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Una ley que avanza… ¿aprisa o despacio?

La aplicación del Código de las Familias, aprobado en 2022, no ha estado exenta de retos y complejidades, pues la norma demanda en la práctica importantes cambios mentales y sociales para garantizar el principio de igualdad, en derechos, deberes y valores

Autor:

Rosmery Pineda Mirabal

Quizá por esa idea, tan gastada pero esperanzadora, de lo bueno de hacer realidad los sueños, Yosiel Álvarez Quesada había pensado casarse con su pareja, Adrián, incluso mucho antes de contar con un respaldo legal en su país. El amor los había colocado en ese punto en el que sellar su historia sería el próximo paso.

Para suerte de ambos, llegó a ellos el Código de las Familias, primero como un rumor y luego como una noticia que, de quedar aprobado, podría facilitar la materialización de esa ilusión de casarse. La ley, asegura Yosiel, era una necesidad que en Cuba tardó en aparecer.

Aunque no fueron de los primeros en agendar su cita, por azares del destino, el 8 de septiembre de este año firmaron su unión conyugal, de manera muy discreta, como habían acordado, en el Palacio de los Matrimonios de San Francisco de Paula, en el municipio capitalino de San Miguel del Padrón.

Para Yosiel, más allá de poder decir que tiene un esposo, el Código es garantía de otros beneficios legales, mediante la oficialización de su relación, como los asociados a la división de bienes, el equilibrio en las tareas del hogar y la oportunidad de ampliar su familia.

La ley dejó de ser una posibilidad en papeles para convertirse en respaldo efectivo, para ellos y para millones de otras familias con sus propios retos y peculiaridades.

Del papel a la vida

«La verdadera victoria de lo que pueda representar el Código para la sociedad cubana es su implementación», afirmó el Primer Secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz Canel-Bermúdez, al referirse a los desafíos de la puesta en marcha de esta ley, que busca desaprender prejuicios y apostar sin excusas por el respeto y el amor.

La familia, núcleo básico de la sociedad, juega un rol primordial en la reproducción de las normas y valores sociales, y necesita el respaldo de leyes, como el nuevo Código de las Familias aprobado en 2022, que garanticen, ante todo, la plenitud del ejercicio de los derechos, y sean un reflejo de conflictos carentes de soluciones en el marco de la ley vieja, con respuestas justas y atemperadas al momento histórico en que estamos viviendo.

El Código de las Familias potencia la figura de los abuelos y les da la posibilidad de, en determinadas situaciones, encargarse de la guarda y cuidado de sus nietos. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

El pasado 27 de septiembre se cumplió el primer año de la aplicación del Código de las Familias. Si pasamos balance a lo acontecido, vemos que, como toda norma jurídica, tiene sus altas y sus bajas a la hora de interpretarse; pero ese día empezó a ocurrir en la Isla un cambio sustancial para la vida de muchas personas, pues encontraron reconocimiento otros modelos familiares que no estaban previstos en el código de 1975 y para el Derecho eran invisibles.

Es ese, precisamente, desde el punto de vista del Doctor en Ciencias Jurídicas Leonardo Pérez Gallardo, el punto de partida que hace trascendental el nuevo Código: visibilizar desde la ley lo que ocurre en la vida de millones de familias, las ensambladas o reconstituidas, los hogares monoparentales, los homoparentales.

A la par, está ayudando a desvestir de normalidad la violencia doméstica y el paternalismo hacia quienes pueden tomar decisiones con un buen acompañamiento. En ese sentido, Pérez Gallardo resalta la función pedagógica de esta ley, en cuanto a mostrarnos el valor de una crianza positiva de nuestros niños, niñas y adolescentes.

«Es muy importante que todos conozcan qué es la autonomía progresiva, el respeto al ejercicio de los derechos de las personas menores de edad, y además proteger a los sectores más vulnerables de las familias (los adultos mayores o personas en situación de discapacidad)», aclaró.

El código también ha permitido el ordenamiento de los efectos jurídicos filiatorios de la aplicación de las técnicas de reproducción humana asistida. Gracias al acercamiento entre juristas y médicos, las personas con algún impedimento para la reproducción por vía directa pueden soñar con otras opciones, como la adopción, la reproducción asistida y la gestación solidaria.

No bastaba con tener el servicio, destaca el experto: necesitábamos regular las garantías, mediante intervención notarial, para dar cobertura al consentimiento necesario antes de acceder a cualquiera de estas técnicas.

Ganarles a los prejuicios

Sin embargo, reconoce el catedrático de la Universidad de La Habana, este corto y a la vez intenso inicio sacó a la luz algunas dificultades, en especial subjetivas, como la reticencia por parte de no pocos juristas de aprovecharse de la nueva norma y salirse en sus propuestas de la tradicional canalita.

Ha sido lento el proceso de desaprender viejos conocimientos, adquiridos al amparo del código de 1975, y adaptar la mente y las rutinas de manera productiva al nuevo abanico de posibilidades desde 2022.

Hay expresiones, maneras de pensar demasiado cautelosas, sobre todo por desconocimiento del trasfondo técnico del código, integrador y moderno, como requieren estos tiempos.

Por eso «no basta con leerlo: es necesario interpretarlo y saberlo aplicar», enfatizó Pérez Gallardo, quien es además presidente de la Sociedad Cubana de Derecho Civil y de Familia. Además, sugiere verlo en un marco legal más amplio, como reflejo del mandato de la Constitución cubana, aprobada en 2019, y de importantes recomendaciones de las convenciones y tratados internacionales ratificados por nuestro país en los últimos tiempos.

Como valor agregado, la norma vela por el uso correcto de un lenguaje convencional, que no siempre prevalece en otros documentos, porque los derechos necesitan ser reconocidos como parte de una realidad cotidiana, para que la gente se apropie de ellos y los ejerza con naturalidad.

Lo cierto, asegura el Doctor en Ciencias Jurídicas, es que aún persisten estereotipos para nombrar y ejecutar la realidad de las familias, porque un cambio normativo no garantiza el cambio de mentalidad, individual y social.

Hay un divorcio entre lo revolucionador y progresista del código y el modo de pensar, dogmático o por inercias, de buena parte de ese sector profesional, lo cual coloca el problema en la subjetividad y no en la objetividad.

Hoy el país no cuenta con la cantidad de profesionales de experiencia que se necesita en los tribunales para encaminar este proceso con agilidad, advierte Pérez Gallardo: «La mayoría de nuestros jueces, sobre todo en la capital, son muy jóvenes, y para ellos es también un gran desafío solucionar los conflictos que se derivan de la implementación de la ley».

Cabeza y corazón

La Doctora en Ciencias Jurídicas Yamila González Ferrer, vicepresidenta de la Unión Nacional de Juristas de Cuba (UNJC), coincide en apuntar los prejuicios como elemento fundamental de las dificultades presenciadas en estos meses para el avance de la norma.

Todos los operadores del Derecho (jueces, fiscales, abogados, policías, investigadores…) son seres humanos con ideas preconcebidas sobre el tema familia, pues se criaron en una, más o menos funcional.

Por lo general, la familia cubana es patriarcal, y desmontar esa mirada desde lo profundo del discurso jurídico va más allá de denunciar las prácticas machistas.

Para González Ferrer, aún es un reto incorporar en la conciencia y el actuar cotidiano la perspectiva de género y el reconocimiento de la diversidad humana; por no hablar del respeto real a los niños, niñas y adolescentes, llegar a entender su capacidad progresiva para tomar decisiones que marcarán sus vidas; o de la atención a los adultos mayores y las personas en situación de discapacidad sin infantilizar su tratamiento o afectar su dignidad, entre otros derechos.

Sin esa mirada, es difícil que alguien acuda a figuras jurídicas previstas en el código que ya pueden dar solución a problemas complejos, aun cuando hace falta seguir trabajando para lograr una aplicación más plena.

La experta, quien participó del proceso de elaboración de la nueva legislación, alerta sobre la necesidad de rescatar la gestión comunicacional con nuestra población, detenida después de concluida la consulta y el referendo.

Las leyes valen en tanto se empleen, y para ello hace falta cultura jurídica. La labor de los medios y las redes sociales debe contribuir de forma sostenida a que la sociedad entienda el contenido del código y se apropie de él en su día a día, recalca González Ferrer.

Se hace camino…

Desde la percepción de la Doctora en Ciencias Jurídicas Ana María Álvarez Tabío hay un balance positivo en cuanto a la implementación del código, pues muchas cuestiones que antes no tenían una respuesta segura en el entorno familiar ahora tienen vías de solución.

Según recuerda, en ocasiones se lograban acuerdos entre las partes aún para aquello que no estaba legislado claramente, pero cuando había un conflicto de intereses era muy difícil canalizar la solución más justa, a criterio del tribunal.

Ejemplo de ello son los regímenes de comunicación de los menores con parientes distintos a las madres y los padres. Nuestro diario se ha hecho eco de decenas de casos de ese tipo, en los que una abuela, un hermano, un padrastro, insistía en mantener lazos de cariño y apoyo material con quien alejaban del entorno de esa familia tras la separación de sus padres.

Foto: Roberto Suárez

El código potencia la figura de los abuelos y tíos, y les da la posibilidad, con independencia del conflicto que tengan los padres del niño o niña, de pedir comunicación con los menores, y en determinadas situaciones hasta la guarda y cuidado de esos nietos o sobrinos.

Además, Álvarez Tabío destaca que durante este año se han celebrado más de mil matrimonios y se han instrumentado uniones de hecho entre personas del mismo sexo, lo cual antes estaba vedado desde el punto de vista jurídico.

De ese modo se materializa el principio constitucional de igualdad, pues todos podemos fundar una familia y organizar la vida familiar de la manera que lo consideremos más apropiado a nuestros intereses y convicciones.

La experta hace énfasis en la tranquilidad de muchas madres, o padres, que salen al exterior por cuestiones personales o profesionales y ya pueden dejar legalmente establecidas las obligaciones, derechos y deberes de la persona que se hará cargo de su hijo a través de una nueva figura jurídica en Cuba: la delegación de responsabilidad parental.

También en estos 12 meses se han podido solventar situaciones relacionadas con la migración, y reducir la incertidumbre de cómo organizar los deberes y derechos propios de las relaciones parentales cuando alguno de los padres emigra o va al exterior por cualquiera otra razón.

«Ello no quiere decir que debamos poner el código a merced de las cuestiones resultantes de la migración, pero es lógico que una norma jurídica deba, en determinadas situaciones, abrir los caminos», afirma.

Por otra parte, Álvarez Tabío considera que ya nos vamos acostumbrando a la idea de que las figuras paternas también alcancen el lugar que les corresponde en la vida de sus hijos, y en la guarda y los cuidados de estos últimos.

El código anterior tenía una norma muy sexista, que privilegiaba el derecho de la madre en ese asunto, y por apegarse a esa visión no pocas veces los tribunales violaban el principio de interés superior del menor.

Ahora contamos con mayor amparo para compartir los tiempos de madres y padres, en igualdad de condiciones, en cuanto al cuidado de sus hijos, si es lo que resulta beneficioso para ellos, ya sea por la vía de un acuerdo o por determinación judicial.

Eso les permite a ambos, y a las familias de ambas ramas, estar más presentes en la educación de esos menores, y transmitirles con naturalidad su herencia cultural, los valores, historias familiares, afectos… incluso dones, oficios y reliquias materiales que contribuyen a su historia personal.

Desafíos en el camino

Todas esas virtudes de la norma pasan por la posibilidad de una representación legal a su altura. Por eso se ha hecho un esfuerzo enorme por parte del sector jurídico para llegar a cada profesional de la rama interesado en el Derecho de Familia, y prepararles mediante cursos o talleres desarrollados este año en toda la Isla.

Para profundizar en el intercambio enriquecedor, la UNJC está publicando obras colectivas, con muy diversos puntos de vista, válidos para entender otras perspectivas en torno a esta norma.

A modo de sugerencia, comenta Álvarez Tabío que siempre resulta provechoso no solo escuchar la opinión de los redactores, sino de todos y, en este caso, de aquellos interesados en los temas del derecho familiar, quienes dan sus criterios, comparan con otras legislaciones y aportan una visión muy acabada de lo que se desea.

En cuanto a los retos a corto y largo plazos, Álvarez Tabío resalta la necesidad de romper esquemas arraigados por la práctica de casi 47 años de vigencia del código pasado: dejar a un lado la actuación mecánica y cambiar las ideas preconcebidas sobre determinadas situaciones que en apariencia puedan ser similares, pues cada sujeto y cada contexto familiar son distintos.

También insiste en no idealizar una familia perfecta o modelo, porque todas, desde el momento en que se organizan a imagen de sus integrantes, son tan válidas como cualquiera otra.

Para cambiar esos modos de ver y actuar es imprescindible una continua autopreparación, asevera: un estudio a conciencia de cada artículo, preguntándose en cada uno, desde el ámbito del derecho, por qué el legislador concibe esto de tal manera y no de otra; qué ha pasado en la familia, y en especial en las familias cubanas; qué transformaciones se han producido en el país desde el ámbito social o qué realidades rodean a cada grupo familiar.

«Creo que vamos por buen camino en la implementación de este Código de las Familias por el que votaron Sí dos tercios de las personas que acudieron al referendo, defendiendo así la libertad, la autonomía, la responsabilidad y protección en el entorno familiar».

Para el profesor Pérez Gallardo, el reto esencial está en desmontar las subjetividades: en la necesidad de cambiar en 180 grados la mentalidad de los operadores del derecho, en saber que las coordenadas del derecho de las familias en Cuba cambiaron hace un año y ahora importa no solo lo biológico, sino sobre todo los sentimientos, el afecto al que tantas veces hace alusión el legislador en la redacción del nuevo texto.

Este es un código para proteger el amor, coinciden todos los entrevistados, y como bien saben hasta las piedras en este archipiélago, el amor no se dice, se demuestra.

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