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¡Voy a por más!

JR conversa con esta joven revelación que representara recientemente a la cultura cubana en el Kennedy Center

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

No es que Zule Guerra haya dejado de amar las ciencias, es que desde siempre la música la ha abrazado con tal fuerza, que si por algún motivo se ausenta de su vida aunque sea un instante, le cuesta hasta respirar. De hecho, después de estudiar en el IPVCE Vladimir Ilich Lenin, de ser una «leninista», se graduó como licenciada en Bioquímica en la Universidad de La Habana. «Es algo que también me encanta. Cumplí mi servicio social en el Instituto de Nutrición donde me dediqué a la Espectrometría de Absorción Atómica realizando análisis de minerales y elementos traza... Toda una científica, una nerd..., así que yo soy un músico medio raro», le cuenta a JR esta joven revelación que representara recientemente a la cultura cubana en el Kennedy Center.

La universidad fue un punto clave en la existencia de Zule, porque en su seno descubrió con certeza «qué tipo de persona quería ser. En esa etapa tuve vivencias inolvidables; gracias a los amigos me fui insertando cada vez más en el mundo del jazz, que me era cercano pues en casa escuchaba desde pequeña los clásicos: Ella Fitzgerald, Louis Armstrong, BillieHoliday, mi ídolo...

«Sin embargo, mis horizontes se ensancharon de una manera maravillosa: no nos perdíamos el Jazz Plaza, ni el Jojazz... Tampoco la peña que se organizaba en la Uneac, donde entraba en contacto cercano con músicos como Pepito Scull, la cantante Arema Arega, Luis Miguel «El Wichi», quien comenzó a encaminarme... Fue en ese momento cuando empecé a componer.

«Cierto que de niña había estudiado música clásica en el Conservatorio Alejandro García Caturla. Lo hacía en las noches, pues ya había superado la edad para entrar en el diurno, sin embargo, esta experiencia vivida en la universidad me llevó a indagar cómo escribir mis creaciones, a aprender a tocar la guitarra. Una búsqueda intensa que fluía de un modo natural y que completaba con esas descargas de feeling que armábamos en mi casa por cualquier motivo.

«Así se fue enriqueciendo mi background musical, al que empecé a incorporar algunos estándares. Ya en los festivales de aficionados también cantaba Crazy, feelings, nothing more than feelings... Y sucedió que un buen día Pepito Scull me invitó a cantar en la Uneac y la acogida resultó muy emotiva. Con esto te quiero decir que cuando culminé en la universidad mi destino profesional ya estaba decidido.

«Gracias a esos mismos amigos de la Uneac conocí al maestro Bobby Carcassés, quien me invitó a su peña para que interpretara tres temas con mi grupo. Evidentemente confió en el buen gusto del musicólogo Wilfredo Sotolongo, un gran conocedor del género. Quedó tan complacido, que me pidió que estuviera en el concierto de celebración del Premio Nacional de Música que se le había otorgado. Una gran oportunidad porque tuve el placer de actuar junto a Yasek Manzano. Estos dos increíbles músicos consiguieron que me mostrara de la mejor manera en el Jojazz: Yasek, con el jazz contemporáneo, y el maestro Bobby, con el afro-Cuban-Jazz y el scat.

«Ese concurso le dio un giro a mi carrera: enseguida nos convertimos en “blanco” de varios medios de prensa, nos programaron en los festivales y en clubes como La Zorra y el Cuervo, el Jazz Café... Como parte de lo bueno que nos estaba sucediendo, en octubre de 2014 realizamos un concierto en el Museo Nacional de Bellas Artes, el primero oficial con mi banda Blues d’Habana, dentro del festival Ellas crean. De su grabación surgió mi primer álbum que tomó su nombre de mi agrupación.

«En la filmación de Blues d’Habana participaron como invitados especiales el maestro Bobby Carcassés, Yasek Manzano y Alexey Rodríguez «El tipo ese», del dúo Obsesión (debo decir que con anterioridad formé parte de ese grupo de rap y de Canela). Esa producción discográfica obtuvo el premio Cubadisco 2016 a la mejor ópera prima y fue nominado como mejor álbum de jazz, un reconocimiento muy significativo para nosotros.

«Un año antes viajamos a una serie de festivales por Europa del Este como el Slaviansky Bazar y el Baltic Stage, este último con carácter competitivo. Allí me otorgaron el Premio de Oro por la interpretación de Chivo que rompe tambó, de Moisés Simons, al cual le hice un arreglo medio “jazzeado” que a la gente le encantó.  

«Sí, verdaderamente mágico, no diré que todo ha sido color de rosas, porque resulta difícil dirigir una agrupación de hombres; ser mujer dentro del jazz, existen muchos prejuicios, tabúes, y tienes que demostrar en exceso que eres buena y que funcionas. Pero en esa lucha igual te encuentras personas maravillosas que colaboran, que te apoyan, pues saben que pones tu mayor empeño y trabajas con seriedad y entrega».

—En el 2015 firmaron con la Egrem, la empresa discográfica más antigua de Cuba...

—Otro gran privilegio porque reúne en su catálogo a muchos de los más grandes artistas de Cuba. Actualmente trabajamos en un nuevo proyecto, Huella de vitrola: una selección de estándares latinoamericanos y cubanos nacidos de temas que tuvieron su mayor auge en la época del feeling. Concebí para ellos arreglos contemporáneos dentro del universo del new jazz, con cambios de estructuras, rearmonizaciones, una «locura».

«En enero grabé un audiovisual titulado Sesiones de vitrola, donde convoqué a diferentes invitados para que interpretaran conmigo estos arreglos: la maestra Anais Abreu, Vania Borges, César López y Eduardo Sandoval. Realizamos un concierto como si se tratara de una sesión de música entre amigos, reconocidos instrumentistas y personalidades de las artes plásticas, el teatro, el cine, para que disfrutaran de mis versiones en un ambiente más íntimo.

«Pronto estará listo, pero el audio online ya aparece en dos EP: Sesiones de vitrola Vol. I (Por qué dudas y Quiéreme y verás, de José Antonio Méndez; y Contigo en la distancia, de César Portillo de la Luz), y Sesiones de vitrola Vol. II (Cuando vuelva a tu lado, de María Grever; No me platiques mas, de Vicente Garrido, y El último café, de Juan Carlos Cobián y Enrique Cadícamo).

«Nos preparamos además para enfrentar en agosto nuestro tercer álbum: el segundo con la Egrem y primero en estudio. La producción musical está a cargo del maestro Hernán López Nussa y reunirá composiciones mías». 

—¿Los sorprendió estar en la selección del Kennedy Center?

—Hemos trabajado muy duro, defendiendo con seriedad y fuerza el joven jazz cubano. Creo que los reconocimientos alcanzados en estos cinco años responden a lo realizado para mantener siempre la cultura cubana al máximo nivel. De cualquier modo, nos sentimos muy agradecidos por esa gran oportunidad. Da cosita decirlo, pero nos llena de regocijo actuar al lado, no detrás ni delante, de artistas geniales como Aldito, Pachequito, Omara, Van Van... Sin dudas, ha sido la presentación más importante de la carrera de Blues d’Habana hasta la fecha. como directora de la banda me siento tremendamente orgullosa por lo logrado, y esto no es el final, ¡voy a por más!

«Me gusta pensar que aunque llegues a un punto que te parezca muy alto, debes creer que después habrá algo más: conocimientos, fronteras que traspasar, músicas y sonoridades que descubrir, otros públicos que conquistar... En septiembre debo comenzar a estudiar en una de las escuelas más prestigiosas del mundo, el Berklee College of Music, donde haré un Master of Music in Contemporary Performance; dedicaré un año completo a superarme porque es imprescindible buscar qué hay además de...».

—Pero esta no fue tu primera vez en Estados Unidos...

—Tienes razón, estuve en 2015 con Albertico Lescay, no con mi grupo. Realizamos un concierto en Miami, gracias al Centro Cultural Español, y viajamos a Nueva Orleans con el fin de investigar los orígenes del jazz, su vinculación con la música cubana, etc. Pero en el Kennedy, una de las tres venues (espacios) más importantes de Estados Unidos junto al Lincoln Center y a The Los Angeles Music Center, pude actuar con Blues d’Habana.

«Los dos conciertos que ofrecimos (se habían vendido completamente desde la semana anterior) fueron espectaculares. Uno siempre se prepara para ofrecer lo mejor de sí, pero aquí ocurrió algo especial. Tal vez se debió a la energía del lugar, a la aceptación del público. El sitio estaba abarrotado. ¿Pero esto es para nuestro concierto?, me preguntaba “incrédula”. A mí no me dejan de sorprender esas cosas, porque soy una aprendiz perenne. Sin embargo, llaman la atención hechos como estos, aunque no pierdo de vista que el camino hacia el éxito es a través de la humildad, de la sencillez.

«En verdad ensayamos mucho y el resultado llegó. Creo que allí se reunieron los ángeles guardianes de cada uno de nosotros, acogiéndonos y soplándonos las notas (sonríe). Quise cantar en español, solo interpreté un tema en inglés, el estándar de María Grever pero con una versión en changüí (sonríe otra vez). En el público había representantes de la comunidad latina, quienes cantaron, lloraron, se emocionaron... A nuestra corta edad disfrutar de una experiencia como esa es una bendición».

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