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Ver en la Revolución un espacio siempre joven

Los universitarios formamos parte de una organización perfectible, pero necesitamos salir de los despachos y tener líderes que escuchen criterios fuera del frío formalismo, asegura el nuevo Presidente de la FEU en el país

Autor:

Raciel Guanche Ledesma

Hace muy poco tiempo, Ricardo Rodríguez González asumió como nuevo presidente nacional de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Aun en el ajetreo que implica adaptarse al fuerte cambio, y al desafío de liderar la heterogénea masa estudiantil que aglutina la organización, este camagüeyano revela, ágil y apasionado, su todavía breve, pero intensa historia.

Una pregunta salta directa e inevitable desde el comienzo: ¿qué significa asumir tamaña responsabilidad?

«Imagina si es grande el reto que solo he sido presidente de la FEU en dos ocasiones: de brigada primero, y ahora a este nivel. Pero lo tomo con entereza», confiesa, y cualquiera puede intuir que sus cualidades y capacidad de liderazgo sobresalen en todo momento.

Tan solo siete días después de ser elegido en el Consejo Nacional tuvo la primera prueba de fuego. Aunque, siendo justo, él la reconoce como un grato privilegio: papel en mano, a los pies de una Escalinata repleta de universitarios y frente al General de Ejército Raúl Castro Ruz y otros integrantes de la generación histórica de la Revolución, Ricardo fue el principal orador de la Marcha de las antorchas, el pasado 27 de enero.

«Me temblaban las piernas», expresa ahora entre risas que dejan definido ese sentido muy íntimo de orgullo sano. «Solo me enfoqué en mirar al General de Ejército, el hermano de sangre y de lucha de nuestro Fidel, que sigue con el pie en el estribo, y en transmitir de la mejor manera posible cada palabra para que se sintiera la sinceridad del mensaje», asegura.

Tal vez por esa determinación es que este estudiante de 5to. año de Medicina ha encontrado la forma para enfrentar los más complejos retos a lo largo de su vida estudiantil, desde que comenzó a transitar como pionero en el consejo popular Senado, una zona rural perteneciente al municipio camagüeyano de Minas.

Forjando la conciencia

«Cuando uno es niño, realmente no tiene mucha conciencia política e ideológica de lo que significa ser de izquierda. Pero siempre he dicho que los pioneros tienen también la forma más bonita y sincera de sentirse revolucionarios, porque lo demuestran sin que medie ningún interés».

Sus primeros pasos como dirigente los dio en ese tiempo en que se mezclan sinceridad e inocencia. Tanto en la escuela primaria de Senado como luego, en la secundaria básica, Ricardo fue elegido presidente del colectivo pioneril por sus compañeros.

Sin embargo, de la etapa del preuniversitario recuerda uno de los momentos más importantes y definitorios en la radicalización de su conciencia como revolucionario: la muerte del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

«Se gestó en aquel momento una sana movilización en torno al suceso que fue la caravana inversa para despedir a Fidel. Los estudiantes de mi aula nos personamos en el Gobierno del municipio para pedir una transportación, porque queríamos darle un último adiós al Comandante. Al final aquello no resultó posible, pero alquilamos un camión y nos fuimos a rendirle tributo. Fue uno de los momentos más impactantes y emocionantes que he vivido», asegura.

Cuando Ricardo terminó el preuniversitario y el servicio militar, ya no era solo el líder que arrastra a otros, sino un joven de madurez distinta. De pequeñas acciones se va poblando la conciencia, y en su caso, comenzó a pensar también en cosas que no hacía antes, a crear un mayor hábito de la lectura y a conocer formas diferentes de actuar, rememora.

La acción como ejemplo

En la universidad de ciencias médicas Carlos Juan Finlay, de Camagüey, a donde llegó en 2019 para formarse como galeno, siguió Ricardo su camino como líder estudiantil. Seis meses después de ser elegido al frente de su brigada ya se enfrentaba a un reto superior a nivel de facultad, cuando asumió la vicepresidencia de la FEU y, poco después, como Ideológico en la estructura a nivel de universidad.

Su labor, según cataloga, estuvo enfocada en aglutinar criterios y atraer jóvenes para las distintas tareas de la FEU. «A muchos les ayudamos a entender que el espacio de la Revolución no era algo abstracto ni muerto. Que podíamos contribuir en un barrio, ser útiles sin importar cómo pensáramos y, al mismo tiempo, divertirnos y ser felices. Procuramos que vieran en la Revolución un espacio joven».

Estas ideas las incorporó luego con notoriedad al trabajo de Vicepresidente de la organización a nivel de universidad, cargo que asumió desde el 2do. año de la carrera. Quienes lo conocen afirman que la actividad y el dinamismo priman en el día a día de este muchacho que hoy, con 23 años, reconoce con firmeza: «Siempre estoy pensando en cosas nuevas para hacer».

A sus «cuerdas locuras» ha tenido siempre la dicha de sumar personas que lo acompañan hasta el final. Así sucedió cuando quiso llevar a la segunda elevación más alta de Camagüey un busto del líder Julio Antonio Mella. «Lo que surgió como una utopía personal en pocos días terminó aglutinando a toda la universidad de Ciencias Médicas», recuerda emocionado.

Su capacidad de movilización la puso en práctica igualmente tras la llegada de la COVID-19, cuando tuvo que crecerse, como tantos jóvenes cubanos, para salvar lo más preciado: la vida humana.

«No te puedo engañar, al principio sentí muchos temores, pero estaba la necesidad de que las nuevas generaciones diéramos una respuesta contundente para salvar al país. Y así lo hicimos, también en Camagüey», rememora.

Etapa de crecimiento

En el 10mo. Congreso de la FEU, Ricardo resultó electo vicepresidente de la centenaria organización. «Fue una experiencia bastante sorprendente en lo personal, porque no es lo mismo estar en un centro universitario que coordinar la estructura nacional o liderar una organización muy importante a nivel de país», asegura.

Dentro de cualquier nación, por lo general, la mayor diversidad de opiniones y cultura crítica emerge del sentir universitario. De ahí que en ellas te radicalizas en el sentir revolucionario. Es un lugar, sobre todo, donde el sentimiento de humanidad resalta siempre.

Con esas premisas asistió como delegado al 19no. Congreso Latinoamericano y Caribeño de Estudiantes, celebrado en Caracas, Venezuela.

«La principal tarea que se nos impone ahora como dirigentes estudiantiles es ser prácticos y coherentes con lo que demanda la Revolución de nosotros. En ese sentido, reproducir patrones o el consignismo de antaño no nos hace bien. Debo entender que no toda mi generación piensa como yo. Hay que reinventarse entonces para encontrar los puntos en común y trabajar para un mismo fin: la patria.

 «Esta es la FEU de Mella, pero no bajo las circunstancias que vivió Mella… Ahora mismo nos encontramos decenas de miles alineados bajo una meta común y en una organización revolucionaria».

Pertenecer a este tiempo

«Los universitarios formamos parte de una organización perfectible, cierto; pero hay que salir de los despachos y tener líderes que también hablen en los pasillos con los demás, que escuchen criterios fuera del frío formalismo», propone Ricardo, y ratifica como exigencia dirigir bien pegados a las brigadas.

Sobre esta célula esencial de la organización reflexionó también. Lamentablemente, no siempre resulta el lugar donde los estudiantes debaten temas medulares de la actualidad; por ejemplo, la migración, las proyecciones de vida en Cuba o los asuntos económicos.

«No hay que tenerles miedo a los temas polémicos», enfatizó. «Si la FEU los lleva al aula, el debate se creará, y así desmitificamos la idea errónea de que la organización es solo para preparar fiestas o cambiar de fecha un examen. Esa visión tiene que desterrarse con trabajo y acción.

Sin dudas, las transformaciones que requiere el país dependen, en gran medida, del impulso, las ideas y la creatividad juvenil. De ello está convencido Ricardo, quien asegura además que, a pesar de las dificultades, la FEU ha mantenido su compromiso histórico de ser la vanguardia ante los desafíos y pertenecer a su tiempo.

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