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Apenas estoy empezando

Afirma la joven realizadora avileña Maryulis Alfonso, quien dirige el corto de ficción Misericordia, que se adentra en el análisis de expresiones de violencia que, a veces en silencio, rodean la vida de la mujer

Autor:

Luis Raúl Vázquez Muñoz

CIEGO DE ÁVILA.— Un perro apareció envenenado en la escalera. Era una mañana gris, con una monotonía húmeda que se deslizaba entre los tantos edificios y casas del barrio. Nada parecía perturbar esa larga hilera de personas, que con algo de aburrimiento esperaban su turno para comprar picadillo, ni siquiera la muerte de un pequeño animal.

Los niños se acercaron y por unos minutos curiosearon en torno al cadáver. Y allí estaba la mujer. Los vio antes de subir. Se detuvo y los observó con hosquedad. Quiso mirar más, pero enseguida subió al apartamento.

La mañana había comenzado para ella con la monotonía agobiante de todos los días, incluso antes de que apareciera el sol. Se inició con los ronquidos del marido, un hombre que al comer apenas reparaba en el sartén de la cocina y lo apoyaba sin cuidado alguno sobre la mesa del comedor. Continuaba con su suegra, convertida en un vegetal y a la que había que ponerle las ropas cuando mecánicamente concluía de hacer sus necesidades en el baño. Y terminaba con una hija con la que apenas cruzaba un saludo.

Quizá, por eso, su mayor placer —el único momento de paz consigo misma— era cuando se vestía de fiesta y salía a caminar el barrio. En la cartera llevaba el obsequio. Un presente para algún perrillo vagabundo, que la olisquearía con cariño y sin las hipocresías del hogar. Ella entonces sacaría las frituras hechas con el picadillo. Unas frituras aderezadas con especias y cocinadas con el punto justo de aceite. Una frituras que ofrecería con alivio. Porque estaban envenenadas.

Una idea, un proyecto, una discusión

Misericordia. Ese es el nombre del corto de ficción dirigido por la joven realizadora de la Televisión Avileña Maryulis Alfonso Yero y basado en un cuento homónimo de la escritora Ana Lidia Vega Serova. En un principio fue una idea, luego una tarea de clases en la filial en Camagüey del Instituto Superior de Arte (ISA) y, por último, un intercambio de propuestas en Almacén de la Imagen, el evento cinematográfico de la provincia agramontina.

Maryulis cuenta: «Almacén de la Imagen tiene un espacio en el que los jóvenes realizadores presentan sus proyectos. Está auspiciado por el ICAIC y la Asociación Hermanos Saíz (AHS), y allí los directores presentan sus ideas lo más pormenorizadamente posible. Es lo que se llama un pitching, y allí se presenta una carpeta con todo el proceso de producción: el guión, tiempo de filmación y edición, lugares, actores, el director de fotografía, luminotécnico, estimados de costos, todo. El jurado estudia las propuestas y elige cuál es la más viable a partir del nivel de concreción. El premio fue para nosotros».

El proyecto de Misericordia lo defendió un equipo de tres personas, todas del telecentro de Ciego de Ávila: Maryulis, Orisbel Vega, especialista en Marketing, y Ana Luisa Pino, en calidad de productora. Sin embargo, su idea nació de una tarea de clases en el ISA, en la cual los alumnos debían presentar una carpeta de proyecto para un pitching. Pero también de una intención muy clara.

«Me interesan los mundos de las féminas, explica Maryulis, quien es miembro de la AHS. Tenía la inquietud de abordar la violencia en la mujer; pero no la ordinaria de peleas y gritos, sino esa que es callada, repleta de hipocresía y carente de solidaridad. Ese tipo de conflicto transcurre hacia adentro. Es una agonía en el interior de las personas que no se expresa, lo cual es terrible. Por eso cuando leía el cuento de Ana Lidia me dije: “Por fin, aquí está”. Y puse manos a la obra».

—¿Y Nancy González, qué hace aquí?

—Una de las primeras sorpresas del espectador es ver a Nancy González en el protagónico. ¿Qué hace una de las grandes actrices de Cuba en el corto de una joven realizadora? Siempre tuve a Nancy en mente, ella enseguida aceptó y la única observación que hizo fue su intención de ubicar a la mujer en su justo lugar y no como un objeto macabro a la hora de interpretar el papel.

«Creo que ella fue el elemento esencial para nuclear al equipo, explica la joven. ¿Cómo unir a un colectivo mucho mayor que yo en edad y experiencia? A mi favor estaban la persistencia y que no soy jaranera en cuestiones de trabajo. Pero pienso que la clave fue Nancy. Al verla, fue como si todo el mundo se diera cuenta de que Misericordia era un asunto en serio».

Una de las complejidades del corto es que no existen diálogos. La trama se desarrolla en dirección a un final abierto. La protagonista está sentada en el sala del apartamento con la familia maldita a su alrededor. Su vista está fija en unas frituras envenenadas sobre la mesa, justo antes de empezar la comida. ¿Las usaría?

«En el cuento original no está manifiesta la intención de la protagonista de matar a la familia, aclara Maryulis. Eso fue una innovación en el guión. ¿Lo hace o no? Queríamos apartarnos de un final agresivo y movernos a uno que indicara sutilezas. Ella podía usar las frituras contra su familia, o simplemente no hacer nada y continuar con su situación y descargar su malestar e impotencia en los perros. O a lo mejor rebelarse, denunciar su vida y luchar por su propio espacio. Es un momento de inflexión, no solo para el personaje sino para todos nosotros. Porque es el momento en que aceptas o niegas los pasos para tu liberación.

«En mi opinión, el final le pertenece a cada espectador. Que cada individuo obtenga su propia respuesta: esa es una de las oportunidades que nos brinda el arte. Algunas personas se me han acercado para alabar al corto. Señalan la fotografía, los colores de imágenes, el hecho de haber contado con Nancy, la creación de ese mundo agobiante y aburrido que rodea a la protagonista. Yo los escucho y me alegro; pero nunca olvido que me falta mucho por aprender. Apenas estoy empezando. Debo ver mucho cine, leer y estudiar, hacerme muchas más preguntas porque de las dudas es de donde salen las buenas ideas. Y sobre todo trabajar. Ahora estoy preparando otra carpeta. Se trata también de un cortometraje sobre el tema de la mujer, pero tendrá otras aristas. No puedo decir mucho, aunque estoy segura de algo: tiene que ser distinto a Misericordia. No sé en qué. Pero lo será».

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