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El futuro del magisterio en sus manos

En la Escuela Pedagógica Rubén Martínez Villena, ubicada en el municipio artemiseño de Alquízar, se concentra toda la formación de maestros de la provincia desde el curso 2019-2020. Además de favorecer un programa integral de atención e incidir mejor en la preparación de los jóvenes estudiantes, ello ha permitido que muchos den su aporte en escuelas del territorio

Autor:

Adianez Fernández Izquierdo

ALQUÍZAR, Artemisa.— No se han graduado todavía, pero ya casi un centenar de estudiantes de cuarto año de la Escuela Pedagógica Rubén Martínez Villena dan su aporte en aulas artemiseñas y contribuyen al completamiento de la cobertura docente en una provincia joven aún que demanda profesionales de todas las especialidades.

Noblín Savón Tomacén, director del centro desde este curso, explica que en la actualidad forman profesores de 15 especialidades y trabajan en red con otras instituciones educativas, sobre todo del municipio de Alquízar. Igualmente, mantienen relaciones de trabajo con todos los municipios de donde proceden los estudiantes, de modo que en estos se garanticen tutores para las prácticas.

Estos estudiantes, dijo, reciben docencia una vez a la semana y el resto del tiempo están en las aulas dando el necesario aporte. A ellos se suman los de años inferiores que, durante el tiempo de prácticas, refuerzan también los claustros y complementan la formación recibida en el centro donde se forman los maestros de Primera Infancia, Primaria, Secundaria, Enseñanza Especial y Técnico Profesional.

Más de 1 700 profesores de diferentes especialidades ha graduado la Escuela Pedagógica de Artemisa en estos 15 años, una cifra que, si bien no satisface las necesidades cada vez más crecientes de la cobertura docente en el territorio, sí constituye un aporte notable a la formación de las nuevas generaciones.

La institución, hoy con sede en el municipio de Alquízar, ha sufrido múltiples cambios en estos años. Si bien en los inicios había sedes formadoras dispersas, desde el curso 2019-2020, toda la formación pedagógica se concentra aquí, según rememora el profesor Lázaro González Veliz, quien fue testigo de la unificación de todas las escuelas formadoras en una sola, lo cual ha favorecido muchos procesos y, poco a poco, se han ido engranando para formar una familia e incidir en los jóvenes que tienen la responsabilidad de conducirse por los caminos del magisterio.

Mailín Hernández Lemus, bibliotecaria del centro, resume de forma muy clara la responsabilidad que tienen los profes: «Nuestra misión es la de formar los futuros pedagogos, pero debemos lograr también prepararlos integralmente, como seres humanos, y en ese empeño nos hemos unido todos, para apoyarlos, aún más a los que vienen de lejos y pasan aquí la mayor parte del tiempo».

Garantía de la cobertura docente

Entre los jóvenes del claustro docente de la institución se encuentra Alejandro Betancourt Díaz, quien asegura que «un maestro siempre debe formar su relevo y tiene que respetar a ese alumno que tiene en frente, un alumno que se forma con los conocimientos, las herramientas y los valores que toma de cada maestro, y que luego en su aula va a ser el reflejo de lo que fuimos capaces de darles».

El profe de Matemáticas alude a la importancia de mantener el claustro unido pues, aunque la escuela ha transitado por varias direcciones, aquí hay un grupo de maestros que ha permanecido fiel a la formación, y que a diario sortean carencias materiales y afectivas para mantener a los estudiantes contentos y centrados en su formación.

Alude con nostalgia la época en que la matrícula rondaba los mil estudiantes. Ahora son menos de 400, de ahí que llama a la reflexión y convida también a los directivos de todos los municipios de la provincia a implicarse en el proceso de captación de nuevos estudiantes y a apoyarlos, sobre todo una vez que entran a la escuela.

«Debemos entender que los alumnos que hoy transitan por la escuela pedagógica son la garantía de la cobertura docente del mañana», comenta.

Aunque la vocación por el magisterio parece haber disminuido, estudiantes como la bautense Amelia García Rodríguez, en primer año de Biología, siempre tuvo clara su vocación. «Desde que tuve conciencia quise ser maestra y, en la secundaria, cuando empecé a recibir clases de Biología, decidí que era ese el camino que quería construirme. Estar frente a un aula lo veo con pasión», refiere.

Pese al corto tiempo que lleva en la escuela, asegura haberse adaptado bien a la vida interna y ya disfrutó de su primera experiencia en un aula, esta vez en la escuela Camilo Torres, como parte de sus ejercicios prácticos.

Dos años más avanzada, Natalia Hernández encontró aquí la posibilidad de combinar también su pasión por la música. «Desde niña me gustaba cantar, participaba en los festivales de música y llegué a estudiar algún tiempo en la Escuela Vocacional de Arte, pero tuve que dejarla. Luego en la secundaria conocí la posibilidad de estudiar para maestra de Música y aquí estoy».

En tercer año también, pero de la especialidad de Química, José Ángel Fernández Meriño, ya ha tenido el privilegio —como otros— de estar frente al aula, una experiencia que le confirma su vocación por el magisterio.

«Ya he impartido clases en la escuela Carlos Gutiérrez Menoyo, apoyando a mi tutor, pues tiene muchas responsabilidades y ha sido una experiencia difícil pero placentera», asegura.

Respecto a la formación vocacional y las intenciones de captar más estudiantes, el Director del centro ahondó en los propósitos de acercarse a las escuelas y fortalecer los nexos con los círculos de interés pedagógico, donde está la cantera de muchachos interesados por el magisterio.

Sobre la escuela, todos coinciden en que, pese a la difícil situación, aquí tratan siempre de asegurarles las condiciones de vida y de prepararles actividades extradocentes que hagan más placentera la estancia, sobre todo, de los casi 200 estudiantes internos.

Lo pudimos comprobar en una emotiva actividad realizada recientemente. Unos 15 colectivos donde maestros y estudiantes de grados avanzados regalaron a los de nuevo ingreso una fiesta de 15 que no olvidarán, en la que no faltó el cake, el baile, las fotos y el acompañamiento incluso de las autoridades de Educación a nivel provincial.

Aunque los números reflejen un decrecimiento en la matrícula, aquí el claustro de profesores y los propios estudiantes sí tienen bien claro que en sus aulas hoy están aprendiendo los maestros que garantizan el futuro de la formación en las escuelas de Artemisa, una responsabilidad que exige entrega y sacrificio de todos, con el apoyo de las familias.

Maestros y estudiantes de grados avanzados regalaron a los de nuevo ingreso una fiesta de 15 que no olvidarán. Foto: Otoniel Márquez

 

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