Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Sesenta y dos años después la lucha por la soberanía continúa

La Primera Declaración de La Habana denunció públicamente la injerencia de Estados Unidos y proclamó el derecho de los pueblos latinoamericanos y caribeños a su liberación, autodeterminación y a combatir por alcanzar reivindicaciones económicas, políticas y sociales

 

Autor:

Monica Lezcano Lavandera

Para septiembre de 1960, la Revolución Cubana contaba con principios sólidos que la encaminaban en la lucha contra las estrategias colonialistas de la época, y las acciones políticas y diplomáticas gestadas para ejercer la dominación en los pueblos más desfavorecidos. Hace 62 años, la Primera Declaración de La Habana proclamó al mundo estos principios, los cuales tuvieron gran repercusión en los movimientos progresistas de América Latina.

Más de un millón de cubanos reunidos en la Plaza de la Revolución aquel 2 de septiembre en la llamada Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, aprobaron —en nombre de todo el país— la Primera Declaración de La Habana. En voz del líder Fidel Castro, principal abanderado de este histórico documento, se dio a conocer ante el mundo la necesidad de lograr reivindicaciones sociales, económicas y culturales para el pueblo cubano en primer lugar y en lo sucesivo para los sectores más vulnerables del continente.

«La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba condena enérgicamente la intervención abierta y criminal que durante más de un siglo ha ejercido el imperialismo norteamericano sobre todos los pueblos de la América Latina», afirmó el Comandante en Jefe, y realizó un llamado a la autodeterminación de los pueblos y al respeto a la independencia, además de defender la autonomía soberana ante las intenciones de injerencia de los Estados Unidos.

El derecho del campesino a la tierra, la oportunidad de niños y adolescentes a la educación libre y gratuita, la asistencia médica primaria y asistencial para los enfermos y la colectividad en general, la manutención, seguridad social y pensión para adultos mayores y personas de la tercera edad, la condena a la explotación del hombre por el hombre y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista, fueron algunos de los ideales por los que se encaminaría la naciente Revolución, y que serían ejemplo para naciones hermanas en su lucha.

Este acto de valentía constituyó una contundente respuesta a la Declaración de San José de Costa Rica, un documento dictado por el Gobierno imperialista que condenaba a Cuba por tratar de defender su inquebrantable y legítima decisión de autogobernarse, pero que además atentaba contra la soberanía de los pueblos de todo el continente. Estaba en lo cierto Fidel cuando unos días más tarde expresó que «se estaba afilando allí el puñal que en el corazón de la Patria cubana quiere clavar la mano criminal del imperialismo yanqui».

Condenó igualmente la Doctrina Monroe como plan intervencionista afianzado en la superioridad militar «para extender el dominio en América de los imperialistas voraces», y reafirmó la convicción de los pueblos latinoamericanos de que la democracia no es compatible con la oligarquía financiera, con la discriminación o la persecución, sino con el derecho de los pueblos a la libertad y la soberanía.

Asimismo, reflejó que la solidaridad mostrada por la Unión Soviética y la República Popular China no perseguía, a diferencia de la política estadounidense, minar la unidad ni penetrar estratégicamente en el hemisferio. Por el contrario, constituía una ayuda para garantizar la soberanía y seguridad de este país amenazado de forma creciente dentro de su entorno geográfico.

Este hecho sin precedentes en la historia de Cuba y de América, se convirtió en uno de los pilares de la política cubana desde 1960, y aún en la actualidad sus principios continúan en total vigencia ante las constantes agresiones contra la nación.

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