Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Qué me compraré?

Autor:

JAPE

Esperó a que no hubiera nadie en casa. Lo que haría no era ilegal, ni pensaba engañar a nadie, pero necesitaba silencio y concentración. La pequeña mesa del comedor parecía el mostrador de un banco internacional. Separados por tipo de monedas, varios bulticos acompañaban a una calculadora que, por lo antigua, más bien parecía un ábaco. Mientras tomaba agua, Leonardo miraba la mesa y repasaba mentalmente:

Veintisiete euros de cuando estuve en Madrid por el Encuentro de dos mundos, en octubre de 2009. Doscientos cincuenta pesos mexicanos que me regaló el ingeniero Miranda en el evento de empresas mixtas en la Universidad Nacional Autónoma de México, en 2016. Veinte libras esterlinas que Adams dejó de propina en la casa de alquiler de tía Lucy en La Habana Vieja el año pasado, y que la vieja me los dio porque no sabía si eso servía para algo… Sesenta fulitas (USD) que me dejó mi socio César Julio cuando vino de visita, en mayo de 2017, y que los tenía guardados por si mi amigo regresaba y me dejaba algo más…

También había 80 CUC, de algunas cosas que había vendido porque ya no le eran útiles en la casa y estaban casi nuevas. Mil 200 pesos, moneda nacional, de su salario, que recién había cobrado, completaban la «mesa bufé monetaria» que constituían todo su capital.

Leo se sentó despacio, sacó un par de listas del bolsillo de la camisa, encendió la calculadora y comenzó su ardua tarea que narraba en voz alta para ayudar a la memoria. Revisaba una de ellas y realizaba la operación matemática:

Veintisiete euros a 1. 4120, entre 25, por 1.025078 más 250 entre 18.63365, más 20 libras esterlinas a 1.32152, otra vez entre 25, más 1200 pesos entre 25 más 80 CUC, todo eso entre 1.025078 otra vez, más los 60 fulitas… ¡todo eso es igual a!... Con una amplia sonrisa apretó la tecla «enter» de su antigua calculadora y… su sonrisa se fue desdibujando en una mueca. Acercó su rostro a la pequeña pantalla líquida y con cierto desconsuelo expresó: Eso no me alcanza ni para una cafetera…

Na, aquí hay algo mal, debe ser el tareco este que está más viejo que Matusalén —se decía a sí mismo mientras le daba unos golpecitos a la calculadora. Apretó la tecla de borrar y comenzó nuevamente la operación aritmética. Esta vez comenzó por las libras esterlinas:

Veinte libras esterlinas a 1.32152, más 25 euros a 1. 4120, entre 25, por 1.025078 más 250 entre 18.63365, entre 25, más 1 200 pesos entre 25, más 80 CUC, todo eso entre 1.025078…, más los 60 fulitas, igual a… ¡No puede ser, ahora da menos! Vaya, yo no aspiro a una moto eléctrica, pero aunque sea para un split… y con esto no voy a poder comprar ni un encendedor de cocina… Déjame «botar» la calculadora esta y hacerlo a la antigua.

Tomó una hoja en blanco y un lápiz que tenía a mano y comenzó con toda calma. Los pesos mexicanos primero, que es lo más fácil: Doscientos cincuenta entre 18.63365 —decía mientras anotaba en el papel. Esto cabe a ocho, restan 15, bajo la coma y pongo el cero…

Se detuvo un momento y miró el papel… Esto es así —se preguntó. No, no, creo que no —se respondió. Este número decimal no lo puedo dividir con un entero, primero tengo que convertirlo a múltiplo de diez… o algo así…

Se llevó las manos a la cabeza, miró fijamente la mencionada «mesa bufé» y en un sorprendente ataque de rabia tomó todo el dinero, comenzó a meterlo en un nailon y se dijo en alta voz y con pleno convencimiento: ¡No me voy a comprar nada, mejor me meto a numismático!

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