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A la espera de ángeles

El libro Tapiz de ángeles. Ensayos de literatura cubana de Ricardo Repilado muestran un oficio indudable para afrontar los retos cognoscitivos

Autor:

Juventud Rebelde

El magisterio y la convicción de la propuesta, tanto desde la experiencia como desde la circunstancia, son dos cualidades que descuellan en el peculiar libro Tapiz de ángeles. Ensayos de literatura cubana. Cuando leí por primera vez a Ricardo Repilado eran los años duros de la carrera de Letras y uno de sus textos, Dos temas de redacción, pretendía que asimiláramos el contenido de una exigente asignatura. Ahora con este título el buen recuerdo se activó otra vez.

Publicado por Ediciones Unión y presente en las librerías, Tapiz de ángeles... parece, a primera vista, otro de tantos libros de ensayos. Asimismo, una rápida mirada al índice nos hace notar la aparente vuelta sobre temas trillados y obras que les continúan sacando ensayos de ventaja a otras que ni se mencionan. ¿Es el ensayismo un vehículo para la construcción de un olimpo literario? Y dejaré al vuelo esta interrogante.

Es justo acotar que el esfuerzo de Repilado se percibe al acercarse a las zonas habituales con renovados matices y desde posiciones sobrias, puntuales. En su ensayo sobre la adecuada utilización de especies animales como protagonistas de obras literarias, esculpe una verdad y plantea uno de los tantos lados flacos de la literatura antillana: el antropocentrismo. En el texto de marras dice: «Derrochamos los hombres tanta enegía en molestarnos los unos a los otros, que poca fuerza nos queda para reparar en el resto del mundo viviente, el cual de buena gana abandonamos al cuidado de los especialistas en Ciencias Naturales».

Esto se me vuelve programático, de intención y de intensidad, como una toma de partido en contra del distanciamiento que, por décadas, han exhibido los intelectuales de todo lo que no sean los problemas que agobian al hombre y a las pautas de su existencia. ¿Y el en- torno que nos rodea no puede ser ficcionado también?

Sin ánimos de acrecentar el mar de preguntas que levantan casi todos los textos referativos, por muy lapidarios que parezcan, Repilado trata este tema con igual intensidad que la relación entre la historia y la literatura, pues su ensayo sobre la novela Gallego, de Miguel Barnet, comienza con un análisis histórico-social de una época y del devenir de un componente de nuestra nacionalidad. No se podría afirmar que los recursos de Repilado sean tan postmodernos como la novela, pero por un segundo parece asistirse a un trabajo historiográfico, bastante alejado de un acercamiento puramente literario.

Rasgo inalienable del «ensayo» narrativo posterior al boom de los años 60, el uso de la literatura como herramienta para desmitificar la historia y centrarse en personajes nada trascendentales, como fuentes primarias de un arriesgado abordaje de la memoria, inclusive contra el discurso historiográfico oficial, son directrices perceptibles en la obra, pero no son estas las que centran la mirada del crítico, quien se vuelca hacia la recreación del personaje del «pícaro» dentro del enramado argumental. Este interés en la historia, el ensayista lo enfrenta con prudente mesura, lo que no evita que se destaque la capacidad de la literatura de hacer, como decía Lezama en 1957, lo que «a la Historia ya no le es dado».

Repilado demuestra un dominio innegable de las relaciones textuales, pero su acometida no logra siempre distanciarse de los límites de lo tratado, de lo, incluso, endilgado. Desde la posición bien delimitada de lo que se enmarcó como literatura testimonial, se expone la mezcla en que se ve envuelta la ficción por los dominios sociológicos, etnológicos e históricos, en las vicisitudes de un protagonista emprendedor en un entorno hostil, con evidentes reminiscencias de los que azuzaron a otros grandes de la picaresca hispánica. En este tipo de literatura, siempre venida a menos por los grandes editores y consumidores, aparece el fantasma de la confiabilidad que, desafortunadamente, no se trata con toda la amplitud que se pudiera tratar.

Desde mi punto de vista, estas posiciones demuestran, también desde el ensayo, la imposibilidad de la literatura cubana «modélica» de conciliar la veracidad con la recreación, algo que los escritores de la generación de los 90 asumieron como misión intelectual con mayor o menor suerte, pero ninguno está incluido en esta compilación. Según Repilado, «los cuentos valen cuando tienen de verdad, si no son eventos huecos»; de ser así, ¿están vacíos los regodeos oníricos del absurdo, los postulados del esperpento y del surrealismo?

Más allá de cualquier toma de partido, los ensayos de Repilado muestran un oficio indudable. Su elocuencia acerca al lector, logrando «resolver los retos técnicos de forma brillante y sin esfuerzo detectable». Así, el también profesor universitario afronta los retos cognoscitivos tratando de cubrir todos los frentes, haciendo de su poética una necesaria alusión cuando se necesite explayar un tapiz para los ángeles de la literatura.

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