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La película de Laura

La actriz cubana Laura de la Uz comparte con Juventud Rebelde los detalles de Ana, personaje que le permitió obtener por segunda ocasión el premio Coral a la Mejor actuación femenina

Autor:

Jaisy Izquierdo

En las salas de cine de toda la Isla se presenta por estos días la más reciente entrega del cineasta Daniel Díaz Torres, La película de Ana, que fue merecedora de varios lauros en el reciente Festival de Cine Latinoamericano, incluido el Coral al Mejor guión para su director y el escritor Eduardo del Llano.

Laura de la Uz, la actriz que encarnó a la protagonista que concibieran Daniel y Eduardo, ha sido el alma de esta cinta que descansa en la piel de una mujer contemporánea cubana. Ahora Ana es su nuevo nombre, y también es una actriz, que anhela triunfar profesionalmente. Pero a Ana la vida le propuso un papel y se fingió prostituta en un documental extranjero, aprovechándose de sus dotes histriónicas. Laura entonces nos habla de esta experiencia que la condujo a crear a dos personajes en uno.

—¿Cómo perfilaste el personaje de Ana?

—Yo me baso siempre en la observación, y la experiencia de Ana es algo que pude haber vivido como actriz y que no ha sido ajena a compañeras mías, en el sentido de tener que trabajar en algo que no te gusta y no sentirte bien por eso. Una situación que es común a todos, y en el caso de las actrices sucede con frecuencia.

«Además conjugo diferentes métodos de actuación, en dependencia del personaje. En el caso de Ana, realicé toda una indagación en torno a este, y también fue fundamental el trabajo intenso con el guión, en un debate con su director que fue verdaderamente enriquecedor, pues me brindó una libertad maravillosa para crear».

—¿Qué aspecto te preocupaba más a la hora de construir a Ana?

—Un punto clave fue diferenciar bien las etapas de Ana, construir la evolución que ella iba sufriendo, de manera que no se notaran las costuras. Quería que transitara naturalmente a través de la trama porque, a fin de cuentas, uno no cambia de la noche a la mañana de parecer, si no que uno va viviendo cosas que son las que lo hacen cambiar de manera de pensar y de actuar. Debido a que una película no se filma de manera cronológica, esa era una de las preocupaciones más grandes que tenía.

«Incluso esto me inquietaba más que el cambio que tenía que establecer entre Ana y la prostituta que ella interpreta luego frente a la cámara. Para ese segundo momento me propuse que la prostituta se viera algo mal actuada, y que a la vez se le notara el nerviosismo de estar mintiendo. Trabajar todos estos detalles se convirtió en un aspecto principal para reflejar los diferentes matices».

—En la película hay un discurso paralelo en torno a la profesión de actriz. ¿Qué opinas al respecto?

—La vida se presenta como es y las personas toman decisiones según sus circunstancias. No creo que sean estas las que determinan la persona que tú eres, sino el cómo tú respondes ante las diversas situaciones que la vida te presenta. Lo maravilloso que sucede en Ana es que ella se plantea en ese momento de su existencia no quedarse en la mediocridad y arriesgarlo todo por crecer como mujer, en su casa, con su marido, como actriz y creadora.

—Entonces, ¿qué significa para ti actuar?

—A través de los personajes uno expresa mucho de sí mismo, siempre hay algo en una secuencia que te recuerda un pasaje de tu vida y que uno lo aprovecha para recrear ese que estás concibiendo. Los actores debemos tener muchas vivencias acumuladas, eso es primordial, no solo para el momento de actuar sino para entender al ser humano, y yo creo que en eso consiste nuestro quehacer, en comprender el comportamiento del ser humano. Entonces, se trata, como le explica Ana a Flavia, de «encuerar» el alma.

—¿Qué representa este personaje dentro de tu carrera?

—Este personaje lo estaba esperando de alguna manera, porque deseaba interpretar otro protagónico en el cine, lo anhelaba  mucho. Soñaba, sobre todo, en darle una continuidad a mi carrera, pues aunque las personas me recuerdan como una actriz de cine solo había tenido al inicio de mi carrera un gran protagónico en la cinta Hello Hemingway, y luego un coprotagónico en Madagascar. Deseaba, entonces, que mi paso por el cine no se convirtiera en hechos aislados, porque el tiempo se va y una tiene aún muchas cosas que decir, y eso es algo que no solo me sucede a mí sino a muchas de mis colegas. Por eso yo traté de aprovechar esta oportunidad, y para ello puse lo mejor de mí.

—Y la suerte te ha acompañado, porque regresarás a la pantalla grande como protagonista nuevamente...

—Sí. Lo más bonito que tiene este proyecto es que se trata de la ópera prima de una mujer, Marilyn Solaya, quien ha hecho ya numerosos documentales y ha luchado mucho para que esta, su primera película de ficción, se pudiera realizar. La batalla ha sido no solo para que la película se filmara, sino, sobre todo, para mejorarse a sí misma como creadora, pues ha trabajado arduamente en el guión y ha profundizado mucho en el tema, desde que realizara su documental En el cuerpo equivocado.

«Estoy feliz de formar parte de este proyecto porque Marilyn y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo, ya que las dos fuimos compañeras de estudios. Además en el elenco participan actores como Luis Alberto García, Jorge Perugorría, Isabel Santos, Mario Guerra, Pancho García y Alina Rodríguez. Cada uno de sus personajes está muy bien delineado y posee su propia historia personal. En este sentido el guión me parece maravilloso».

—¿Qué nos puedes adelantar de tu papel?

—No mucho. Abarca la historia de una mujer, un poco singular, pero al final una mujer, y así queremos que se vea.

—¿Te atreverías como Ana a filmar tus propias historias?

—Todavía no. Me siento más cercana a dirigir en el teatro, porque tengo también una carrera en las tablas de muchos años y es un medio de expresión que a mí me fascina. Estudié un método teatral y hace 12 años que me gradué y estoy deseosa de hacer algo con lo que aprendí, que aunque lo he aplicado en las actuaciones, me gustaría también desarrollarlo como directora. Pero en el cine todavía no me atrevo, no ha venido una historia a mi cabeza que pueda visualizar cinematográficamente, la veo de una manera más artesanal, más lúdica, más desde el mundo del teatro.

—¿Cuáles son las almas que aún desearías encarnar?

—Sueño con tener la oportunidad de seguir haciendo historias sobre mujeres. Tenemos mucha necesidad de dialogar sobre nosotras, de hablar de género, como ocurre en La película de Ana y en la cinta de Marilyn. Pero me gustaría que este fenómeno continuara presente en el cine cubano y que, por supuesto, yo pueda formar parte de eso. Aunque hay tantas actrices talentosas en nuestro país que resulta complicado estar siempre en la cresta de la ola y, además, todo el mundo necesita tener su pedacito. Por eso realmente deseo que esto que me está pasando a mí ahora también le ocurra a cada una de mis colegas, que tan duro trabajan y también lo desean.

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