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El capital humano puede más que el capital financiero

Hace 20 años el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz participó en el acto de la primera graduación de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM, donde expresó que todo el oro del planeta no puede doblegar la conciencia de un verdadero guardián de la salud y de la vida

Autor:

Yoerky Sánchez Cuéllar

El 20 de agosto de 2005, el Teatro Karl Marx de La Habana, acostumbrado a ser sede de innumerables acontecimientos históricos, vivió una jornada singular, de la que se hoy se cumplen 20 años. Ese día, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, asistió a la primera graduación de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), siete años después de fundada. Allí realizó un emotivo y profundo discurso, en el que destacó no solo los logros en la formación de personal médico, sino también el compromiso ético y solidario que debe acompañar a esta noble profesión.

Fidel expuso las raíces históricas de la educación médica en Cuba, marcadas por la exclusión social y la emigración masiva de profesionales antes del triunfo de la Revolución de 1959. Desde entonces, subrayó, el país ha logrado transformar radicalmente el sistema educativo y de salud, formando miles de médicos con un perfil diferente: «médicos de nuevo tipo», con la misión de servir a los pueblos y enfocarse no solo en la curación, sino también en la prevención y la atención primaria.

Recordó que en los primeros años del triunfo de la Revolución solo unos pocos pudieron recibir el título de médicos. «La primera graduación de jóvenes médicos que iniciaron sus estudios después del Primero de Enero de 1959 tuvo lugar el 14 de noviembre de 1965. Hacía apenas seis años habían cesado nuestros combates en las montañas orientales de la Sierra Maestra. Frescos todavía los recuerdos de aquel escenario, invité al contingente de los 400 jóvenes que finalizaban sus estudios de Medicina a graduarse en la montaña más alta de aquella cordillera y de Cuba, a casi dos mil metro de altura: el Pico Turquino», dijo.

Dirigiéndose los jóvenes galenos, comentó que la creación y expansión de la Escuela Latinoamericana de Medicina fue motivada inicialmente por la tragedia provocada por el huracán Mitch en Centroamérica, pero enfatizó en que el compromiso de Cuba es con la solidaridad internacional. La idea siempre ha sido formar médicos de países en vías de desarrollo para que puedan atender a sus propias comunidades. En ese momento más de 12 mil estudiantes de 83 países cursaban sus estudios en Cuba, un claro ejemplo del espíritu humanista que ha caracterizado la Revolución.

El Comandante en Jefe Fidel Castro asiste a la primera graduación de médicos, luego del triunfo de la Revolución, en plena Sierra Maestra. Foto: Archivo de JR.

Además de destacar cifras impresionantes —más de 85 mil médicos graduados en Cuba desde 1959, incluidos miles de extranjeros—, Fidel criticó duramente la fuga de profesionales de salud desde los países pobres hacia los centros ricos, un fenómeno que calificó como «el escandaloso saqueo» de recursos humanos esenciales. Señaló que mientras los países ricos se benefician de estos profesionales, Cuba apuesta por formar talento propio y del Tercer Mundo con valores éticos y sociales profundos.

En su discurso también resaltó la importancia de la cooperación entre Cuba y Venezuela, con programas conjuntos para formar miles de médicos y atender problemas oculares de millones de latinoamericanos, subrayando la relación entre educación, salud y justicia social.

Finalmente, hizo un llamado a la juventud médica graduada a mantener vivos los valores de solidaridad, sacrificio y ética profesional. Y concluyó diciendo: «Al igual que hace 40 años, permítanme soñar. Sólo que después de medio siglo de lucha estoy absolutamente seguro de que nadie podrá decir de los sueños de Cuba, como dijo Calderón de la Barca, «toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.

«Adelante, abanderados invencibles de tan noble profesión, demostrando que todo el oro del planeta no puede doblegar la conciencia de un verdadero guardián de la salud y de la vida, listo para marchar a cualquier país donde se le necesite, ¡y convencido de que un mundo mejor es posible!».

Ese día, 1610 jóvenes de más de 20 países latinoamericanos y caribeños, y de Estados Unidos, recibieron sus diplomas. El Comandante Hugo Chávez, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, también estuvo presente.  

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