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Agua que no cae del cielo…

Santiago de Cuba prevé y adopta medidas para mitigar las dificultades con la disponibilidad del líquido

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— Con el clarear del lomerío, la abuela Ester levanta su vista al cielo y ruega para sus adentros por unos cuantos aguaceros que pongan fin a la odisea que vive en los últimos meses. Hace más de 20 días de aquella pipa con la que llenó sus tres pírricos tanques y cuanto cacharro encontró, y las reservas van tocando fondo.

¡Cómo se nos complica la existencia cuando falta el agua!, se repite mientras camino a la cocina divide mentalmente la exigua reserva, y aunque sabe que ha vivido situaciones peores, añora la primavera con su humedad salvadora.

El drama de Ester tiene réplicas en muchos otros hogares de la geografía santiaguera,  donde 47 comunidades y más de 47 000 personas no disponen hoy del agua que necesitan para sus actividades cotidianas, por déficit de precipitaciones.

No se considera que toda la provincia viva actualmente los efectos de la llamada sequía hidrológica, pero como explica el ingeniero Abel Dorta Armaignac, director técnico de la Delegación Provincial de Recursos Hidráulicos, sí hay municipios que sufren los bajos acumulados de lluvia.

Según el especialista, territorios como Segundo Frente, Songo-La Maya, San Luis y Guamá concentran las mayores incidencias. En el serrano municipio solamente ha precipitado el 29,3 por ciento de la media histórica en esta época del año.

Santiago de Cuba, Palma Soriano y Tercer Frente están alrededor de su comportamiento medio, en tanto Mella y Contramaestre, paradójicamente, muestran registros muy superiores al promedio acostumbrado en estos meses, lo cual deja claro que las lluvias tienen una variación temporal y espacial, no puede hablarse de un comportamiento homogéneo.

Unas 50 fuentes, entre ríos y acuíferos, y obras de captación como los pozos, ven reducidos sus caudales y niveles por la falta de precipitaciones, condenando lo mismo a pequeñas comunidades que a grandes asentamientos poblacionales como la ciudad de San Luis, Dos Caminos o el poblado de Songo al desplazamiento de los ciclos de distribución y la reducción de los volúmenes de entrega.

Los expertos hablan de afectaciones parciales porque se prosigue la distribución de agua, aunque con niveles insuficientes, que tratan de ser compensados con el tiro de agua a través de pipas para completar la demanda.

El ingeniero Gerardo Ginarte Sánchez, al frente de la Delegación Provincial de Recursos Hidráulicos, explicó que a la escasez del líquido en estos 47 lugares se suman problemas tecnológicos que afectan el funcionamiento de los sistemas de abasto de agua a la ciudad, que aportan nuevas tensiones al panorama en las últimas semanas.

«Empezó con la rotura de la conductora de entrada a la ciudad y luego se han repetido fallas en equipos que aún no hemos logrado recuperar. Realizamos adaptaciones para sostener su funcionamiento, aunque no de manera estable», detalló el directivo.

De compensaciones y alternativas

A pesar del cuadro descrito, el Delegado de Recursos Hidráulicos insiste en que no es esta la peor crisis que hayamos enfrentado, pues registros e indicadores muestran un comportamiento similar en etapas anteriores. Hoy los 11 embalses sobrepasan el 53 por ciento de llenado, con una cobertura que supera los 180 días de abasto, una situación «normal» para la actual etapa hidrológica.

No obstante, desde un grupo temporal provincial encabezado por la gobernadora santiaguera, Beatriz Jhonson, y con el accionar cohesionado de más de una docena de organismos, la provincia pone toda su experiencia en el enfrentamiento a estos fenómenos en función de mitigar los efectos.

Según precisó el Delegado de Recursos Hidráulicos, durante 2022 se han dispuesto más de cien millones de pesos para encauzar un cronograma de mantenimiento y nuevas inversiones que se traduzca en mejoras en el servicio.

«Trabajamos para poner en marcha obras prácticamente
en todos los municipios, en aras de ir resolviendo problemas que surgen con los recursos con que contamos, porque los efectos de la crisis pospandemia y el bloqueo económico recrudecido cuentan», explicó Ginarte Sánchez.

Una de las inversiones más significativas se ejecuta en el poblado de Songo, que llegó a tener ciclos de hasta 46 días, y donde, como alternativa, se han emplazado unos tres kilómetros de tubería de una conductora que permitirá interconectar el poblado con el pozo que abastece la localidad de Salvador Rosales.

«Trabajamos en la primera etapa de la inversión, que en su totalidad pudiera alcanzar unos siete kilómetros de la conductora e incluiría la construcción de un pozo nuevo e importación de un equipo de bombeo», detalló Ginarte.

El directivo explicó que también se ejecutan obras con el propósito de compensar los efectos en Guamá, Tercer Frente y el poblado de Dos Caminos, en el municipio de San Luis. «Muchas veces las soluciones no requieren de grandes inversiones, sino hacer un tranque aquí, una conductora allá…», recalcó al referirse a la constante búsqueda de fuentes de abasto, entre ellos, pozos y obras construidas en anteriores períodos.

El dilema de las pipas

En las condiciones de Santiago de Cuba, el suministro de agua con pipas se perfila como la alternativa más inmediata para paliar los efectos del déficit de precipitaciones. Sin embargo, hoy esta opción se ve limitada por el exiguo parque de vehículos de que disponen las empresas Aguas Santiago y Aguas Turquino, como consecuencia de la baja disponibilidad técnica.

Las demandas emergentes de estas 47 localidades compiten con las 240 comunidades sin redes que tradicionalmente reciben el servicio con pipas en la provincia. Ahora suman unas 200 000 personas que dependen de una técnica obsoleta, con roturas y falta de piezas. Esto se traduce en ciclos de más de 27 días, que en comunidades como Las Guásimas y El Sapo han llegado a tres y cuatro
meses. La situación se hace más tensa en zonas intrincadas de Guamá, Tercer Frente y San Luis, donde se precisan medios especiales o de doble tracción para llevar el líquido.

Ginarte precisa que el país ha hecho esfuerzos para la compra de neumáticos y otros insumos para poner de alta unos 35 equipos de los 88 de que dispone el sistema de Recursos Hidráulicos: 19 en Aguas Santiago (Santiago y Guamá) y el resto en Aguas Turquino (los otros municipios).

También implementan otras medidas, como los encadenamientos con otras empresas y organismos, incluyendo el sector no estatal. Hay un levantamiento de equipos con condiciones sanitarias para transportar agua con el propósito de sumar esfuerzos mediante la contratación o movilización.

El camino del ahorro

Más allá de las múltiples acciones que hoy se valoran en tierra santiaguera, usar más racionalmente el agua de que dispone la provincia se perfila como un camino decisivo de cara a una temporada húmeda en la que los pronósticos meteorológicos vaticinan un retardo de la llegada de las lluvias.

En función de más garantías, se alistan obras construidas en otros períodos que convirtieron a Santiago en referencia para enfrentar estos fenómenos: «Trabajamos para poner a punto sistemas como la estación de bombeo vertical de Gota Blanca, con un motor de reserva que eliminará vulnerabilidades, e igual laboramos para reducir algunas pérdidas que teníamos en el sistema Mogote», explicó el ingeniero Dorta Armaignac.

Paralelamente, se intensifican acciones para reducir pérdidas en redes, conductoras y el sistema de distribución interno de usuarios residenciales e instituciones.

Para el ingeniero Ginarte, la experiencia previa en sequías más complejas es una fortaleza, pues además de las obras que crearon condiciones se generaron conocimientos para adoptar decisiones que hoy garantizan que los embalses no estén deprimidos y el monitoreo y vigilancia tecnológica sea más exquisito.

Santiago prevé, busca alternativas y convoca al ahorro, desde la certeza de que la sequía es un problema de todos.

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