de ellas siempre va haber una relación de poder de un adulto sobre un niño, una relación que viola su integridad, sus derechos. Por ejemplo, se considera como violación cuando es una niña, por parte de una figura varonil. En el caso de la pederastia es la relación de un hombre con un niño».

—Poco a poco se derrumban mitos sobre los agresores como seres lejanos a la familia...

—Está demostrada en las investigaciones que hemos realizado y de acuerdo con la experiencia que hemos tenido, que los agresores casi siempre son figuras que tienen un vínculo directo con los niños o tienen una relación de cercanía. Pueden estar dentro de la familia o fuera de ella, pero con un significado para el infante, sea un vecino cercano o un amigo de la familia. Casi siempre es alguien que tiene un vínculo de apego con el niño, la niña o adolescente. No es ningún extraño, como pueden imaginar algunas personas.

***

Es septiembre de 2020. Ana María Cano habla con dulzura y calma, a pesar de lo duro de la realidad que describe. Cuenta que cuando un niño o niña es víctima de abuso casi siempre guarda el secreto por mucho tiempo, aunque tampoco se deba generalizar. «Casi siempre sucede que el niño o niña guarde el secreto porque tiene miedo, vergüenza o se siente culpable. Casi nunca piensan que el adulto es el responsable, aunque siempre son los adultos los responsables en un hecho de este tipo. Las reacciones son de miedo e inseguridad, de aislamiento, retraimiento, de no querer ver a esa persona, de no querer visitar la casa de la familia si se trata de un familiar cercano, si es un tío o un abuelo.

«Hay reacciones que tienen determinada sintomatología, como los trastornos del sueño, la pérdida del apetito, la inhabilitación escolar, la disminución del rendimiento académico».

Ana María Cano apunta dos tipos de consecuencia, a corto y largo plazo. Ellas dependen de la experiencia, del empleo de fuerza o amenazas y de las características del contacto físico que tiene lugar, así como de la relación de la víctima con el agresor.

«También por el impacto emocional que puede ser modulado por el perfil individual de la víctima, la estabilidad sicológica, la edad, el sexo, el contexto familiar y las características del acto abusivo. Entre las más frecuentes en cuanto a plazo, además de las ya mencionadas, se encuentra el consumo de drogas y alcohol, la conducta autolesiva, las dificultades en la socialización, la agresividad, la culpa, la vergüenza, la ansiedad».

Las consecuencias a largo plazo, destaca la especialista, son las que permanecen durante un tiempo cuando ya se agudiza la sintomatología. Pueden presentar trastornos psicosomáticos, intento suicida, droga-dependencia, depresión, síntomas de estrés postraumático y también algunas fobias de tipo sexual.

—¿Cómo pueden padres y madres ayudar a sus hijos a evitar ese tipo de flagelo?

—Un factor importante es la comunicación que establecen los padres con los hijos, porque esto es clave en el desarrollo de los niños y de una buena relación afectiva y emocional con ellos. Muchas veces los padres no se acercan a los niños, no dedican el tiempo suficiente para consolidar un poco esta relación de comunicación y afecto. Establecen una relación muchas veces distante, le preguntan de su vida, de la escuela, pero no se acercan más a su intimidad, a su privacidad.

«Es importante, desde los primeros años de la vida, la educación de la sexualidad. Todavía vivimos con mucho prejuicio, tabúes, barreras con relación a la sexualidad y los padres creen que la sexualidad se aprende sola y no es así porque desde pequeñitos hay que enseñar a los niños del autocuidado y a reconocer las partes de su cuerpo.

«A la hora de los padres enseñar a los niños las partes del cuerpo les hablan de las orejas, la nariz, la boca, pero cuando llegan a los genitales casi siempre cambian el nombre. Casi siempre le adjudican otros: el pene nunca se llama pene, ni la vulva se llama vulva.

«Hay que enseñarles desde pequeños a cuidar sus cuerpos, a decir que no, que su cuerpo es de él o de ella y que nadie tiene derecho a tocarlo, lastimarlo o hacerle algo que no le guste. Debemos enseñar también que si esto sucede hay que decirlo, acudir a la personas más cercanas para buscar ayuda y protección».

Eduación sexual: desde la familia y la escuela

La Educación Sexual es vital en todas las etapas de la niñez y adolescencia, porque cada una tiene su encanto y sus características, y precisan de información y respuestas acordes a ellas.

«A partir de los tres años, los niños descubren su identidad sexual y se distinguen como una niña o niño. Se aprenden a encontrar las semejanzas y diferencias. Desde esa etapa ya hay que empezar a enseñar porque preguntan, tienen curiosidad, quieren saber de dónde vinieron, cómo se hicieron. Ellos tienen derecho a saber. Hay que enseñarles y explicarles en un lenguaje apropiado que puedan comprender. Lo que no encuentran en su medio familiar van a buscarlo en otra fuente y quizás la información no es la más adecuada ni la más saludable».

Los niños y niñas, aclara la sicóloga, pueden tener juegos sexuales como parte de su experiencia en esa etapa. Juegan para descubrirse, explorarse, buscar semejanzas y diferencias. Los padres no deben otorgarles los iguales significados que la sexualidad adulta.

A los padres, madres y miembros de la familia, se añaden otras personas esenciales en la formación de los niños: los maestros.

«La familia juega un rol fundamental porque es donde el niño nace, crece y se desarrolla, y son la figura de afecto más importante, pero también el maestro está a diario con el niño.

A veces lo que no ve un padre o una madre lo pueden distinguir en la escuela. Por eso tendrían que estar preparados para manejar los aspectos educativos relacionados con la sexualidad.

«Me parece que se está haciendo un esfuerzo importante en el país por llevar la Educación Sexual a todas las escuelas. Hay una resolución del Ministerio de Educación donde se implementa la Educación Sexual en la escuela ya desde las primeras etapas (prescolar y escolar). En cada asignatura se van manejando algunos contenidos que tienen que ver con la educación de la sexualidad, de acuerdo con el año escolar y la edad del niño».

Los contenidos relacionados con la diversidad sexual se introducen en diferentes asignaturas, sobre todo en cuanto a las relaciones que establecen niños y niñas con su cuerpo, la familia y amistades. Más adelante se incluyen las partes del cuerpo humano y los anticonceptivos de acuerdo con el grado, la edad y las características de la edad del niño

—¿Cómo la familia puede notar que hubo alguna forma de abuso sexual?

—Es un proceso complejo una vez que sucede. Debe llegar el momento en que el niño, niña o adolescente lo diga, pero tiene que valorarlo desde su propio juicio. Con la presión no vamos a llegar a nada. Cuando no hay comunicación es más difícil poder expresar lo que uno siente. Por eso es tan importante que se establezca una confianza para que puedan contar cualquier asunto, sea bueno o negativo. Esa es una de las funciones de la familia: proteger, educar, acompañar y tratar de solucionar juntos problemas cuando se presenten.

—¿Qué es lo primero que debe hacer esa figura protectora al conocer lo sucedido?

—Es importante transmitir una sensación de tranquilidad de confianza, de seguridad de que puedes contar conmigo, no importa lo que haya sucedido. La tendencia de la familia cuando conoce un hecho de este tipo es alarmarse, inquietarse, generar una situación de pánico porque no lo esperan y daña a todos los miembros de la familia no solo al niño o a la niña que es abusada. Lo que se sugiere y se recomienda es que haya tranquilidad y seguridad.

«Decirle qué valiente has ido al contar algo de este tipo porque realmente es algo muy doloroso, muy desagradable. Que ella o él sienta que es importante y le vamos a acompañar en este proceso. Hay que transmitir una sensación de seguridad, tranquilidad, confianza, de privacidad en la familia. También sucede que muchas veces esto sale de la familia y entonces los niños y las niñas pueden sentir mucha vergüenza por lo sucedido. En otras ocasiones la familia no quiere denunciar el hecho porque quieren conservar la imagen y el prestigio. Esto no es nada saludable porque un hecho de este tipo es un delito y tiene que denunciarse.

—¿Cuándo se habla de revictimización?

—La victimización secundaria se deriva de la relación entre la víctima y las instituciones sociales: los medios de comunicación y servicios sociales, de salud o jurídicos que pueden brindar una mala atención a la víctima y generan un sufrimiento a la víctima en las diferentes instancias del sistema penal, de salud o social.

«Puede ser mediante el requerimiento de relatar en reiteradas ocasiones la experiencia vivida, que es una de las mayores fuentes de sufrimiento. Por ejemplo, se revictimiza mucho a los niños cuestionando la veracidad del suceso abusivo; al exigirle por qué no lo había comunicado antes, cuando todo el mundo conoce que no fue posible porque no tenía las condiciones sicológicas para poder hacerlo. También está presente al culpabilizar a la familia y responsabilizar a la víctima. Hay varias instituciones que pueden estar dañando la dignidad de los niños en este caso porque en aras de querer buscar una solución o de que el niño hable o de ganar todos los elementos para poder llevar el proceso a cabo, lo que hacemos es dañarle. La familia revictimiza a niñas y niños si le preguntan: ¿cuándo fue y con qué frecuencia? ¿Fue por la mañana, fue por la tarde, todos los días?. No podemos estar encima de ellos preguntando y preguntando.

«En nuestros servicios nunca preguntamos qué pasó, ni cómo les pasó. Los niños vienen ya con un proceso del centro de protección, cuando sienta la necesidad de decir lo qué le pasó, pues lo dice en algún momento de las sesiones terapéuticas».

Ana María Cano y su equipo compuesto por sicólogos y siquiatras, reciben a los niños cuando ya hay un proceso de denuncia.

«Siempre trabajamos primero desde el punto de vista de lo educativo. Tenemos en cuenta las redes sociales y el entorno social, con el apoyo de la familia, la escuela, los amigos. No trabajamos con el abuso de forma directa. Trabajamos en el fortalecimiento de otras áreas de su vida, escolar y familiar, para que el niño se sienta bien en su entorno y en la realización en el orden personal».

La ayuda no solo es en el orden sicológico, sino social. Las redes de apoyo son muy importantes para fortalecer otros aspectos de su vida, como el rendimiento escolar o la posibilidad de expresarse. Se busca enriquecer la vida de los niños, niñas y adolescentes desde el punto de vista personal y social.

«A mi modo de ver, la prevención es lo más importante. Ojalá que no tuviéramos nunca que atender a un niño, niña o adolescente dañados sicológicamente después de un hecho tan traumático. Hay que trabajar más en la prevención, desde la familia, desde todos los factores, las instituciones, para preparar a niños y niñas, para educar en cuestiones de sexualidad, para proteger su entorno familiar, para brindar la seguridad que necesitan, para protegerlos».

La profesora y sicóloga Ana María Cano dice algo que resume toda la entrevista. «El abuso sexual infantil es una violación de los derechos humanos. Una violación muy grave y que precisa trabajar más en lo preventivo».

Nos corresponde estar atentos, no callar, ni cerrar los ojos y mucho menos burlarnos del dolor ajeno.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.