Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cobertura especial: 24 de Febrero, una fecha viva

Recuerdan en toda Cuba aniversario 126 del reinicio de nuestras luchas por la independencia

Autor:

Juventud Rebelde

El Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, destacó este miércoles en su cuenta en Twitter el aniversario 126 del reinicio de nuestras luchas por la independencia.

El mandatario cubano resaltó: «Es 24 de Febrero y la nación entona los himnos de la Patria. La historia nos invade con su fuerza».

También recordó que, «como escribiera José Martí a Juan Gualberto Gómez antes del alzamiento: «Conquistaremos toda la justicia». 

En otro tweet anterior, Díaz-Canel había afirmado: «Cuba amada, solo quienes pueden prescindir de tu luz y tus esencias, reniegan del honroso sacrificio que supone consagrarte la vida. ¡Qué honor servirte en horas difíciles!».

También recordó a Martí cuando dijo que «de amar las glorias pasadas se sacan fuerzas para adquirir las glorias nuevas».

 

Tras el alzamiento del 24 de Febrero, comenzaría una nueva era para Cuba en su camino a la independencia.

Pintada Martiana por el 24 de Febrero

  

Apuntes históricos de una fecha trascendental

A propósito del aniversario 126 del reinicio de la lucha por la independencia de Cuba, Juventud Rebelde rescata imprescindibles apuntes históricos de nuestro columnista Ciro Bianchi sobre esta transcendental fecha en la historia de la nación.  

Parecía que aquel domingo sería como otro cualquiera. La gente bajaba por O’Reilly y subía por Obispo para ver y para que la vieran, mataba el tiempo en la Acera del Louvre, departía con amigos en El Anón del Prado o disfrutaba un café en el Cosmopolitan, mientras que otros se quedaban en casa para repasar de punta a cabo la edición del día de La Discusión, un periódico concebido especialmente para ser leído en la calma del domingo, con materiales extensos, atractivos y muy bien escritos. El que más y el que menos esperaba la hora del inicio del desfile del carnaval, pues a las cinco de la tarde de aquel domingo 24 de febrero de 1895 comenzaría el primer paseo del año.

Desde las sillas que alquilaran en la acera del Campo de Marte, el cronista Federico Villoch y su esposa se aseguraban una posición de privilegio para el disfrute del desfile que haría sus evoluciones frente a dicho sitio antes de desplazarse hacía la Calzada de Reina, por donde discurriría. Todo parecía ir bien hasta que los gritos de los voceadores de periódicos se impusieron sobre el sonido estridente y monótono de pitos y matracas.

—¡Última hora! ¡Última hora! ¡Revolución en Santiago de Cuba! —voceaban los periodiqueros de La Lucha.

—¡Última hora! ¡Última hora! ¡Partidas en Baire! —pregonaban con gritería ensordecedora los de La Discusión tratando de imponerse sobre sus rivales para procurarse una venta mayor.

Muchos de los que seguían el desfile apenas dieron crédito a esos anuncios. Los acogieron con la desconfianza con que por lo general se acogen en un comienzo las noticias más trascendentes, con el convencimiento de que no era más que una exageración y un recurso de los editores para vender sus periódicos. Pero los suplementos que cada 15  minutos hacían circular los diarios terminaron por convencerlos de lo contrario. Se supo así de las severas disposiciones que tomaría el capitán general Emilio Calleja y se develaron nombres de patriotas supuestamente vinculados a los alzamientos, lo que no siempre era verdad, pero la falta de información precisa llevaba a la prensa a adjudicárselo a las figuras más relevantes de la guerra del 68. Un comentario inquietante salía a la luz en uno de aquellos suplementos: no demorarían las autoridades en proceder a la detención de cubanos contrarios a España.

Con todo aquello, escribía Federico Villoch, el desfile del primer domingo de carnaval se fue diluyendo como un terrón de azúcar en un vaso de agua. A las siete de la tarde no quedaba un alma en el paseo. Era solo el comienzo. Esa misma noche, los que acudieron a los bailes en el Gran Teatro de Tacón, en el teatro Irijoa o en las numerosas sociedades de recreo que los programaran, se encontraron con un cartel que anunciaba que, por orden de la autoridad, el espectáculo quedaba suspendido.

 Al día siguiente se hacía pública la disposición del Gobierno que establecía que nadie podía acudir con careta a las fiestas del carnaval, lo que no evitó, recordaba Villoch, que algunos se las pusieran de más españolistas que nadie, con lo que empezó a funcionar la cofradía de los chotas que no demoraron en ser conocidos como apapipios, término que antecedió al más reciente de chivato. Cuando alguien en un grupo no ocultaba sus simpatías por la Revolución, y había, sin que el sujeto lo supiera, un soplón presente, alguno, con disimulo, tocaba con los dedos el trozo de madera que le quedaba más cerca, con lo que indicaba a quien hablaba de más que debía callarse.

 A partir de ahí, y con el transcurso de los días, corrieron las bolas. El alzamiento, se dijo, no estaba previsto para el 24, sino para una fecha posterior, pero por razones que nadie precisaba fue necesario llevarlo a cabo en ese día. Tampoco nadie podía precisar si era cierto lo de la detención de un nutrido grupo de conspiradores en una casa cercana a la calzada de Belascoaín. Pero sí era cierta, y fácilmente comprobable, la detención en la noche del mismo día 24 del general Julio Sanguily, que permanecía preso en la fortaleza de la Cabaña. Seguían los periódicos con su carga de noticias: ausencia de Juan Gualberto Gómez de sus lugares habituales en La Habana y su detención en Ibarra; muerte de Manuel García en el barrio del Seborucal, en Ceiba Mocha; extraña ausencia de los jóvenes más connotados de la Acera del Louvre… Desembarco de Antonio Maceo en Duaba, y de José Martí y Máximo Gómez en Playitas. Registros en las residencias de Alfredo Zayas, González Lanuza y Méndez Capote… y la remisión de no pocos patriotas a Ceuta, Fernando Po y Chafarinas, nombres que se hicieron tristemente familiares para los cubanos.

Giros aceptados

La orden firmada en Nueva York por José Martí, delegado del Partido Revolucionario Cubano; Enrique Collazo y Mayía Rodríguez, y dirigida a Juan Gualberto Gómez, en La Habana, disponía que el alzamiento que daría inicio a la Guerra de Independencia se efectuaría con la mayor simultaneidad posible en toda la Isla y tendría lugar en la segunda quincena de febrero y no antes.

Fue Juan Gualberto quien escogió el 24, por ser el último domingo del mes y el del primer paseo de carnaval. De esa manera, decía el patriota, sus emisarios tendrían tiempo de trasladarse al interior del país y ponerse de acuerdo con los cabecillas de los grupos que debían alzarse y volver a La Habana con sus respuestas con tiempo para remitirlas a Nueva York, y por otra parte, por tratarse de un día de fiesta, las reuniones y los movimientos de los patriotas no despertarían sospecha alguna.

Los patriotas de Las Villas y Oriente aceptaron la fecha, y se supo que los camagüeyanos no podrían sumarse ese día, pero que secundarían el alzamiento a poco de producirse. Fue entonces que Juan Gualberto telegrafió a Nueva York un escueto mensaje: «Giros aceptados».

El general Julio Sanguily sería el jefe de la insurrección en La Habana, pero «por razones de dejadez o falta de previsión», dice el historiador Oscar Loyola, cayó prisionero, como ya se dijo. Juan Gualberto, en Ibarra, Matanzas, debió presentarse a los españoles. El grupo de Martín Marrero fue derrotado en La Yuca, Jagüey Grande. La partida de Joaquín Pedroso fue rápidamente sofocada en Aguada de Pasajeros. Las Villas no tuvo un destaque especial aquel 24 de febrero. Los generales Serafín Sánchez y Carlos Roloff se hallaban en el exilio y el general Francisco Carrillo, muy popular y con hondo arraigo en la zona de Remedios, no se alzó al suponer, confundido, que su jefe y amigo Máximo Gómez no encabezaba la lucha. Fue hecho prisionero y salió de la Isla al quedar en libertad, pero patriota sincero, no demoró en volver para sumarse a la lucha. 

La provincia de Oriente hizo que el alzamiento del 24 de febrero de 1895 tuviera una realidad palpable. Fueron numerosos los grupos que en dicho territorio se dieron cita para iniciar el movimiento nacional liberador. Fue masivo y espontáneo, dice Jorge Ibarra. Allí se alzan Guillermo Moncada, en La Lombriz, y Bartolomé Masó, en Bayate. Quintín Bandera, en San Luis. Alfonso Goulet, en El Cobre. Victoriano Garzón, en El Caney. Pedro (Periquito) Pérez, en La Confianza, Guantánamo. Enrique Tudela, en Hatibonico. José Reyes, en Jiguaní. Amador Guerra, en Calicito, y otros patriotas en Holguín.

¿Por qué el Grito de Baire cuando se habla del 24 de febrero de 1895?

 

Escribe el historiador Oscar Loyola:

«Símbolo de la pujanza oriental quedaría en el alzamiento de Baire, en el cual Saturnino Lora, al gritar en medio de la población que la guerra comenzaba nuevamente, dio pie al conocido nombre de Grito de Baire, con el que genéricamente se establece la arrancada de la Revolución de 1895». 

 

La primera mujer

La farmacéutica Mercedes Sirvén, junto con su hermano médico, esperaba en Holguín la orden del alzamiento del 24 de febrero. Por eso se dice que es la primera mujer en irse al campo insurrecto; sin embargo documentos oficiales consignan su ingreso en el Ejército Libertador el 5 de octubre de 1896. Ganó los grados de Comandante en 1897. Fue la mujer de más alta graduación en la manigua redentora.

La mujer a la que hubiera correspondido sin discusión alguna el honor de ser la primera no pudo lograr su propósito.

Se llamaba Amparo Orbe y, como novia de Antonio López Coloma y amiga de Juan Gualberto Gómez, siguió muy de cerca en La Habana las órdenes de José Martí para la preparación y el inicio de la guerra. Coloma y Juan Gualberto serían los jefes del frustrado alzamiento de Ibarra, el 24 de febrero. Cuatro días después Amparo se les incorporaba. Ese grupo fue descubierto y dispersado. Coloma montó a grupas a la novia en su caballo y galopó en busca de un lugar seguro. Intentó el jinete saltar una cerca de piedra y Amparo cayó al suelo. El enemigo estaba ya cerca y varios de los compañeros de Coloma retrocedieron para proteger a la pareja, que logró refugiarse al fin en un cañaveral cercano. No demoraron en ser apresados.

Conducidos a La Habana, los novios pasaron todo un año incomunicados en celdas contiguas. Un tribunal condenó a muerte a Coloma y dispuso la reclusión de Amparo en la Casa de Recogidas. Un momento antes de que a él lo condujeran al cadalso y a ella la trasladaran, les permitieron casarse y Amparo, sin transición, pasó de novia a viuda.

La campaña más grande

La guerra reiniciada en 1895 se prolongaría hasta 1898. España tenía en la Isla, entre tropas regulares y paramilitares, más de 90 000 efectivos. Poco después llegaban 117 000 hombres de refuerzo. El capitán general Martínez Campos, vencedor en la Guerra de los Diez Años, se percata de que Cuba se ha perdido para España y que la metrópoli no tiene otro camino que el de arrasar la Isla. Por eso viene a sustituirlo el sanguinario Valeriano Weyler. Madrid insiste en que luchará en Cuba «hasta el último hombre y la última peseta» y Weyler tendrá bajo su mando a casi 250 000 hombres, el ejército más grande que hasta entonces tuvo España en América. Se anota logros parciales y puede asestar a la revolución algún que otro golpe demoledor, pero fracasa a la postre. Su sustituto, el general Blanco Erenas, que había logrado sofocar la Guerra Chiquita, enarbolaría una política de apaciguamiento, pretendida reconciliación que no se vio acompañada de la reducción de tropas. Blanco tuvo en campaña a 1 500 hombres más que Weyler, y aunque el número de tropas regulares disminuyó bajo su mando, aumentaron los paramilitares, lo que hizo que en ese momento España contara en Cuba con una fuerza superior a los 278 000 efectivos, la más alta de toda la contienda.

Noventa y dos generales españoles pasaron por Cuba entre 1895 y 1898. Eran hombres experimentados en la teoría y en la práctica de las armas. El valor y el honor primaron en la mayoría de ellos, que luchó en defensa de sus intereses patrios. Eso engrandece todavía más a nuestros mambises, capaces de derrotar a los principales estrategas y tácticos de su época.

Los ingleses llamaron a Máximo Gómez, general en jefe del Ejército Libertador, «el Napoleón de la guerrilla». No alcanza la palabra para describir el genio militar de los mayores generales Antonio Maceo y Calixto García. Sin el concurso del Ejército Libertador y la clara estrategia de Calixto, hubiera sido muy difícil a las tropas norteamericanas derrotar a los españoles cuando en 1898 irrumpieron en la guerra de Cuba contra España para lastrar a la postre la soberanía cubana sobre la Isla. Un hecho revela como pocos el arrojo y la valentía de los mambises que, con hambre y miseria sin cuento, se enfrentaron al armamento más poderoso de la época. Durante la invasión de Oriente a Occidente, entre marchas y contramarchas, los insurrectos cubanos, unos a pie y otros a caballo, recorrieron 1 700 kilómetros y mantuvieron no menos de 27 combates de envergadura en 76 días. Es la campaña militar más grande habida en América Latina, una hazaña que cubrió de gloria a un ejército que asumía con orgullo la palabra con que los españoles pretendían denigrarlo.

Amor entre fusiles

La historia del alzamiento del 24 de febrero es también la de una joven pareja y el sacrificio por sus ideales. Muy cerca de la ciudad de Matanzas, en la finca La Ignacia, Antonio López Coloma y su novia Amparo Orbe del Valle ocultaron cincuenta rifles y miles de municiones para apoyar el reinicio de las luchas por la independencia de Cuba. 

Pinche aquí si quiere conocer la historia completa de esta pareja de patriotas cubanos. 

No hay patria sin virtud

Desde su cuenta en la red social Facebook, la periodista, directora, conductora y guionista de espacios televisivos y radiales Magda Resik, nos recuerda unas palabras del entrañable Eusebio Leal a propósito del 24 de Febrero.

"Un día como hoy, comenzó el levantamiento del pueblo cubano para alcanzar su definitiva y total independencia. El amor a esa libertad, a esa soberanía, a esa esperanza, se inició mucho tiempo atrás, quizás desde el instante mismo en que empezó a formarse lo que llamamos comúnmente la identidad. Los que llegaron de distintas latitudes de Europa, ya de la España conquistadora o del África, o los vestigios de las comunidades indígenas, en trance de extinción pero sobrevivientes, unieron sus sangres para formar algo que José Martí llamaría en palabras emotivas “dulcísimo misterio”.

"El concepto de cubano viene del nombre de nuestra isla, Cuba. Nunca pudo ser cambiado, prevaleció por sobre el intento de darle otros nombres, otras atribuciones. El nombre, sonoro y breve, quedó prendido en el corazón de los que lo escucharon por vez primera.  Más allá del mar azul del Caribe, que se descubre desde la orilla de nuestras playas o desde el aire, Cuba aparece con la forma tan hermosa con que a las puertas del golfo de México establece la isla su presencia y su naturaleza."

Esebio Leal Spengler. Foto: Roberto Garaicoa.

(Fragmentos de la intervención de Eusebio Leal Spengler el 24 de febrero de 2015, en el acto por el aniversario 120 del reinicio de la Guerra de Independencia) 

 Inauguran edición 45 del Seminario Nacional Juvenil de Estudios Martianos

Este miércoles, como parte de la gran celebración que también en el ámbito cultural está teniendo  el aniversario 126 del reinicio de nuestras luchas libertarias, tuvo lugar la inauguración en vivo por las páginas de Facebook de la UJC y el Movimiento Juvenil Martiano, de la edición 45 del Seminario Nacional Juvenil de Estudios Martianos con la conferencia del Dr. Luis Toledo Sande, Presidente de Honor de esta edición. 

 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.